Un grupo de 500 voluntarios recorre las calles porteñas para alimentar a más de 2500 personas desprotegidas y enseñarles meditación y yoga.
Por Nilda Villagra y Myrian Quintana
Para ellos no hay feriados ni días de lluvia. Ninguna excusa es válida para dejar de recorrer los barrios de Buenos Aires para darles de comer a muchas personas que por diversos motivos viven en la calle. Los voluntarios de Las Manos que Ayudan alimentan no sólo sus cuerpos, sino también sus almas.
El Arte de Vivir es una ONG humanitaria, educativa y sin fines de lucro fundada en 1981 por Sri Sri Ravi Shankar. Su trabajo, en más de 150 países, está enfocado en el manejo del estrés y en las iniciativas de servicio para el bienestar de la comunidad. Las Manos que Ayudan es un programa de servicios que se desprende de la Fundación El Arte Vivir, que junto a más de 500 voluntarios, busca mejorar la calidad de vida de la gente en situación de calle. El proyecto comenzó hace más de 7 años, pero sus participantes aseguran que el compromiso que asumieron “es para toda la vida”.
Niños, abuelos y hasta familias enteras dependen de Las Manos que Ayudan para poder tener un plato de comida, tal vez el único del día. Quienes habitualmente se acercan ya poseen una relación de amistad con los voluntarios. Los esperan todas las noches formados en largas filas para comer. Luego, arman un círculo para aprender a meditar.
Griselda López, voluntaria, explica cómo funciona la organización cada noche: “Se preparan mesas donde disponen la comida que fue donada por diferentes instituciones, restaurantes y familias que cocinan especialmente para colaborar. Pasan uno por uno con su plato y su vaso, entre charlas y saludos. Cenan y luego se disponen todos a respirar, sentados uno al lado de otro”. Comenta además cómo logran llegar a un estado de meditación: “En forma de círculo cierran sus ojos y comienzan a seguir las instrucciones del profesor. Son veinte minutos de relax”.
Las viandas preparadas son más de 2.500. Aparte, también se les entrega frazadas y ropa. Los recorridos son amplios: plaza Congreso y Araoz 727, en Capital Federal; varios puntos en zona oeste y otros en zona sur, como Quilmes, Temperley (Avellaneda 132) y La Plata.
“Respirar y meditar me ha brindado paz interior, me siento mejor conmigo y estoy muy agradecido de tener la oportunidad de hacerlo”, comenta Carlos de 53 años, quien vive en la calle. Carolina, mamá de dos pequeños, uno de 5 años y otro recién nacido, se acerca para dar su testimonio. Con lágrimas en la cara cuenta: “Las Manos que Ayudan me salvó de la muerte“. Es una madre sola que depende pura y exclusivamente para comer de estos voluntarios. Ella respira como le enseñaron y hace yoga mientras los voluntarios cuidan de sus pequeños. Para ella la meditación la ha sacado de un estado de angustia muy grande y le ha brindado una herramienta para ser más feliz cada día.
Juan Sebastián Giménez, instructor del Arte de Vivir, Fundación que promueve a Manos que Ayudan, explicó que “meditar y respirar reduce los estados de violencia y stress, estados que por lo común en este tipo de personas y por el momento que están viviendo, sin trabajo, frustrados, con hambre, con frio, sin tener donde dormir sufren crisis de violencia muy a diario”. Y aclaró que el yoga “los ayuda a elevar su autoestima, sentir que son importantes y mejorar las relaciones interpersonales”.
Este proyecto busca generar un vínculo con cada persona, conocerlos para poder relacionarlos con otras ONG u otros Organismos Gubernamentales, Nacionales o Municipales, para brindarles una solución a largo plazo.
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