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“BEBE DOM O LA CIUDAD PLANETA”, UNA ÓPERA NACIONAL


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La nueva obra, creada entre Horacio Ferrer, Mario Perusso y Marcelo Perusso, y cantada enteramente en castellano, se estrenó el 20 de octubre en el Teatro Colón, con una producción moderna que incluye globos, videos en una pantalla gigante y hasta una moto.

Por Sergio González, Susana Acuña y Agustín Stracquadaini (@stracqua0)

   “Ponerle música es como darle colorido a un cuadro”

A sólo media hora del estreno, la gente conversaba en el hall principal del Teatro Colón. Afuera, convivían, con un calor digno de un adelanto del verano, el típico público “habitué”, con vestimenta elegante y formal -cuyo promedio de edad rondaba los 50 años-; y algunos jóvenes que usaban jean y zapatillas. Todos esperaban impacientes ver el estreno mundial de “Bebe Dom  o la Ciudad Planeta”, una ópera de producción nacional escrita por el poeta uruguayo Horacio Ferrer; compuesta y dirigida por Mario Perusso; y con adaptación del libreto, puesta en escena (régie), vestuario y escenografía de su hijo Marcelo Perusso.

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Las mentes detrás de esta obra (A la izquierda Mario Perusso, en el medio Horacio Ferrer y a la derecha Marcelo Perusso)

El espectáculo surgió a partir de un concuñado de Perusso hijo, Ricardo Carrasquet, quien conocía a Ferrer. Él se encargó de unir todas las partes: al autor de la historia con el compositor musical y el intérprete de la ópera. Una vez logrado eso, gestionó la posibilidad del estreno en el Teatro Colón, cosa que se resolvió antes incluso de que la obra estuviera terminada. Casi todo en familia, el 20 de Octubre, llegó la fecha del estreno absoluto de la tercer coautoría de padre e hijo: El Ángel de la Muerte -Teatro Argentino de La Plata, 2008- y Fedra -Teatro Colón, 2011.

En “Bebe Dom o la Ciudad Planeta” Ferrer imagina un mundo distópico unido enteramente a través del paisaje urbano, el cual es gobernado por la corrupción, la delincuencia y los vicios, además de sufrir una contaminación nociva que genera muerte y destrucción a su paso. “Se me ocurrió cuando estaba en Japón, tomé un tren rápido desde Tokio a Kioto y me di cuenta de que todo era ciudad de un lado a otro. Todo era ciudad: era como que estaban unidas y ahí me puse a pensar en la idea de que todo el planeta tenga este paisaje”, contó el autor de la historia.

“Estaba escrita con un formato de obra de teatro, que podía ser representada musicalmente, pero  nunca se había hecho nada sobre ese texto”, contó Marcelo Perusso, el encargado de plasmar en imágenes todo lo que el autor ideó. Una de las características en los trabajos del escenógrafo son estructuras móviles que se cambian a la vista del público e incluso mientras sucede parte de la escena, y esta no fue la excepción: “La idea era darle el mayor dinamismo posible, no interrumpir la obra, que siga corriendo, sin necesidad de parar para hacer el cambio”. Pero tanta movilidad, también puede ser un problema: “Con esta obra corremos riesgos continuamente”.

Además de lo extraño del libreto en sí y de lo moderno de sus historias, así como también el hecho de que se cante en español y no en italiano, la puesta en escena incluyó otros elementos comúnmente ajenos a la ópera como son los videos, globos o hasta una moto. “Hay cosas que no tienen nada que ver con una ópera tradicional. Cuando lo ves te das cuenta que es contemporánea”, sintetizó el regisseur. La trama es completamente distinta a la de otra de estas piezas líricas, donde el relato es sencillo y claro: “Hay datos que te remiten a cosas hacia atrás. Por ejemplo, los personajes que se llaman ‘los calavera’. Ser una calavera es un dato del año 1920, los ciudadanos son como de los ’40 y los personajes principales son actuales. Todo eso está hecho para que no identifiques en qué momento estás”, señaló.

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Elenco de “Bebe Dom o la Ciudad Planeta”

Todos los personajes conviven en la misma ciudad. Esta enorme urbe, de un futuro o pasado no muy lejano, se encuentra habitada por ciudadanos tristes que llevan adelante su vida para “trabajar y ahorrar”. En este contexto vive Bebe Dom (Gustavo López Manzitti), un arquitecto de fantasías que será parte del desencuentro entre dos almas predestinadas a estar juntas. “No es habitual estrenar óperas de compositores vivos y es un privilegio y desafío crear un rol que hasta el momento nadie ha cantado”, comentó el tenor, que tiene una importante trayectoria en el ámbito y hasta formó parte del grupo cómico-musical Les Luthiers. “Bebe Dom es un arquitecto soñador, romántico, que piensa que las ciudades deben ser de una manera y esos sueños no se les cumplen. Es un perdedor, todo lo que piensa no pasa”, describió Marcelo Perusso sobre el protagonista.

Alrededor de tres horas después, la obra llegó a su fin. El público del Colón quedó sorprendido, aunque los aplausos no tardaron en bajar de las tribunas, en especial ante la aparición de Ferrer y Mario Perusso. Todos consideraban a la pieza un tanto “extraña” al compararla con clásicos del género, pero resaltaban el trabajo de los artistas, y la realización de la escenografía y la iluminación. En relación a lo poco conservador del evento, Marcelo Perusso opinó: “Nosotros apuntamos a una renovación de público: no lo podemos dejar en una cosa estática, sino es una muestra de museo. El estreno de una obra contemporánea involucra que hay que ir con otra mirada porque la música no es la misma que la clásica que estás acostumbrado a escuchar”.

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Escena de la obra: Alma Ciudad (Myriam Toker), Bebe Dom (Gustavo López Manzitti)y “La Pareja Erótica”

“Estrenar Bebe Dom no sólo cumplió sino que superó mis expectativas en cuanto al resultado general de la obra y también a mi desempeño en particular. La respuesta del público fue muy buena”, aseguró López Manzitti luego de su protagónico. Mientas que Horacio Ferrer comentó entre risas “No soy un estudioso de la ópera, me gusta y he escuchado desde niño, así que hice lo que pude”.

“Bebe Dom o La Ciudad Planeta”, que cuenta con casi 120 personas en escena entre cantantes y actores (86 del coro, 20 figurantes, 4 solistas y 8 personajes secundarios) se presenta en 4 fechas: 20, 22, 25 y 29 de Octubre. Todas en el Colón, que, según Perusso “es el lugar de consagración de todos, lo viejo, lo moderno, lo nuevo, todo va a parar ahí. Además es el que tiene más posibilidades técnicas, junto al Argentino de La Plata. Otro más viejo no está equipado para esta puesta en escena”.

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“Ponerle música es como darle colorido a un cuadro”

Por Antonella Capriglioni (@AntoCapriglioni)

No es la primera obra que el director de ópera Mario Perusso compone y estrena en el Colón. De hecho, “Bebe Dom o ciudad planeta” es la sexta que presenta, cinco en este teatro (La Voz del Silencio, El Escorial, Guayaquil, Fedra y Bebe Dom), la restante en el Teatro Argentino de La Plata (El Ángel de la Muerte), con producción propia. “La música tiene que reflejar esa visión interna y se compone al igual que el poeta escribe versos” explica con simpleza y cariño por su profesión.

Perusso estudió en el Instituto Di Tella y actuó en los organismos musicales más importantes del país y en las Orquestas de Chile, Brasil, Uruguay y Bolivia. La Asociación de Críticos Musicales lo distinguió como mejor compositor argentino en 1990 y 1994 y como mejor director en 1993, 1995 y 1999. A sus 77 años compuso las obras sinfónicas Elegía, La eternidad y el viento, Réquiem de los ángeles, Resurrexit y Cantos de Amor. El domingo volvió a deslumbrar el Colón, en donde es Compositor Residente desde 2010 y lo dirigió artísticamente de 1989 a 1998.

Los primeros comentarios que le llegaron sobre el libro de Horacio Ferrer se referían a similitudes con “María de Buenos Aires”, la obra que el escritor uruguayo estrenó en 1968 con música de Astor Piazzolla. Sin embargo, cuando vio el texto se encontró con algo completamente diferente. “Yo le dije: ´Esto es una obra grande, acá se puede hacer una comedia musical, una cantata o una ópera, y eso es lo que sé hacer yo´”. Y así decidieron utilizarlo como base para un nuevo proyecto.

Con Marcelo Perusso, su hijo, lo redujeron a un libreto (“que en italiano significa librito”) para adaptarlo al escenario y acortar el tiempo. “No le podes poner música a todo, porque multiplica por cuatro el tiempo. Si lees una poesía que dura tres minutos con música son 10”, explica Perusso.

— ¿Cómo es componer música para una ópera?

— El texto te da una atmosfera, si dice ‘mirando el mar’ es una cosa, si dice ‘en Bariloche con una montaña nevada’, te sentís de otra manera. La atmosfera que se desprende de eso es distinta. Lo demás es todo oficio, cómo armarla, la forma musical, la estructura, tener en cuenta la voz humana. Tenés personajes y el coro a los que tenés que ponerle la música y la orquestación. Es como dibujar un cuadro y después pintarlo, darle colorido.

— ¿Escribís lo que tiene que tocar cada instrumento?

— Sí, eso es la orquestación. La orquesta se compone de tres familias: la de las maderas que es de viento, la de los metales que es de las cuerdas y la de percusión. A todos esos tenés que escribirles todas las partes y darle a cada instrumentista lo que tiene que tocar.

— ¿Cómo componés cada instrumento?

— No toco todos, lo compongo en la mente, en mi imaginación. Hay que conocer el mecanismo de cada instrumento. Hasta qué nota aguda y grave llega. Y sobre eso sus posibilidades, si son muy graves no son ágiles. El flautín es el más ágil.

La originalidad del texto le permitió componer con plena libertad, dejar que su “imaginación vuele”. A partir de ese surrealismo poético, Perusso escribe lo que siente en el momento. A eso le aplica la técnica, que puede ir desde lo más simple como Beethoven o más moderna como Stravinsky: “Va de acuerdo a la inteligencia de cada uno usar los elementos”.

— ¿Qué te permite en la composición que sea el Teatro Colón?

— Es uno de los más grandes del mundo, tiene una gran orquesta un gran escenario, podés usar todos los elementos que se te vienen en gana. Si fuese para un auditorio usás otros instrumentos para componer. Esta obra está pensada para el Colón y realizada por el Colón. Puede ir a cualquier teatro del mundo, pero no a un lugar más chico.

— ¿Qué la diferencia de obras anteriores?

— El lenguaje es el mismo pero tratado de otra manera, sino uno haría la misma música. El argumento ya cambia todo.

— Se puede decir que está compuesta íntegramente acá, aunque Ferrer es uruguayo…

— Ferrer dice que usa un lenguaje rioplatense, no hay Uruguay y Argentina, culturalmente es uno sólo. La ópera tiene un lenguaje muy nuestro, aunque hay influencia de música europea.

Para Perusso, la temporalidad de las obras no representa un obstáculo. En cada ópera que compone demuestra su capacidad de renovar el lenguaje musical, de trasmitir los sentimientos que le despiertan. Como un pintor, él recoge cada texto y lo colorea. Pero esta metáfora no siempre lo conforma: lo que lo maravilla de la música es que no está en ningún lado y “cuando termina de sonar ya no está más”.


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