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BODAS EN NOMBRE DEL AMOR


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Desde que en 2010 se aprobó la Ley de Matrimonio Igualitario, Arturo Lodetti se dedica a oficiar y a poner su propia impronta en ceremonias para todo tipo de uniones, aunque su especialidad es la comunidad LGBT. Lejos de ser un wedding planner, se enfoca en la parte artística del evento y en la personalidad de la pareja para brindarles “una noche única y divertida”. Desde una fiesta estilo años 20 hasta casamientos bilingües transmitidos por Skype, todo es posible.

Por Antonella Sottosanto

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Arturo es un buscavidas. Empezó a estudiar actuación a los 18 años y a partir de ahí fue pasando por diferentes roles, desde escenógrafo hasta director de teatro. Escribió una obra didáctica para chicos llamada La isla de los colores. En su juventud estudió Bellas Artes y, aunque no haya finalizado, hoy, a sus 52 años es artista plástico. Dotado de una creatividad increíble, y sin haber estudiado locución, también fue conductor y productor de radio en los programas Varieté de Sensaciones, donde llegó a entrevistar a Roberto Piazza, y Qué Sabés de Amor, emitidos por Argentina Gay Radio (AGRadio). Además tuvo varios programas en Radio Sentidos y se desempeñó como actor en pequeños papeles en las tiras diarias Alguien Que Me Quiera y Los Únicos. Pero más allá de todo, se define a sí mismo como alguien “al que le gusta expresarse artísticamente”.

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En un restaurante en la esquina de Cabildo y Juramento, a las ocho de la noche, Arturo llega agitado y empapado por la lluvia, se sienta lentamente, pide un té y comienza a explicar cómo llegó a ser “maestro de ceremonias”. “Yo tenía un programa que se llamaba Varieté de Sensaciones, que estaba en una radio gay. Un día, unas chicas que son dueñas de una empresa que se llama Gay Planners me llamaron por teléfono porque querían que yo les hiciera una entrevista para que pudieran transmitir lo que ellas hacían”, cuenta Arturo, y comenta que luego de conocerse, ellas le propusieron ser el director artístico de esa empresa. “Como manejo mejor el código de la comunidad, me eligieron para buscar números artísticos, eso fue el comienzo”, relata y agrega que luego de la Ley de Matrimonio Igualitario, fueron contratadas por dos mujeres que se querían casar formalmente. “Ninguna religión las iba a casar, entonces las organizadoras me preguntaron ‘¿qué podemos hacer?’, y yo les dije que era actor y que, si estaban de acuerdo, me animaba a oficiar la ceremonia”, confiesa. A partir de ese momento, muchos invitados comenzaron a pedirle su tarjeta personal para contactarlo, ya sea para fiestas homosexuales, heterosexuales, e incluso, de diferentes creencias. “El tema es que la gente no quería un evento religioso. Por ahí se casaba un chico judío con una chica católica y era difícil, no había ceremonia del registro pero sí estaba lo que yo hacía, una ceremonia en nombre del amor”, resalta Arturo.
El conocimiento de los gustos de los contrayentes y las temáticas elegidas, son una pieza fundamental para el desarrollo del show. “Primero hablo con los novios y les hago un perfil de sus personalidades, para ver qué música quieren escuchar, cómo quieren entrar. Yo ofrezco diferentes opciones, pero depende mucho de la personalidad de la pareja. Hay gente que es perfil bajo y quiere algo serio y yo me tengo que acomodar a eso. También hay novios más jóvenes, entonces yo les propongo cosas divertidas sin que la ceremonia pierda la seriedad”, dice Arturo y agrega que “todas las bodas son distintas porque son personalizadas”. “Nos tocó armar una que transcurrió como en la década del 20 y todos estábamos vestidos como en la época de los gángsters y la chica tenía un vestido de Charleston, fue algo muy divertido”, cuenta. En otra ocasión, les propuso a los novios una forma muy creativa de hacer un casamiento sorpresa. “Ellos se disfrazaron como otros invitados. Se caracterizaron de tal forma que no parecían él y ella. Yo me acerqué a una especie de altar que suelo armar y me puse a relatar la historia de cómo se conocieron, sin que ellos estuvieran ahí. Entonces dije, es una lástima que no hayan venido, inclusive están llegando tarde a su propio casamiento, y la gente pensaba que yo estaba haciendo tiempo para que llegaran los novios. En un momento cuento algo de él o de ella, entonces alguien dijo ‘yo no dije eso’, y aparecieron, se sacaron el maquillaje, entraron y todos los aplaudieron. Eso fue lo más loco que hice”, confiesa Arturo.
La Ley de Matrimonio Igualitario, permitió que muchos extranjeros pudieran casarse en la Argentina, con la única condición de que uno de ellos tuviera un domicilio en el país, algo que Arturo supo tener en cuenta. “Es una de las últimas cosas que incorporé, celebro bodas con traducción simultánea al inglés. A veces se casa un argentino con alguien del exterior y como yo no hablo inglés, tengo una amiga que sí habla muy bien, entonces ella va haciendo la traducción. Nos ha pasado de hacer una boda y transmitirla vía Skype, para Nueva York u otras partes de Estados Unidos, estábamos en una quinta en Pilar y nos veían desde otro país”, cuenta Arturo.

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Pero no todo es felicidad, a veces también hay momentos tristes. “Una vez, en una charla que tuve con dos chicas que se iban a casar, una de ellas me dijo ‘mi mamá a lo mejor no venga’, y yo le pregunté por qué razón y me respondió ‘porque me caso con una mujer’, y le pregunté si su mamá sabía que ella era lesbiana y dijo que sí pero que su madre pensaba que ella lo hacía para darle bronca. Entonces yo le di un consejo, le propuse que le escribiera una carta a su madre explicándole que se iba a casar con la persona que ama. Una semana antes del casamiento me llamó llorando porque su madre había leído la carta y había entendido la importancia de la boda de su hija, quizás al verlo escrito tomó mucha más fuerza. Después en la ceremonia vinieron y me dieron las gracias. Esa fue la única situación rara, en general siempre están todos de acuerdo”, finaliza Arturo.


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