SOCIEDAD
CAMBIO UNA NOCHE DE BOLICHE
¿Por qué un grupo de jóvenes elige salir un sábado a la noche a darle comida a la gente que se encuentra en situación de calle en vez de hacer una previa antes de ir a un boliche o a un bar? La respuesta es sencilla: lo realizan con el objetivo de ayudar a los que más lo necesitan.
Por Stephanie Bryner, Ezeqiuel Cozza, Natalia López, Malén Olivera, Guillermina Roca y Macarena Vargas (@vargasmacarena1)
“Prefiero estar en Metro Cuadrado (M2) mil veces antes que salir a algún lado. No hay nada que me llene más que hacer un servicio junto con mis amigos y compañeros”, cuenta Mayra Antonuccio, integrante de la agrupación misionera barrial en la cual los jóvenes salen a recorrer las calles de Caballito y Flores en busca de personas que están en situación de calle. El grupo asiste y brinda contención a alrededor de 25 personas por noche. Algunos de ellos esperan su ayuda hasta cercana la medianoche, incluso cuando el clima no acompaña.
La iniciativa surgió dentro del espacio del Centro de Orientación Vocacional (COV) de Caballito, que responde a la Hermandad de Sacerdotes Operarios Diocesanos, cuando Yamila Zohler y Antonella Di Laudo, dos jóvenes de 19 y 20 años, respectivamente, decidieron formar el grupo hace un año y medio, y así cambiar las noches de “previa” de los sábados por ayudar a los que menos tienen.

Los integrantes de Metro Cuadrado preparan sopa para la gente que vive en situación de calle
Cada 15 días, los sábados a partir de las ocho de la noche hasta las 12, alrededor de 15 chicos y chicas salen con termos llenos de sopa, vasos de telgopor, cucharas y bolsas con sándwiches a recorrer las calles de los barrios porteños de Flores y Caballito en búsqueda de gente que precisa este tipo de asistencia. “A veces a la sopa le falta sal, pero está rica”, comenta siempre en broma Mario, un hombre de 67 años que nació en Pehuajó y aún teniendo casa y familia allá, todos los días decide dormir en la plazoleta de Rivadavia al 5000.
“Hoy por hoy siento un compromiso con las personas, se convirtió en una cita infaltable para mí. Hacer esto me hace sentir útil, me da una razón para creer que no todo está perdido, porque las personas a pesar de las condiciones en las cuales viven, no pierden la fe y la esperanza”, relata Favio Dell’ Aquila, que entró a M2 para darse la oportunidad de tomar cartas en el asunto, dejar de esquivar la realidad y empezar a transformarla.
María espera en la puerta del banco Supervielle, ubicado en Avenida La Plata y Rivadavia, donde vive con su marido y Uriel, su hijo de tres años. Mientras ella acomoda las únicas pertenencias que tienen, que son unas frazadas y cartones que lograron recolectar de la calle, Uriel juega con Mayra. “Lo que más me angustia es la situación por la que está pasando Uriel. La gente entra y sale del banco. Algunos ni los miran, y otros se apiadan un poco y les dan una moneda. A pesar de todo, él es feliz y siempre nos recibe con una sonrisa y sus juguetes”, dice la integrante de M2, conmovida.
Los chicos de M2 se dividen en grupos, dependiendo de los que hayan ido. Algunos van hasta Avenida La Plata y regresan al COV, mientras que otros llegan hasta Plaza Pueyrredón, conocida como plaza Flores, y vuelven por la vereda de enfrente. Una vez finalizado el recorrido, los integrantes se juntan, comentan cómo les fue en la caminata y comparten sus experiencias. En una de las últimas recorridas, unos voluntarios se encontraron en la puerta de una galería con José, que les contó que lo echaron de la panadería donde trabajaba por tener SIDA y que por eso quedó en la calle. Los jóvenes charlaron con él y le recomendaron hacer la denuncia en la policía ya que por ley está prohibido despedir a alguien que esté en su misma situación, lo que el hombre de 54 años desconocía. El otro grupo se detuvo cuando vio a Luis, a quien suelen encontrar en Parque Rivadavia, cerca de los puestos de libros, y como es usual, sin salir de su habitual “hola”, “bien”, “gracias” recibió muy amablemente la comida y volvió a agachar su cabeza.
La comida que reparten la pagan y cocinan los miembros del grupo, ya que no reciben ningún subsidio ni aporte del Estado. Sin embargo, en algunas ocasiones reciben viandas de colegios públicos de la zona. Los alimentos que se distribuyen varían dependiendo de la época del año en que se encuentren: en verano llevan jugo, sándwiches, frutas y alfajores; mientras que en invierno la sopa es lo primordial, pero también se entregan sándwiches y barritas de cereales.
“En una de las noches nos encontramos con Leandro –detalla Ramiro Benavidez, otro de los chicos que conforman M2–. Estaba leyendo un libro acostado en un colchón junto a su novia. Leandro asiste a la escuela nocturna, estudia y se saca buenas notas. Siempre hace un gran esfuerzo por ir limpio y presentable, pero no supera la vergüenza que le causa vivir en la calle y siente cierto tipo de discriminación de parte de sus compañeros. En un momento trató de regalarnos un libro y le dijimos que no. Después nos arrepentimos, ya que entendimos que le damos un valor a lo material que evidentemente él no”.

Los voluntarios tienen alrededor de 20 años y asisten a unas 25 personas por noche
“Este grupo no es la solución a la problemática social latente en todos los barrios, ciudades y rincones de esta tierra y tampoco intenta serlo, simplemente ayuda a mitigar las carencias constantes que padecen las personas. La realidad es tétrica pero a la vez es esperanzadora, creo que cuanta más gente decida intervenir mejor vamos a ser como personas y como sociedad. Todo cambio, sin lugar a dudas, empieza por uno mismo”, reflexiona Favio.
Cómo colaborar con M2
Si querés colaborar o sumarte a M2 podes hacerlo mediante el Centro de Orientación Vocacional (COV) de Caballito, ubicado en Nicasio Oroño 54. Está abierto los días martes y jueves de 10 a 13 y de 18 a 21, miércoles de 18 a 21, y los sábados de 16 a 19. También para más información llamá a los teléfonos 4431-7160 ó 4600-5560. Además, se pueden hacer consultas vía mail: covcaballito@gmail.com o enterate de más actividades en www.covcaballito.com.ar.
SOCIEDAD
“La Catedral de Francisco”
Cientos de fieles dejaron sus oraciones y ofrendas en el templo que vio pasar a Jorge Bergoglio como cardenal primado de Buenos Aires. Cómo fue la despedida al “Papa de los pobres”.

A esa hora en la que Plaza de Mayo se deja ganar por la noche y los autos iluminan junto al alumbrado público, las escalinatas de la Catedral Metropolitana se convirtieron en un altar urbano. Velas encendidas, otras ya derretidas; ramos de flores frescas apoyados sobre las columnas que tienen pegadas banderas argentinas y papales, rosarios, estampitas, camisetas de San Lorenzo y cartas escritos a mano. Sobre Rivadavia, un retrato en tiza del Papa decora el asfalto como si su figura emergiera desde ese suelo que alguna vez lo vio caminar.
Detrás de las cámaras de TV de los medios nacionales e internacionales, y de los vendedores de recuerdos sobre las escalinatas, hay un murmullo bajo que envuelve. Gente que reza, que conversa en voz baja o que simplemente está. Turistas, creyentes, algunos que no se identifican con ninguna fe. Todos llegaron allí por alguna razón. Edgardo y Jazmín, una pareja peruana que observa en la entrada de la Catedral, comenta que estaban de visita cuando sucedió la muerte del sumo pontífice. “Era muy humilde, incluso ahora, en su despedida. Esperamos que el próximo Papa siga su legado, pero sabemos que en nuestra vida no veremos otro latino”, dice ella.

Unos pasos adentro del templo, un perro callejero duerme justo debajo de la cartelera que anuncia las misas y ceremonias especiales a la ocasión. No estorba el paso. La gente lo rodea, lo mira e incluso le toman fotos como si también él formara parte de esta escena serena y devota.
Adentro, el ambiente se vuelve más íntimo. Los pisos de mármol y las paredes macizas contienen la emoción de quienes ingresan. Aquí ya no hay medios de comunicación ni vendedores ni ruidos molestos. Solo pasos lentos y un murmullo que acoge.
Al final del pasillo de la nave principal, a pocos metros del altar donde Bergogliocelebraba misas, un escritorio exhibe un libro abierto. La gente se acerca a firmarlo, a dejar un mensaje, una oración. Al lado hay un cartel escrito con letras simples: “Francisco. Recibir la vida como viene”. Detrás, custodiado por cadetes de la Policía Federal vestidas de gala, un cuadro del Papa con su tradicional túnica blanca y su cruz plateada. Al costado, la mitra y el báculo que él utilizó cuando era cardenal primado de Buenos Aires. Todorodeado de coronas de flores blancas sobreel piso.
Frente a ese altar se detiene Daniel, un joven brasileño que también reflexionó con ETER Digital sobre los desafíos del porvenir: “Francisco fue un hombre del futuro que luchó por los que no tienen voz. No creo que haya otro como él. Quien lo suceda tiene una tarea inmensa: sostener un legado difícil de olvidar”.
Sentada sobre los viejos bancos de madera, una mujer llora hasta con el cuerpo. Se tapa la cara mientras a su lado un hombre la abraza y un niño mira sin entender demasiado. La imagen se repite varias vecesen otros bancos: la del duelo compartido en familia y entre generaciones.
A pocos metros, tres hombres se detienen frente al mausoleo de José de San Martín, que esta vez tiene menos protagonismo que de costumbre. Hoy todos los ojos y gestos parecen estar dirigidos a Francisco.
El reloj se acerca a las 20 cuando los policías que rondaban por los pasillos anuncian el cierre de la Catedral. Pero afuera el recuerdo sigue. Una señora mayor, de pelo corto rojizo y mirada vivaz, camina con paso seguro hacia un móvil de televisión: es conocida como “La Señora de los Velorios”. Pero esta vez no vino exclusivamente por eso. “Yo vine hoy por él. Era una persona muy humilde. En las misas de San Cayetano saludaba uno por uno sin importar la cantidad” de gente que hubiera, recuerda. Orgullosa de que haya sido argentino, Mari reivindica la relación del Papa con su Patria: “No me molestó que no volviera a Argentina. Su misión acá ya estaba cumplida”.

La Catedral Metropolitana, la Catedral del Papa, no parece estar triste sino más bien emocionada, como si supiera que Francisco no se irá del todo. Que lo que deja no cabe en una tumba sino en los gestos, palabras, luchas y convicciones que muchos fielestomarán como bandera.
Desde la vereda hasta el altar, este lugar que alguna vez fue la casa de Bergoglio hoy vuelve a serlo. Por una noche al menos. O al menos por esta despedida, por la historia que empezó en estas baldosas donde ahora se vuelve a rezar por él.
SOCIEDAD
Sabe la Tierra: comunidad, sostenibilidad y compromiso
La feria que tiene como objetivo cuidar la tierra y generar un vínculo entre los pequeños productores y los consumidores “rescatando la relación humana más allá de la compra-venta” está por cumplir 15 años. Conocé cómo se originó el proyecto que tiene en la actualidad mercados semanales en la Ciudad, Vicente López y Necochea.

La feria que tiene como objetivo cuidar la tierra y generar un vínculo entre los pequeños productores y los consumidores “rescatando la relación humana más allá de la compra-venta” está por cumplir 15 años. Conocé cómo se originó el proyecto que tiene en la actualidad mercados semanales en la Ciudad, Vicente López y Necochea.
Va cayendo el sol en el Parque Las Heras y la primavera se hace notar con su típica brisa de la última hora de la tarde. La esquina de French y Coronel Díaz es una postal de domingo: en el frente se alzan los puestos de la feria de consumo consciente más famosa de Buenos Aires, con sus toldos blancos y sus características mesas forradas de arpillera en las que se lee su emblema: “Sabe la Tierra”.
De fondo, el atardecer. La calesita que completa el cuadro da sus vueltas finales despidiendo a los niños que ríen y juegan hasta el último minuto antes del cierre. Los feriantes siguen vendiendo. El ambiente huele a fruta, a inciensos, a la vainilla de los postres caseros que ofrece uno de los puestos. Cada sección tiene sus olores, sus colores y sus sabores, según los productos que ofrecen, y son tan intensos que parecen elaborados para que los consumidores puedan llevarse un pedacito de naturaleza a sus hogares citadinos.
Seguramente cuando Angie Ferrazzini pensó este espacio que uniría a pequeños productores, emprendedores y artesanos para conectarlos con el público, no se imaginó que terminaría gestando toda una propuesta cultural que ofrecería desde mercados itinerantes que recorren la ciudad hasta talleres de cocina y horticultura.
Hoy, quince años después, la creadora de esta organización cuenta que Sabe la Tierra recibe cada mes alrededor de cincuenta mil personas en los más de cincuenta mercados y festivales que se presentan en diferentes barrios y ciudades. “Somos un equipo de 30 personas que creemos en otra forma de producir y de consumir”, contaba en la Charla TED que presentó en Necochea en 2023.
Y agregó en esa presentación: “S