Luis Elías fue uno de los referentes del relato deportivo en el país. Su vida estuvo rodeada de información, automovilismo y convicciones políticas. Fue seguidor y gran amigo de Perón.
Por Cristian Morales Fernández, Belén Longueira, Lucas Pezzani y Nicolás Paura
Vuelta 24 de las 500 Millas de Indianápolis de 1940. Wilbur Shaw y Rex Mays pelean por la punta de la carrera más importante del mundo. El argentino Raúl Riganti choca contra el muro con los relatos del único equipo periodístico allá. No está en el circuito porque no le dieron la credencial. Relata desde un hotel, a 60 kilómetros de la ciudad, con un ventilador de fondo haciendo ruido de motor. Es Luis Elías Sojit, un hombre que tuvo que hacer de todo para poder contar por radio una carrera. Un profesional que relató un Gran Premio de la República desde Catamarca con $3,50 y que en 1943 se hizo amigo de la conductora del programa siguiente al suyo, una chica llamada Eva Duarte.
Tijos, como firmaba en el diario, nació el 7 de mayo de 1910. Fue actor, piloto de autos y uno de los pioneros en el periodismo deportivo. Era un especialista en las transmisiones radiales y su éxito llegó de la mano del Mundial de Fútbol de Italia 1934. Luego tuvo un paso por el boxeo, hasta que llegó a su gran amor: el automovilismo. Se destacó por ser el inventor de las transmisiones del TC y por seguir a Juan Manuel Fangio por toda Europa. Asimismo, trabajó en Radio Rivadavia, Radio El Mundo y Radio Mitre. Algunas de sus frases preferidas fueron: “¡Coche a la vista!”, “Perón cumple, Evita dignifica” y “Es un día peronista”. Él era un peronista nato. Tanto es así que durante el derrocamiento de Perón tuvo que exiliarse del país. A los años volvió, fue preso por su ideología y, una vez libre, volvió a la radio, por un tiempo bajo el seudónimo Torre Mágica. Falleció el 20 de julio de 1982.
“Tenía una personalidad muy especial, era muy capaz y con una gran memoria. Tuve la oportunidad de estar con él en Europa y siempre se ha portado muy bien conmigo. Cuando Perón vuelve a la Argentina, lo nombraron como director de las radios del Estado y cuando necesitábamos alguna ayuda nunca tuvo problema en darla, pese a que éramos competencia”. Así lo recordó Eduardo González Rouco, la voz del automovilismo. “Ha pasado muchas horas frente al micrófono en los grandes premios cuando no había muchos elementos para recibir información desde afuera. Supo hacer historia en la radiotelefonía argentina y, por otra parte, junto a su equipo logró que las radios, que eran del Estado, sean privatizadas”, agregó Cacho.