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Colombia, el corazón de la droga en Latinoamérica

Fuente: Reuters
Fuente: Reuters

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Qué dicen los datos respecto al aumento de producción e incautación de cocaína en el país caribeño.

Si uno compara la cantidad de cocaína producible entre Perú, Colombia y Bolivia, pues es de aproximadamente 2.000 toneladas de cocaína al año. Y, de esa cantidad que no es exacta, se llega a incautar sólo un 30%”. Así describe Frank Casas Sulka, politólogo peruano y especialista en seguridad, la situación en América Latina en relación con la producción e incautación de cocaína

No obstante, este número demuestra ser algo bajo y se mantiene de esa manera hace varios años, en comparación con Europa donde año tras año la cantidad de esta droga decomisada aumenta sin parar.

Según el informe llevado a cabo por Insight Crime en el 2022, el país de Latinoamérica que destaca por la cantidad de incautaciones llevadas a cabo es Colombia con unas 671 toneladas. “El rol que cumple Colombia en específico es el de producir y el de ser el punto de pivote de exportación de la droga que sale hacia países de Europa y América del Norte”, afirma Casas Sulka. 

De acuerdo a diversos datos de las Naciones Unidas, se ha manifestado un incremento sostenido en la producción de cocaína en los últimos cinco años. Paradójicamente, entre el año 2016 al 2019, Colombia tuvo un descenso en los cultivos de hoja de coca, que es uno de los insumos necesarios para producir la droga. 

“A pesar de que se redujo la superficie del cultivo eso no impidió que se produjera más cocaína, y esto sucede por una infinidad de factores. El poder de la demanda es muy grande e incontrolable, además de que ahora se utiliza menos hoja de coca para hacer más cocaína”, explica el especialista peruano. 

La demanda siempre va a ser alta ya que se trata de una sustancia adictiva que genera dependencia. En términos económicos, este tipo de mercado se denomina “inelástico”, ya que la demanda del producto en cuestión no se ve afectada significativamente por cambios en el precio. 

Colombia entonces se sigue manteniendo como uno de los principales productores y exportadores de cocaína debido a la demanda internacional en términos geográficos porque tiene un territorio apto para el cultivo de la hoja de coca; además de que se encuentra en un punto estratégico clave: conecta con el Atlántico y con el norte directamente a través del Ecuador. 

Asimismo, cuenta con una gran estructura logística y las condiciones que facilitan la oportunidad delictiva. “En la época de la pandemia por COVID-19 al cerrarse el circuito de exportación se dejó de producir y bajaron los precios de la hoja de coca. Pero eso no significa necesariamente que es algo latente o que dependa de los buenos controles que se están haciendo en Sudamérica, sino que es básicamente porque hubo un impedimento del circuito logístico exterior”, admite Casas Sulka.

El transporte de droga se realiza a través de recursos logísticos que se utilizan para las actividades de la vida cotidiana, dice el especialista y explica: “No es común que haya un gran narco que tenga su propia logística, ya que no es rentable. Se utilizan básicamente los buques que trasladan papas, maíz, y otros cultivos”.

“Es un fenómeno que no escapa a nuestra realidad social, sino que se integra”, agrega el politólogo. Por otro lado, cuenta que hay una misconcepción respecto a cómo funciona todo este circuito: la industria cinematográfica siempre mostró la imagen de grupos tipo cártel o modelo mafias que imponen cierto control en un determinado territorio, pero eso está lejos de la realidad. 

“Hay estructuras criminales en términos de que hay alguien que se encarga de centralizar la producción, otro de la distribución, un grupo de la protección, otro de la comercialización, alguien que hace el enganche con otras redes transnacionales que van a manejar el circuito comercial en otros lugares. Y, así, finalmente se logra toda una cadena, una gran red”, detalla Casas Sulka.

Esto funciona así desde hace 100 años, incluso cuando Pablo Escobar estaba en el negocio, según explica, y dice que “lo que controlaba él era básicamente la intermediación con algunas redes criminales en Miami, pero no controló toda esa cadena”.

Colombia se sigue manteniendo como uno de los principales productores y exportadores de cocaína debido a la demanda internacional.

El mayor obstáculo que enfrenta la Ley en la lucha contra el tráfico de cocaína es la demanda internacional, factor exógeno que no se puede controlar de ninguna forma. 

“Hay que pensar controles inteligentes en vez de partir de una lógica totalitaria. Hay que generar mejores sistemas de información, porque sin esa información no puedes plantear estrategias eficientes. La data existente es precaria. Se necesita conocer la cantidad de droga con mayor nivel de exactitud, los niveles de rendimiento por cada uno de los territorios, los precios, etcétera”, subraya el experto en el tópico.

Fuente: Insight Crime, febrero de 2023

Una vez que se tengan todos esos números se podrán plantear estrategias que sean más útiles y eficaces. Sin embargo, éstas no deben partir de acabar realmente con las drogas a cero, sino “más bien tratar de salvaguardar a ciertas personas que son las más afectadas por la dinámica del tráfico ilícito”.

“Creo que lo más importante es tratar de evitar que este tráfico genere daños. Daños en términos de violencia, asociados a la contaminación ambiental, sobre todo para los países que producen esta droga y aquellos asociados a la corrupción. Pienso que deberíamos concentrarnos para tratar de evitar riesgos que no se puedan controlar a largo plazo”, concluyó.


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