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CON EL ARTE EN LA PIEL


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En una casona de Martínez funciona un local de tatuajes que rompe con todos los moldes. No repiten diseños y utilizan técnicas de disciplinas como la pintura. Una contra: para sacar turno hay que decidirse seis meses antes.

Por Florencia Martello @flopi_martello

Después de muchos años de idas y vueltas, Angie tomó fuerza y decidió tatuarse: abrió su Facebook y empezó a buscar modelos. Comenzaron a desfilar por la pantalla colibríes con plumas de acuarelas, oraciones escritas con pluma negra manchadas con tonos fluorescentes, caricaturas, jirafas y elefantes de patas infinitas. “El colibrí, quiero el colibrí en rosa”, concluyó luego de unos minutos. Mandó un mail y esperó que la contactaran. Cuando llegó el día y la hora Angie estaba segura de que quería ese colibrí que había visto en la página de Would tatto/art Studio. “Nosotros no hacemos más el mismo tatuaje en dos personas, hacemos arte, nuestros trabajos son únicos e individuales. Contame un poco por qué te querías hacer este, el significado que tiene para vos”. Así la recibió Pablo, el diseñador del local, apenas entró a la casa de Martínez en donde funciona Would.

Los tatuajes que hacen en este estudio están a la vanguardia de la movida. Llevan mucho más tiempo en su diseño y en su aplicación, por varias cuestiones técnicas y además por el trabajo que se toman a la hora de diseñarlo. Solo al momento de armar el modelo pueden llegar a estar desde tres a ocho horas dibujándolo y charlando con la persona que se lo va hacer. Además, mientras que en los tatuajes convencionales se suele utilizar uno o dos colores y una aguja de un grosor determinado, en los de Would usan hasta cinco agujas de distintos tamaños para crear sus famosos efectos de acuarela o darle profundidad a los diseños. También utilizan una paleta de colores “infinita” que mezlcan para lograr tonos especiales. ¿El resultado? Un tatuaje que puede demandar hasta nueve mese de trabajo.

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El estudio empezó como un sueño de dos chicos por tener su propia casa de fotos y tatuajes. No buscaban (o no sabían que buscaban) un estilo especial. “Todo comenzó de una manera casi accidental”, asegura Pablo De Medio, uno de los dos fundadores de Would tattoo/art Studio. “En ese momento estaba laburando como fotógrafo y Candelaria Carballo era maquilladora. En una sesión le tuvo que hacer unos tatuajes de mentira a una chica y le salieron súper bien. Al tiempo se compró la máquina. Ella siempre había dibujado desde muy chica, y también había trabajado como ilustradora, entonces a la segunda prueba que hizo en una calabaza le salió excelente y empezó a tatuar. Como le iba bien y le gustaba  pensé en poner un estudio”, cuenta Pablo desde el nuevo local que hoy tienen en el barrio de Martínez. Una casa de techos altos, que de afuera, con reja verde y sus columnas blancas, pasa totalmente desapercibida entre las otras. Antes tuvieron un local a la calle, pero se dieron cuenta que no lo necesitabn cuando la agenda de turnos se empezó a completar con varios meses de anticipación.

Hoy, Would está conformado por Pablo, quien se encarga de la gran mayoría de los diseños, la difusión y las fotografías, y  Guillermo Ryan y Valeria Fukunaga, los tatuadores. Hay algunos trabajos especiales de los que se hace cargo Candelaria, una de las que puso en marcha el proyecto. Por ejemplo, actualmente sigue trabajando con “la manga beatle”, un obra que ocupa la parte superior el brazo de un joven y tiene las caras de los cuatro músicos ingleses, todo en colores que van del naranja al rojo.

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A la hora de tatuar cada uno tiene su estilo. Guillermo fue ilustrador, más que nada de caricaturas, y Valeria, por otro lado, es artista plástica y profesora de artes audiovisuales. “El estilo es algo que valora nuestro público. Porque saben que nos gusta lo que hacemos, y eso se ve reflejado en el trabajo de los chico”, dice Pablo mientras mira fotos de los tatuajes hechos por Vale y Guille.

Would arrancó como un proyecto independiente pero cuando empezó a crecer fue necesario que sus integrantes se organizaran mejor. Y ahí apareció Gabriela Salinas: “Nosotros éramos un desastre: la gente se iba y no nos pagaban, no teníamos bien armados los turnos, sacábamos la plata de la caja para comer y nadie anotaba nada. Cuando la cosa empezó a crecer, ese lio nos sobrepasó, y Gaba nos ayudó. Ella se encarga de la agenda, los horarios, la plata y todo eso que es un bardo. Cuando falta volvemos locos!”, reconocen los miembros de Would.

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“El tatuaje esta armado como algo muy comercial en nuestro país. Incluso en las casas convencionales hay libros con modelos ya prediseñados donde la gente va y elije que se quiere hacer, como si estuvieran eligiendo una remera”, explica Pablo. En Would, en cambio, insisten con que para ellos el tatuaje es un es un ritual importante. “A veces les decimos ‘yo no lo haría así’, y le cambiamos el diseño por una libre interpretación. El mensaje es el mismo pero, con la composición que nosotros queremos hacer. Ante estos cambios la gran mayoría de los clientes quedan fascinados con los nuevos diseños”.4


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