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SOCIEDAD

JUGAR DE VERDAD

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La cultura gamer sigue siendo un misterio para muchos en el país. Lejos de ser simples fanáticos de los videojuegos, los “deportistas electrónicos” son profesionales que entrenan, participan de torneos internacionales y hasta consiguen sponsors que los vuelven exclusivos.

Su lugar en el bar

El año gamer en Argentina

Por Stephanie Zucarelli (@StephZuca)

Durante años, uno de los mejores regalos que podía esperar un chico para un cumpleaños o Navidad era una consola de videojuego. La computadora familiar era el premio al buen comportamiento de los hijos después de hacer la tarea. Unas dos décadas después de la salida de la primera computadora portátil -quizá un poco más para los argentinos-, el espacio lúdico de las PC ahora se convierte en la principal función para cualquiera que hace del ocio una profesión: estamos hablando de gamers.

Es ahora cuando los mitos de los profesionales de los videojuegos se comienzan a deshacer. Ellos compiten y se entrenan, los jugadores se dedican a un deporte serio. Los e-sports o deportes electrónicos son el punto cúlmine de la virtualidad de toda la sociedad. Uno de sus principales lemas, repetidos por comunidades y foros, rompe con la concepción general: “No todas las personas que jueguen videojuegos son ‘deportistas-electrónicos’. Se debe diferenciar entre jugadores y profesionales del juego”.

foto Campeones

“Al principio jugaba por hobby, a la noche, con algún amigo. No entrenaba, se me ocurría alguna jugada y la practicaba con alguien”, comenta Francisco “Patán” Sotullo, deportista electrónico exclusivo del videojuego de FIFA. Había empezado a competir de manera internacional en el 2005, y hoy se lo cuenta entre los mejores jugadores a nivel mundial. “Este año decidí ser profesional al 100%. Me ofrecieron la conducción de un programa, y fui sumando sponsors; todo esto para que se me pudiera dar lo mismo que yo cobraba en un banco. Así fue como dejé mi trabajo y empecé a vivir de esto”, agrega, demostrando así que es posible en Argentina para una persona dedicarse profesionalmente a los e-sports.

Uno de los principales problemas a la hora de conseguir difusión, es el estereotipo de gamer que frena su propagación seria. “Acá no hay nada servido en bandeja. Los sponsors los busqué yo, y mi página también la armo yo”, concluye “Patán”, en perspectiva a la mirada argentina.

“La concepción general de la gente está muy errada a lo que es un gamer y a lo que son los videojuegos. Ya de por sí, la sociedad piensa que somos personas antisociales, encerrados en nuestras casas”, se diferencia Julio Cimato, dueño de LatinGamers, una comunidad fundada en 2010 que une a quienes comparten esta afinidad. Una vez más la realidad se ve obstaculizada por el estereotipo, pero no vencida. Según sus definiciones, un “deportista electrónico”, no es la persona que se encierra herméticamente con su consola a elección. Cimato rompe con ese mito donde se describe al gamer como adicto a los videojuegos, una problemática emergente en la actualidad.

Foto juego (1)

No sólo jugadores profesionales, sino que a raíz de los videojuegos se conformó toda una cultura de expertos. Ignacio Estanga, “The Argie”, es ahora un caster oficial (relator de partidos electrónicos). Según afirma, su tarea no es muy diferente a la de cualquier periodista deportivo. En un principio jamás se imaginó poder dedicarse a lo que hace: “Cuando empecé a trabajar como caster, también lo hacía en un callcenter. Lo hice primero como una parodia a otro relator y me olvidé después que lo subí a Internet. Al mes siguiente, vi que mi canal tenía 14 mil reproducciones. A la gente le gustaba lo que hacía”, cuenta sorprendido. Actualmente, es uno de los casters más populares de habla hispana a nivel mundial.

Los e-sports unen continentes y tienen más adeptos cada año. El juego on line “League of Legends”, reúne aproximadamente 80 millones de personas en todo el planeta. Para la final del 5 de octubre, alquilaron el Staples Center -quienes les gusta el basquet lo reconocerán como sede de Los Ángeles Lakers- y las entradas ya están completamente agotadas.

En Argentina, el creciente reconocimiento hace resurgir a los jugadores y comienza la puja de los torneos internacionales. Eventos en el país, como la World Cyber Games y la Tecno Lan Gaming, aglutinan a muchos equipos de jugadores –respaldados por diferentes empresas de tecnología gamer- y brindan la esperanza a todos de competir en el extranjero.

Encontrar una definición del jugador de videojuegos y romper con el estereotipo, es una gran manera de impulsar toda una rama de profesionales. Ni adictos ni simples aficionados, los gamers, se postulan como el futuro en los deportes.

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Su lugar en el bar

Por Laura Guzmán (@Lolaguzmanok)

“Bar of Legends” es una de aquellas propuestas que hacen de Buenos Aires una ciudad convocante para los fanáticos de los videojuegos, aunque con actividades pensadas para todos los públicos.

Foto Bar

“El bar está pensado alrededor del juego League of Legends, que actualmente es el más jugado del planeta con unos 70 millones de participantes activos”, explica Julio, integrante de “LatinGamers”, una organización cuyo objetivo es masificar el uso de los videojuegos a nivel social, y además, propulsora de estos encuentros.

“En Estados Unidos, League of Legends fue convertido por ley en ‘un deporte real’, al igual que el fútbol y el básquet. La atracción del juego es la simplicidad y el hecho de compartir la experiencia con amigos y conocidos. Se basa en dos equipos que deben derribar un nexo o estructura del otro equipo para ganar”, cuenta Julio.

Los torneos se transmiten por la web, a través de las pantallas, y también hay eventos con finales presenciales en vivo. El objetivo de Bar of Legends es generar un ambiente informal y divertido, donde los gamers o los curiosos, jueguen sus videojuegos preferidos y pasen un buen momento. En Buenos Aires, ya se realizaron cinco ediciones, cuatro en el bar Acatraz, en Rivadavia 3626, y una especial en el Teatro Empire, ubicado en Hipólito Yrigoyen 1934.

“Todos aquellos que quieran asistir, pueden hacerlo, sepan o no de gaming. No hay restricciones de edad”, comenta Julio. Las entradas suelen tener un costo que va desde $40 hasta $120. Para más información: www.baroflegends.com.ar .

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El año gamer en Argentina

Por Germán Mercurio (@GermanMercurio)

El 22 y 29 de septiembre, el teatro Vorterix se convirtió en una gran sala donde se podían ver y probar lanzamientos de los mejores videojuegos y competir con otros gamers. Se trató de “Cyberix”, un evento que reunió a cientos de aficionados y amantes de los videojuegos. Fue organizado por el programa “Malditos nerds” (Vorterix FM 103.1) y por la reconocida revista “Loaded”. Ambos difunden información del mundo de los juegos electrónicos y convirtieron al teatro de Colegiales un cyber gigante donde el único objetivo era jugar. Además de las consolas y máquinas con acceso a Internet, con una importante variedad de juegos para elegir, los organizadores dieron la posibilidad que cada gamer pueda llevarse la suya y anotarse para jugar a algunos videojuegos como: “LOL”, “Battlefield 3” y “Pro Evolution”.

Pero no sólo “Cyberix” transportó al mundo de los videojuegos a propios y ajenos. Otra alternativa para aquellos que quisieron saber un poco más este año fue Tecnópolis. Desde julio, la mega muestra ubicada de Villa Martelli, ofrece una exposición dedicada a explorar, investigar, jugar y disfrutar de la historia de los videojuegos:Game on. El pabellón “Zona Videojuegos” fue furor y contó con más de 60 juegos que recorrieron la evolución histórica del ocio electrónico desde sus comienzos hasta las producciones de la actualidad: desde la década de los setenta con el Pong y el Asteroids, atravesaba los ´80 con Galaga y Pac-Man, luego con las consolas Play Station y por último con los juegos que reaccionan con movimientos, una sofisticación gráfica hiperrealista.

Además de los videojuegos, Game on ofreció conferencias con los creadores y programadores más reconocidos de Argentina que trabajan para otros países.

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“La Catedral de Francisco”

Cientos de fieles dejaron sus oraciones y ofrendas en el templo que vio pasar a Jorge Bergoglio como cardenal primado de Buenos Aires. Cómo fue la despedida al “Papa de los pobres”.

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A esa hora en la que Plaza de Mayo se deja ganar por la noche y los autos iluminan junto al alumbrado público, las escalinatas de la Catedral Metropolitana se convirtieron en un altar urbano. Velas encendidas, otras ya derretidas; ramos de flores frescas apoyados sobre las columnas que tienen pegadas banderas argentinas y papales, rosarios, estampitas, camisetas de San Lorenzo y cartas escritos a mano. Sobre Rivadavia, un retrato en tiza del Papa decora el asfalto como si su figura emergiera desde ese suelo que alguna vez lo vio caminar.

Detrás de las cámaras de TV de los medios nacionales e internacionales, y de los vendedores de recuerdos sobre las escalinatas, hay un murmullo bajo que envuelve. Gente que reza, que conversa en voz baja o que simplemente está. Turistas, creyentes, algunos que no se identifican con ninguna fe. Todos llegaron allí por alguna razón. Edgardo y Jazmín, una pareja peruana que observa en la entrada de la Catedral, comenta que estaban de visita cuando sucedió la muerte del sumo pontífice. “Era muy humilde, incluso ahora, en su despedida. Esperamos que el próximo Papa siga su legado, pero sabemos que en nuestra vida no veremos otro latino”, dice ella.

Unos pasos adentro del templo, un perro callejero duerme justo debajo de la cartelera que anuncia las misas y ceremonias especiales a la ocasión. No estorba el paso. La gente lo rodea, lo mira e incluso le toman fotos como si también él formara parte de esta escena serena y devota.

Adentro, el ambiente se vuelve más íntimo. Los pisos de mármol y las paredes macizas contienen la emoción de quienes ingresan. Aquí ya no hay medios de comunicación ni vendedores ni ruidos molestos. Solo pasos lentos y un murmullo que acoge.

Al final del pasillo de la nave principal, a pocos metros del altar donde Bergogliocelebraba misas, un escritorio exhibe un libro abierto. La gente se acerca a firmarlo, a dejar un mensaje, una oración. Al lado hay un cartel escrito con letras simples: “Francisco. Recibir la vida como viene. Detrás, custodiado por cadetes de la Policía Federal vestidas de gala, un cuadro del Papa con su tradicional túnica blanca y su cruz plateada. Al costado, la mitra y el báculo que él utilizó cuando era cardenal primado de Buenos Aires. Todorodeado de coronas de flores blancas sobreel piso.

Frente a ese altar se detiene Daniel, un joven brasileño que también reflexionó con ETER Digital sobre los desafíos del porvenir: “Francisco fue un hombre del futuro que luchó por los que no tienen voz. No creo que haya otro como él. Quien lo suceda tiene una tarea inmensa: sostener un legado difícil de olvidar”.

Sentada sobre los viejos bancos de madera, una mujer llora hasta con el cuerpo. Se tapa la cara mientras a su lado un hombre la abraza y un niño mira sin entender demasiado. La imagen se repite varias vecesen otros bancos: la del duelo compartido en familia y entre generaciones.

A pocos metros, tres hombres se detienen frente al mausoleo de José de San Martín, que esta vez tiene menos protagonismo que de costumbre. Hoy todos los ojos y gestos parecen estar dirigidos a Francisco.

El reloj se acerca a las 20 cuando los policías que rondaban por los pasillos anuncian el cierre de la Catedral. Pero afuera el recuerdo sigue. Una señora mayor, de pelo corto rojizo y mirada vivaz, camina con paso seguro hacia un móvil de televisión: es conocida como “La Señora de los Velorios”. Pero esta vez no vino exclusivamente por eso. “Yo vine hoy por él. Era una persona muy humilde. En las misas de San Cayetano saludaba uno por uno sin importar la cantidad” de gente que hubiera, recuerda. Orgullosa de que haya sido argentino, Mari reivindica la relación del Papa con su Patria: “No me molestó que no volviera a Argentina. Su misión acá ya estaba cumplida”.

La Catedral Metropolitana, la Catedral del Papa, no parece estar triste sino más bien emocionada, como si supiera que Francisco no se irá del todo. Que lo que deja no cabe en una tumba sino en los gestos, palabras, luchas y convicciones que muchos fielestomarán como bandera. 

Desde la vereda hasta el altar, este lugar que alguna vez fue la casa de Bergoglio hoy vuelve a serlo. Por una noche al menos. O al menos por esta despedida, por la historia que empezó en estas baldosas donde ahora se vuelve a rezar por él.

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Sabe la Tierra: comunidad, sostenibilidad y compromiso 

La feria que tiene como objetivo cuidar la tierra y generar un vínculo entre los pequeños productores y los consumidores “rescatando la relación humana más allá de la compra-venta” está por cumplir 15 años. Conocé cómo se originó el proyecto que tiene en la actualidad mercados semanales en la Ciudad, Vicente López y Necochea.

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La feria que tiene como objetivo cuidar la tierra y generar un vínculo entre los pequeños productores y los consumidores “rescatando la relación humana más allá de la compra-venta” está por cumplir 15 años. Conocé cómo se originó el proyecto que tiene en la actualidad mercados semanales en la Ciudad, Vicente López y Necochea.


Va cayendo el sol en el Parque Las Heras y la primavera se hace notar con su típica brisa de la última hora de la tarde. La esquina de French y Coronel Díaz es una postal de domingo: en el frente se alzan los puestos de la feria de consumo consciente más famosa de Buenos Aires, con sus toldos blancos y sus características mesas forradas de arpillera en las que se lee su emblema: “Sabe la Tierra”. 

De fondo, el atardecer. La calesita que completa el cuadro da sus vueltas finales despidiendo a los niños que ríen y juegan hasta el último minuto antes del cierre. Los feriantes siguen vendiendo. El ambiente huele a fruta, a inciensos, a la vainilla de los postres caseros que ofrece uno de los puestos. Cada sección tiene sus olores, sus colores y sus sabores, según los productos que ofrecen, y son tan intensos que parecen elaborados para que los consumidores puedan llevarse un pedacito de naturaleza a sus hogares citadinos.

Créditos: Gobierno de la Ciudad.

Seguramente cuando Angie Ferrazzini pensó este espacio que uniría a pequeños productores, emprendedores y artesanos para conectarlos con el público, no se imaginó que terminaría gestando toda una propuesta cultural que ofrecería desde mercados itinerantes que recorren la ciudad hasta talleres de cocina y horticultura. 

Hoy, quince años después, la creadora de esta organización cuenta que Sabe la Tierra recibe cada mes alrededor de cincuenta mil personas en los más de cincuenta mercados y festivales que se presentan en diferentes barrios y ciudades. “Somos un equipo de 30 personas que creemos en otra forma de producir y de consumir”, contaba en la Charla TED que presentó en Necochea en 2023.

Y agregó en esa presentación: “Se me ocurrió crear un mercado de productores donde se pudieran encontrar los productores con los consumidores, promover el bien común y generar lazos de confianza. Esta fue la idea inicial para el proyecto hace 20 años”.

Como suele suceder con los grandes soñadores que cambian realidades, Angie comenzó a vivir su sueño en su propio jardín: no contaba con el capital necesario para sostener una gran exposición en un centro de convenciones como habría querido por ese entonces, pero eso no la detuvo. Con el propósito firme y la visión clara, esta exponente de la cultura naturista convirtió su casa en el espacio que sostendría el puente entre las dos puntas del mercado sustentable: productores y consumidores. Hoy, ese mismo puente se extiende a lo largo de trece locaciones distribuidas por todo el país.

“Venimos porque nos gusta comprar productos orgánicos y porque nos encanta el ambiente de la feria”, dice Candela, una joven que pasea con su familia y se detiene en cada stand observando con atención los productos exhibidos. Como ella, muchos de los clientes que visitan el lugar son fieles a la filosofía de la organización, que tiene seguidores desde sus inicios, cuando solo podía encontrarse en su primera locación formal: la estación San Fernando del Tren de La Costa. Desde allí fue expandiéndose como lo hacen los fenómenos culturales cuando saben atender necesidades sociales.

Más de mil puestos de trabajo generados demuestran que Sabe la Tierra no es solo un modelo de consumo responsable, sino también de economía sustentable. Este mercado consciente abre sus puertas para que cualquier emprendedor pueda desarrollarse y ofrecer productos de calidad. Tal es el caso de Luisa, el talento detrás de los mejores tequeños de la zona, que cautivan paladares de todas las edades en la carpa de comida venezolana.

Créditos: Sabe la Tierra

Luisa recibe a las personas que se detienen en su mesa con una amabilidad especial, invitándolos a degustar un bocadito de empanadas típicas de su país. Con una sonrisa amplia acompaña el son caribeño que lleva en el habla. Cuenta que vive en Argentina hace cinco años y que forma parte de la feria hace tres; y que gracias a este espacio es capaz de mantener a su familia y que incluso pudo pagar un viaje de visita a su entrañable Caracas

“La feria nos cambió la vida. Estamos agradecidos por esta fuente de trabajo que nos permitió lograr la anhelada estabilidad económica”, afirma emocionada. Esta emprendedora, que supo sobreponerse a los embates de la expatriación e insertarse en el mercado laboral de nuestro país a través de su vocación en la cocina, es un ejemplo del impacto que tiene en los trabajadores este espacio de comercio justo y consciencia. Para esta comunidad, los valores agroecológicos y el compromiso fueron la clave del crecimiento.


*Estudiante de la carrera de Periodismo y Producción de contenidos a distancia.

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La Biblioteca del Puente en Caballito: un gran esfuerzo para no dejar morir la cultura y los buenos valores 

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Cómo fue la toma de estudiantes en defensa de la UNTREF

En octubre del año pasado, luego de una resolución del Centro de Estudiantes de la universidad pública, se decidió hacer un plan de lucha en contra del hostigamiento a la comunidad universitaria y las políticas de desfinanciamiento del actual Gobierno.   

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En octubre del año pasado, luego de una resolución del Centro de Estudiantes de la universidad pública, se decidió hacer un plan de lucha en contra del hostigamiento a la comunidad universitaria y las políticas de desfinanciamiento del actual Gobierno.   


“Universidad tomada” advierte una bandera en la puerta de la Sede Lynch de la Universidad Nacional de Tres de Febrero (UNTREF). Son las ocho de la noche de un miércoles de octubre  en el barrio de Sáenz Peña y la vereda de la sede abunda de información. 

Una clase abierta donde los alumnos sentados en ronda en pupitres azules escuchan atentamente al docente. A metros, estudiantes se reúnen distendidamente algunos de ellos con sus mochilas, mientras otros cargan bolsas con acolchados y sábanas para pasar la noche en su casa de estudios. 

La UNTREF se encuentra tomada con vigilia hace exactamente siete días luego de la Resolución Interclaustro -realizada el 10 de octubre de 2024- donde participaron docentes, no docentes, estudiantes y graduados

La decisión fue una toma organizada que garantice la continuidad de las clases y que incluya un plan de lucha para visibilizar el reclamo presupuestario por las universidades nacionales. “Estuvimos todo el fin de semana organizando el cronograma, nos acostamos a las 4 de la madrugada para levantarnos a las 7”, comenta Lucho Borzatto, estudiante de la Licenciatura en Logística e integrante del centro de estudiantes. 

A lo lejos se escuchan los murmullos de otra clase abierta que sucede en el sum del edificio, donde se encuentran el buffet y la fotocopiadora. Las luces son tenues porque el docente proyecta diapositivas para el desarrollo de la clase. En simultáneo, alumnos salen de sus aulas, algunos vuelven a sus hogares, otros se reúnen en allí o en la vereda para pasar parte a sus compañeros sobre su desempeño en los parciales. Las paredes del establecimiento aún conservan afiches pegados de otras cátedras y no faltan los carteles con consignas como “No caímos en la universidad pública, la elegimos”

“La gente camina como un caballo por acá, no habitamos la universidad, muchos venimos a cumplir, siento que eso está cambiando”, comenta Lena Blanco, estudiante de la Licenciatura en Gestión del Arte y la Cultura mientras toma el último sorbo de mate. Está sentada delante de la bandera de su carrera que pintaron para la Marcha Federal Universitaria de abril. Además, expresa su sorpresa al ver la cantidad de carteles pegados en las paredes: “Antes no se podía poner nada, no encontrabas ninguna expresión más que las típicas que hay en los baños”. 

Alrededor de 200 alumnos de la UNTREF se organizaron y formaron comandos divididos en distintas áreas. “Tomar la universidad no es joda”, indica Lucho y agrega: “Requiere de mucho trabajo y sacrificio”. Y así es, los comandos se dividen por área: prevención y logística, agenda cultural, documentación audiovisual, comidas y alimentos, higiene, prensa y comunicación, entre muchas más. De esta forma, se suman a los cientos de miles de estudiantes involucrados en el plan de lucha a lo largo y ancho de todo el país.

A partir del veto del Presidente Javier Milei a la Ley de Financiamiento Universitario, las tomas en las facultades brotaron como pasto después de la lluvia. Un relevamiento de la FUA (Federación Universitaria Argentina) indicaba en ese entonces que ya eran más de 30 edificios tomados, mientras que asociaciones civiles como Argentinos por la Educación afirmaban más de 80. 

Incluso fue un momento donde algunas universidades fueron tomadas por primera vez, como fue el caso de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM). La amenaza por el desmantelamiento de las universidades nacionales puso en alerta a todos los estudiantes en cada rincón del país y los convocó a organizarse para defender su futuro. 


*Estudiante de la carrera de Periodismo y Producción de contenidos a distancia.

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Marcha universitaria: una multitud contra el veto de Milei

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