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“CORRIMOS EL TECHO DE LO POSIBLE”


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A 38 años del último golpe cívico militar, Eter Digital reconstruyó la historia de tres víctimas de la dictadura que pudieron contar su verdad en 2013. Tres casos para los que este 24 de marzo no fue uno más.

Por Julia Muriel Dominzain y César Aldama

Imaginate que tenés tres años, tus papás desaparecieron y te mandaron con tu hermano a un Instituto de Menores durante 40 días hasta que tu abuela te encontró. Imaginate que a tus viejos no los viste nunca más. O que viviste hasta los 20 años sin saber tu nombre real. O que estuviste en un orfanato cuando tenías 13.

Ahora imaginate que te digo que para que haya justicia vas a tener que esperar un año. No, qué digo un año, imaginate diez. Ahora imaginate más del triple.

Aunque ya hubo treinta y ocho veinticuatros de marzo después de 1976, este es el primero en que Nicolás Koncurat, Ángela Urondo Raboy y Alba Camargo llegan al aniversario del Golpe de Estado habiendo declarado en los juicios por la desaparición de sus padres. La Plaza de Mayo recibe con sol y un aire que corre de verdad a estos hijos que aportaron su testimonio en las causas ESMA, La Perla y Mendoza.

Nicolás Koncurat declaró en el tercer juicio de la megacausa ESMA en la que hay 67 imputados y 789 víctimas por delitos de lesa humanidad. Entre ellos, se juzga la desaparición de los padres de Nicolás el 3 de diciembre de 1976, Mario y Claudia. “Me alegra saber que estoy criando un hijo en una sociedad donde se busca justicia”, cuenta. Igual, aclara, el aniversario no deja de ser doloroso, fuerte, movilizante. “Esta historia te queda inscripta”, piensa en voz alta. Antes sólo podía hablar de su historia con pocas personas. Ahora destaca la descentralización de la marcha, que se hizo en muchas plazas de Buenos Aires y del interior: “La historia tienen que conocerla muy bien desde Jujuy hasta Ushuaia”, remata.

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Alba Camargo fue secuestrada el 5 de agosto de 1976 junto a sus padres, Armando y Marta Bértola. Ellos desaparecieron. Ella, que tenía 13 años, estuvo en un orfanato hasta que la fue a buscar una tía. En octubre del año pasado declaró por primera vez en la megacausa La Perla, que tiene 16 expedientes y 416 víctimas. Cuando salió del tribunal, su hija Luciana la miró y le agradeció. “Es mucho amor”, reflexionó Alba, que se sacó el peso de la historia que cargaba sola y lo transformó en memoria colectiva y justicia argentina. “Me siento más liviana”, dice. Es más que una metáfora, cuenta que bajó seis kilos. La historia pasa por el cuerpo. Este 24, mientras marcha junto a HIJOS, tiene “menos conversaciones en la cabeza y más posibilidad de proyectar”.

Angela Urondo Raboy siempre se llamó así, pero durante la mitad de su vida no lo supo. Tiene 38 años, es Urondo y es Raboy. La hija del poeta Paco y la periodista Alicia  marcha con sus compañeros y amigos del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS). Sus hijos, Rufino y Boris, ayudan a llevar la bandera. Ángela fue secuestrada junto a sus padres el 17 de junio de 1976 cuando tenía 11 meses. Desde entonces, hasta sus 20, creyó que sus padres habían muerto en un accidente automovilístico. En 1995 empezó a movilizarse cada 24 de marzo y recuerda los pocos recursos que había y que “los escraches eran lo más parecido a la justicia”. Pero también cuenta cómo la historia los atraviesa: “La fuerza que te da haber estado parado frente a la pared de la impunidad, no te la olvidás más”. Ángela declaró en la causa de Mendoza en la que Juan Agustín Oyarzábal, Eduardo Smahá Borzuk, Alberto Rodríguez Vázquez y Celustiano Lucero fueron sentenciados con perpetua en cárcel común. “Corrimos el techo de lo posible y recién ahora me doy cuenta de lo reparador que es y de lo lastimoso que era lo otro”, dice mientras camina, firme, verdadera, mirando como quien sabe que ya no hay quien la pare hacia la Plaza de Mayo.


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