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CUMBIA PARA TODOS Y TODAS


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En los últimos años se vive un inusual acercamiento entre los mundos “rockeros” y “cumbieros”

Por Eliana Iturrieta

La noche arrancó temprano en La Mágica. En esta ocasión está “clonada”, y se celebra tanto en Groove como en Palermo Club. El plato fuerte será Damas Gratis, y un solo lugar quedaba chico.
A metros de Plaza Italia, del Zoo, de la emblemática Rural, esta noche se baila cumbia.
Llegan Pablito Lescano, los plomos, los músicos. Entre ellos se encuentra el saxofonista Sergio Colombo, líder de “El Natty Combo” y con participaciones en discos y presentaciones en vivo de bandas como “Los Cafres”, “Dancing Mood”, “Mimi Maura” e incluso el Indio Solari.
Si bien el fenómeno de la cumbia no es nuevo, lo que se generó en los últimos años es lo que sorprende. Hoy en día bailan cumbia y frecuentan los boliches alternativos de la movida aquellos que escuchan diferentes variantes de rock.
En la última década, el rock que otrora despreciaba a la cumbia la comenzó a incluir. La cumbia cambió, el rock cambió pero, sobre todo, el público cambió.
Pablo Coniglio es guitarrista de Shaila, emblemática banda de hardcore punk porteño, y uno de los creadores de Los Olestar, un rejunte de músicos de punk que reversionan clásicos de la movida tropical. Pablo considera que el acercamiento del público rockero a otros estilos tiene que ver con que “la escena rockera nunca se renovó, son los mismos de siempre haciendo lo mismo de siempre, permitiendo que los sellos que son dueños de los festivales y las editoriales sigan haciendo dinero”. Considera que son estas mismas maniobras las que generan los prejuicios hacia lo “nuevo”.

Cumbia para todos 3 Por Eliana Iturrieta, María Eugenia Bignone, Lautaro Coto y Nicolás Costa (2)

Si bien el rock siempre miró con recelo al mundo de la cumbia, a la inversa no fue tan lineal. Muchos de los músicos identificados en estos movimientos en su vida cotidiana escuchan rock. Es el caso de Fantasma, una banda joven de cumbia villera, en la que sólo el percusionista deriva netamente de la cumbia. El resto de los músicos anteriormente tocaron en bandas de otros estilos: Peluche Egozcué, el bajista, tocaba el bajo en Victoria Mil, ambos tecladistas y el octopadista militaron en diferentes bandas de power metal, hardcore y punk. Juan Manuel, el encargado del octopad, destaca: “El público del rock no se renovó, el mismo público de hace 15 años atrás es el mismo que el de ahora, y una persona de 30 años no tiene los mismos prejuicios que cuando tenía 15. Si bien el público es el mismo, lo que cambió en 15 años fue la cabeza de esa persona, al menos en mi caso”.
El público, poco a poco, comenzó a integrarse en esta especie de comunión cumbiarock.
El primer paso lo dieron desde los escenarios, los músicos, con presencias cruzadas. Pablo Lescano supo tocar con 2 Minutos, Dancing Mood, Fidel Nadal, Andrés Calamaro, Los Fabulosos Cadillacs, entre otros. En una entrevista Lescano aseguró: “A mí me gusta fusionar la cumbia con todo, meto reggae, meto cuarteto, meto ska, y aprendo mucho del dance también, trato de buscarle un oído comercial para saber cómo puede ser que un tema cuadrado pegue tanto. Pero lo mío es la cumbia”.
El segundo lo darían los boliches, reformulando sus estrategias para abrirse a nuevos públicos. No sólo “La Mágica”
Aportó cumbia a un nuevo target, sino que nuevas fiestas como la “Allsides” o la “Bizarren”.
Los concurrentes, reacios al principio, se convertirían en reincidentes, celebrando con el paso del tiempo el cambio de conciencia. Al respecto, Pablo Coniglio comenta los miedos que tuvieron en un principio: “Si bien sabíamos que las versiones estaban buenas, no pensábamos en qué pasaría. Supusimos que habría resistencia, algunos se asustaban u ofendían, pero nos divertía”.
Como todo cambio, requiere de tiempo, pero en este caso, la integración ya está en marcha. Agustín tiene 24 años y vive en La Boca, cuenta que frecuentaba “Fantástico bailable”, de Once: “Predomina la clase media baja, aunque hoy se mezcla mas la cuestión de las clases sociales. La cumbia cambió como pasa con la sociedad y la cultura. Creo que eso va bastante de la mano, como cambia el fútbol, el rock, el gobierno, la juventud”.
Esta vez la música logro su cometido traspasando las barreras que mas separan a los hombres. Las mentales.


“El que dice que no le gusta está mintiendo”

Por Lautaro Coto y Nicolás Costa

José Pepe Gozalo fue el manager del Potro Rodrigo durante su etapa más exitosa, y hasta su trágica muerte, en 2001. Ahora es el productor de famosos artistas de la movida tropical, como El Original, Tambó Tambó, y Miguel Ángel. “Cumbia baila todo el mundo. El que dice que no le gusta está mintiendo. Aunque no lo quieran demostrar, todos ven los programas de cumbia y saben las canciones”, afirmó Pepe.
Gozalo pisa fuerte en el ambiente. Su carrera empezó antes del fenómeno Rodrigo y continúa hasta hoy. Es defensor de la movida, pero remarca diferencias: “Agapornis no es cumbia. Son unos conchetitos que salieron a hacer cumbia, y no son negros, por eso los consume la concheteada”. Pepe se refiere a una banda platense que se dedica a hacer covers de diversos estilos, y que por eso mismo pegó fuerte.
“Yo soy de la época de La Nueva Luna y Ráfaga, y después de Damas Gratis. Todas bandas humildes”, contó Gozalo. En los últimos años la cumbia cambió. Surgieron nuevos artistas de distintos estratos sociales, y el género penetró plenamente en la sociedad. “Agapornis vende porque son conchetos. Como los nuestros son pibes  de la villa parecería que son malos, pero son mejores músicos y lo hacen con amor y pasión”, agregó el ex manager de Rodrigo.


Bailantas del Conurbano

Por María Eugenia Bignone
Los remiseros nocturnos son profesionales del conocimiento callejero. En San Miguel no son la excepción a esa regla. “Nanday es el boliche más concurrido de San Miguel porque tiene shows en vivo de cumbia. Hoy por ejemplo toca la Nueva Luna”. Dice Alfredo, canoso y de unos 45 años, mientras maneja velozmente sin importarle las “cunetas”. Nanday se encuentra en la avenida Ricardo Balbín 1984. Al llegar se vislumbra una fila larga, muchas luces y los autos estacionados en la puerta con cumbia a todo volumen.
Alfredo, mientras maneja, cuenta que siempre suele trabajar los fines de semanas en base a los shows que haya en ese boliche: “Siempre tocan bandas piolas”. Además muestra su fanatismo por la cumbia y por sus ganas de presenciar la función, y con un tono fanfarrón destaca: “Este es el mejor boliche de cumbia, no sólo de San Miguel”.
Luz tiene 23 años y vive en Pablo Nogués. Ella frecuenta el “Tropitango” de zona norte. “Pasan Cumbia villera y colombiana. El precio de la entrada es de 20 pesos para las chicas y 30 pesos para los chicos”, enfatiza. Luz opta por la cumbia clásica porque “las bandas nuevas, como Agapornis, plagian temas de otras bandas, sin aportar mucho”.
Emanuel vive en el Oeste y prefiere el reggaetón, pero cuando puede se escapa a bailar a “La Única”, en Quilmes. Recalca que allí pasan cumbia y reggaetón y la entrada cuesta solo 30 pesos.
En el conurbano las bailantas no sólo se destacan por la música sino por los precios accesibles tanto en las entradas como en “la barra”.


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