Contribuir desde Argentina a la unidad de la Izquierda paraguaya; realizar movilizaciones para enfrentar un golpe de Estado; asistir a miles de inmigrantes para que se regularicen y también puedan votar. Actividades que en vez de darse en un comité o una unidad básica, se realizan dentro de un club de fútbol, el Deportivo Paraguayo. La institución más grande de la colectividad está conducida por ex militantes revolucionarios que continúan comprometidos políticamente.
Por Martín Paolucci
“Cuando éramos jóvenes nos metimos a militar en Deportivo porque era el único espacio que nos quedaba para resistir a la dictadura en nuestro país. Hoy, 30 años después y en democracia, seguimos luchando por un mundo más justo”, dice Antonio Gaetti, vicepresidente de Deportivo Paraguayo, club de la Primera D que tiene su sede en el barrio porteño de Constitución y que con 3500 socios es la institución más grande de la comunidad extranjera más numerosa de Argentina.
De lo que habla este inmigrante de 68 años y que participa de la dirigencia del club hace 30, es sobre la particularidad que distingue al Depor de la mayoría de los clubes argentinos: la militancia política combativa de sus principales dirigentes. A contramano tanto de los actuales gobiernos democráticos de tinte neoliberal como de la dictadura de Alfredo Stroessner, que azoló ese país durante 35 años, régimen de derecha que llevó a los principales referentes del club a exiliarse y de cuyo partido, el Colorado, es el actual gobierno paraguayo.
Gaetti mira la cadena de noticias venezolana TeleSur mientras algunos socios empiezan a llegar al buffet para jugar a las cartas, tomar caña o charlar entre amigos. A su mesa se incorporan también Salomón Ramírez Santacruz, presidente del club; Alejandro Romero, tesorero; y Gilberto Ramírez Santacruz, secretario de cultura, historiador, poeta y hermano de Salomón.
“Somos la institución deportiva que más eventos culturales realiza por año y esto es una forma de hacer política. Queremos llevarle pensamiento crítico a nuestros hermanos y abrir el club a los vecinos”, asegura Gilberto. A su lado, su hermano Salomón explica qué actividades políticas realizan los referentes del club cuando el fútbol profesional se los permite. “En los últimos tiempos tuvimos luchas muy concretas: ayudamos a Kirchner en la legalización de miles de paraguayos en el Plan de radicación “Patria Grande”, el más importante de Latinoamérica. Organizamos manifestaciones contra el golpe de Estado que le hicieron al presidente progresista Fernando Lugo en 2012, militamos por la registración de votantes en el exterior y también colaboramos en la formación del Frente Guasú en Argentina, el gran frente de Izquierda paraguaya”.
Los últimos dos temas a los que se refiere el presidente del Depor resuenan mucho en el mapa político de los paraguayos en Argentina, tanto entre los opositores al actual gobierno colorado del empresario Horacio Cartes como entre sus simpatizantes: la registración de exiliados, mayoritariamente por razones económicas, para que voten, trámite que el gobierno paraguayo intenta evitar con tecnicismos. Además, está la formación de un gran frente de Izquierda, el Frente Guasú (Grande en guaraní), movimiento que si lograra unificar a todas las fuerzas progresistas estaría bien posicionado según la mayoría de las encuestas para volver al poder de la mano de Lugo.
Pero estos desafíos no son nuevos para los referentes del Depor, ya que toda esta militancia comenzó hace más de 40 años en Paraguay:
“Lo que nos une a todos los integrantes de la dirigencia es nuestro origen. Somos hijos de opositores a la dictadura que al crecer militamos en movimientos guerrilleros de izquierda. Perseguidos por el stronismotuvimos que exiliarnos a la Argentina, ya que no teníamos otro destino que no fuera la cárcel, la muerte o la tortura”, señala Salomón, de 60 años y quien por primera vez accedió a la presidenciaen 1986 como parte de los llamados “Jóvenes renovadores”. Así era como se conocía a la camada de ex militantes revolucionarios, miembros del Partido Comunista o Febreristas (movimiento nacionalista de izquierda que gobernó Paraguay en los años ’30 y fue derrocado por un golpe de Estado) que ya establecidos en la Argentina decidieron dejar la lucha armada para empezar a combatir a la dictadura, tomando el control de la institución más importante que tiene la colectividad en Buenos Aires.
“Fuimos convocados por un grupo de viejos socios que pedían ayuda de los jóvenes para evitar que el club fuera a la quiebra. Fue así que llegamos a colaborar y en 1989, menos de cuatro años después había caído la dictadura. Fue ahí que a la par de organizar futbolísticamente a la institución, comenzamos a resistir a sus herederos civiles. Los que continuaron las desigualdades del régimen anterior”, cuenta Gilberto, el hermano menor del Presidente, quien es un destacado historiador y cuyos libros han tenido amplia difusión en su país de origen.
La sucesión de gobiernos protagonizados por herederos de Stroessner; denunciados por corrupción, con una incapacidad de reducir la pobreza extrema según estadísticas de la ONU y episodios de represión, los impulsaron a continuar con la organización de sus paisanos en esta nueva etapa democrática. Una de estas luchas fue el intento de parar el Golpe parlamentario, lamentablemente exitoso, que sufrió el gobierno progresista de Fernando Lugo en 2012. Por otro lado, la regularización de miles de paraguayos indocumentados junto al gobierno argentino fue una batalla que si pudieron concretar con éxito. Si podrán o no registrar a la mayoría de los paraguayos como votantes, es algo que aún queda por saberse.
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