ENTREVISTA A LILIANA DOMENICHINI, ABOGADA
Consejera en el Juzgado de Familia n° 5 del Departamento Judicial de La Matanza, integrante de la Comisión de Género de la Asociación de Magistrados y Funcionarios de ese partido bonaerense y miembro de la Asociación Latinoamericana de Magistrados, funcionarios y operadores de niñez, adolescencia y familia. Todos los días escucha a hombres y mujeres cuyas relaciones se han roto y los ayuda a encontrar un nuevo equilibrio protegido por la ley.
Por Griselda López
—El aborto es un tema siempre polémico. ¿Qué piensa del debate planteado?
Es una gran hipocresía lo que se plantea como debate porque la estadística dice que uno de los porcentajes más altos de mortalidad en la mujer es a causa de abortos mal hechos. Y quien se hace una de estas intervenciones es la mujer que no tiene plata para interrumpir su embarazo con todas las seguridades de asepsia y de práctica profesional.
—La controversia se debe a la discusión sobre el comienzo de la vida de la persona. ¿Cuándo considera la ley civil que comienza la vida humana?
La redacción original hecha por Dalmacio Vélez Sarsfield en 1869 dice que la existencia de las personas comienza con la concepción en el vientre materno mientras que la última redacción propuesta y que fue aprobada en el Senado establece que la existencia humana comienza con la concepción. Una propuesta que buscaba adecuarse a los tiempos actuales termina siendo peor que el artículo redactado en el siglo XIX porque significa que yo, en la actualidad, administrando alguna técnica de reproducción humana asistida como es la fecundación in vitro tendría una persona concebida dentro de un tubo de ensayo. ¿Entonces, yo científico voy caminando de un lado a otro, se me cayó el tubito y maté a una persona? Es absurdo. Estamos en un marco de ley civil de protección entonces la ley civil tiene que proteger a todas las personas. Si yo personalmente considero que la existencia de las personas comienza con la unión del óvulo con el espermatozoide, fantástico, pero si otra persona cree otra cosa, ¿por qué la ley la va a desproteger?
—El proyecto de interrupción voluntaria del embarazo (IVE) presentado en el Congreso a principios de abril legaliza la interrupción en las primeras doce semanas de gestación y más allá de ese lapso en casos de malformaciones fetales graves, riesgo de vida o salud de la mujer y en situaciones de violación ¿Qué piensa de este proyecto?
Lo comparto. Siempre hay proyectos de mínima y de máxima, desde hablar de una libertad absoluta, que no comparto, hasta la prohibición absoluta y yo creo que debe haber una cuestión progresiva: a mayor desarrollo del proceso gestacional, más restricción en el derecho o libertad de la mujer de elegir. Entiendo, en lo personal, y me proclamo católica, que la interrupción del embarazo en estadios tempranos no significa matar a nadie. Esta posibilidad no estaba contemplada salvo en las dos excepciones a la pena previstas en el artículo 86 del Código Penal que son los casos en que la vida o salud de la madre corre peligro y ese peligro no puede ser evitado por otros medios y el supuesto de violación de una mujer idiota o demente. En esto también hay que considerar que la mujer no se dice: ¿Qué hago hoy: voy a la peluquería o me hago un aborto? Yo nunca escuché a ninguna mujer que tomara esa decisión en el medio de una celebración. Entiendo que la persona que toma esa decisión lo hace realmente a conciencia.
—La tensión entre la libertad de la mujer y la vida de la persona que no nació es inevitable y el resultado dañino también lo es…
No hay otra manera de zanjar el tema. Hay dos cuestiones que tienen igual jerarquía: la vida y la libertad. Por eso digo que el límite es totalmente arbitrario. Deberíamos tener un nivel tal de educación en la población que una mujer tenga en claro ante una relación sexual casual -por ejemplo- asumir el riesgo de la posibilidad de un embarazo, saber usar correctamente métodos de anticoncepción y tener a mano la medicación necesaria llegado el caso de un embarazo pero eso requiere de población muy educada y con recursos disponibles. Esa no es nuestra realidad. Cuando no se puede reconocer dos derechos en la misma medida, no queda más que priorizar. Yo, personalmente, puedo decir: “Esto no lo haría” pero nosotros en Argentina tenemos un sistema que dice que las personas son libres.
—Desde el derecho se ofrecerá siempre una solución incompleta a estos temas…
Sí. En general, considero que a las cuestiones nuevas es mejor abordarlas, reconocer que existen y ordenarlas antes que mantenerme aferrada a una creencia o convicción que puede haber sido buena en algún momento y negarme a contemplar estas cosas nuevas que pasan. Discutir estas situaciones cuando tenés, por ejemplo, una nena de 13 años violada es ridículo. Yo creo que el derecho tiene que responder a la realidad. En el caso del aborto, no mejorar la legislación deja desprotegidas a mujeres vulnerables que tenemos la obligación de proteger. Yo estoy siempre a favor de la regulación.
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