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EL GAY FRENTE A LA MIRADA DE LOS OTROS


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Recientemente, un estudio difundido por los medios reveló que la Argentina figura entre los países con mayor tolerancia ante la homosexualidad. ¿Cómo se siente el gay frente a la mirada de los familiares de su pareja? ¿Qué pasa con los besos entre homosexuales si hay niños? ¿Qué hace la gente si ve una pareja de mujeres caminando por la calle? Una encuesta a más de 100 personas de diferente inclinación sexual, realizada por una alumna de la escuela de periodismo de ETER, revela las diferentes impresiones que la gente tiene respecto del amor entre personas del mismo sexo.

Por Daiana D’Agostino

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Cuando dos mujeres que según los cánones de belleza contemporáneos son muy atractivas caminan por la calle Florida tomadas de la mano, parecen una suerte de Madonna y Britney Spears dado que todas las miradas apuntan a ellas. Los hombres se desesperan como si estuvieran viendo una de sus mejores fantasías pasando ante sus narices, mientras que algunas mujeres miran de reojo. Soledad, de 32 años, se expresó al respecto: “Nunca me gritaron nada hiriente cuando camino de la mano con mi pareja, pero sí algunos hombres son groseros o exageradamente halagadores”.
La gran mayoría de las personas no tiene el conocimiento de que cuando una persona que va a donar sangre se declara homosexual el médico puede tomar la decisión, si quisiera, de no permitirle dar, a pesar de que esté en condiciones físicas de hacerlo. A la totalidad del centenar de personas consultadas en una encuesta de ETER Digital les pareció incorrecta esta cláusula contractual. Y quienes la padecen, contaron que ante ello toman diferentes recaudos. “Miento”, confesó llanamente Pablo, de 40 años. “Mentiría para poder donar, ya que es la situación por la cual fui hasta ese lugar”, coincidió Soledad.

Respecto a la impresión visual que le genera a un heterosexual ver a una pareja gay caminando por la calle se han manifestado curiosos en el 50 % de los casos y así lo exteriorizó Evelyn (27): “Me quedo mirando disimuladamente, es diferente a mi realidad y todo lo diferente a mi realidad me da curiosidad”. Mientras que Agustina (32) arguyó: “No me pasa nada cuando caminan tomados de la mano pero me choca si hay besos en público”. Para el otro 50 % es algo normal: aseguraron que nos les genera absolutamente nada que esto suceda.
Los niños son un tema aparte para la sociedad. “No sé si pueda perjudicar a un nene ver el cariño de una pareja homosexual y si así lo fuera tampoco sabría en qué, pero tampoco me parece lo ideal. Tengo una hija chica y me sentiría incómoda si eso ocurriera”, dijo Rosario (43). Mariela (33) admitió que si su hijo le preguntara, ella le explicaría que el amor no tiene género pero que fuimos creados para reproducirnos con el sexo opuesto. Maximiliano (43) narró que tuvo que explicarle a sus hijos, porque era algo distinto al modelo que él les había brindado.

El 100 por ciento de los encuestados consideró que si su hijo fuera homosexual lo amaría de la misma forma. Sólo quienes tienen una religión muy arraigada admitieron que no estarían felices con esa situación. “Creo que los hijos con la información recibida a lo largo de su crecimiento toman decisiones. Quisiera darles toda la información para que puedan amar a todos, a sabiendas de que Dios formó una familia compuesta por un papá hombre y una mamá mujer. Si mi hijo decidiera ser homosexual me pondría muy triste porque su vida sería incompleta”, analizó Evelyn, que es evangelista. En contraste, Cocó (31) apuntó: “No voy a compartir la cama de mis hijas, sino una vida con quien las haga felices”.
Seis de cada 10 personas homosexuales consultadas informaron que frente a los padres de sus parejas reconocen no tener el mismo comportamiento que si fueran una pareja heterosexual. Y 8 de cada 10 heterosexuales coincidieron en que no les afecta el comportamiento de una pareja gay en su ámbito familiar o social.
Soledad dijo que si bien se aprobó la ley del matrimonio igualitario “todavía vivimos con una cultura que no permite la expresión libre” para todos. ”Esto se debe a que uno se reprime y a que la sociedad no está preparada aún, pero todo es cuestión de tiempo”, concluyó. Para Agustina los derechos no son igual de aplicables. Por último, Pablo, un psicólogo social de 45 años, comunicó vehementemente: “Creo que los derechos los tenemos y son aplicables. Ser gay no me condiciona en lo cotidiano. Ahora bien, dependiendo del contexto en el cual me encuentre expresaría mi amor como lo hace cualquier pareja heterosexual. Por ejemplo, Capital Federal, debido a su movida gay, hace que uno pueda expresarse libremente; no ocurriría lo mismo en las provincias de este país. Muchísimo menos en África o Medio Oriente”.


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