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“ESCRIBIR UN LIBRO SIGUE TENIENDO UN VALOR ESPECIAL”


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Diego Igal, Diego Perri, Miguel Graziano y Diego Sehinkman pasaron por la Semana del Libro de Eter. Explicaron por qué muchos periodistas se animan a publicar y dejaron un consejo: “Antes de empezar con la aventura hay que saber si es posible”, coincidieron.

Por Sandra Acosta, Paula Amatista, Úrsula Asta, Andrea Blumtritt, Mabel Gill Ojeda, Germán Mercurio, Erika Silva, Martín Vidal Ramos y Carolina Villagra

“El libro todavía goza de un lugar simbólico que muchos otros productos en los medios ya no tienen. Plantar un árbol, escribir un libro y tener un hijo, esa pelotudez todavía tiene un valor”. Con esa definición, Diego Sehinkman, autor de “Qué tienen los políticos en la cabeza”, arrancó su participación en la charla de la Semana del Libro de Eter. Al igual que sus colegas invitados, Diego Igal, Diego Perri y Miguel Graziano, Sehinkman dejó en claro por qué muchos periodistas buscan publicar un libro aunque no tengan la plata para hacerlo.

Durante el encuentro, cada uno de los periodistas/autores invitados dio su visión sobre la escritura de un libro, desde la idea primigenia y la hipótesis a seguir, hasta la investigación para comenzar la búsqueda de una editorial que apueste a su trabajo.

Cada uno tuvo un disparador diferente. “Estoy desencantado de la profesión y decidí abrir el juego con el humor”, contó Diego Igal, autor de “Humor”, un libro que cuenta la historia de la revista homónima.

Escritores periodistas

Diego Sehinkman, que además de periodista es psicoanalista, dijo: ”Mi proyecto nació para cagar a un psicoanalista que todo el tiempo me preguntaba si era periodista o psicólogo. Así pude combinar ambas cosas”.

En cambio, para Diego Perri, autor de “Republica Stone”, un libro sobre los Rolling Stone, fue más simple: “En mi caso el disparador fue el corazón, porque soy un fanático de ellos desde los diez años”, remarcó. El archivo no fue un problema para él, porque tenía cosas guardadas desde la infancia.

Miguel Graziano, autor de “En el cielo nos vemos”, expresó: “Los disparadores fueron varios, pero el que más me llegó y motivó fue una declaración de Hilda Eloy, compañera de Julio López, que habla sobre sus desapariciones, y esto me llevó a querer escribir este recordatorio sobre él (Julio) ya que su desaparición, de un tiempo a esta parte, es tema tabú y nadie habla. Contra esas desapariciones simbólicas, apareció este libro”.

Con estas temáticas diferentes, cada uno contó su experiencia. Y salvo Miguel Graziano, todos reconocieron que lo mas difícil de escribir un libro, mas allá de lograr ser editados y conseguir el dinero, es desgrabar las entrevistas. “Es lo peor del mundo”, sentenció Diego Igal.

Todos coincidieron en que el proceso de escritura e investigación es largo, pero se hace muy veloz cuando las editoriales ponen a correr el reloj y se tiene una fecha límite. Ahí es donde la necesidad de llegar a destino es la mayor presión. Por eso, Sehinkman resaltó que “antes de salir a la aventura hay que ver si esa aventura es posible.

Como cierre cada uno de ellos también contó como se sintió al finalizar el texto y ver su libro a la venta. “No se recupera nunca lo que uno le dedica al libro”, concluyó Igal.


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