La Encuesta Nacional de Consumos Culturales indicó que las maneras y los objetos que se utilizan para escuchar música cambiaron mucho en los últimos 10 años. En el relevamiento -realizado entre 2013 y 2023- se registró que el 93% de la población argentina encuestada escucha música frecuentemente y que el 80% lo hace desde internet, inclinándose en gran mayoría a utilizar los dispositivos móviles. Sin embargo, todavía existen personas que escuchan música en CDs y vinilos, ¿quiénes son esos consumidores?
Hace mucho tiempo que los tocadiscos,MP4 parecen ser obsoletos en el uso cotidiano al lado de los celulares y las walkmans, reproductores de CD, MP3 y computadoras. Si bien en internet es común ver el regreso de estos dispositivos en las generaciones más nuevas -tanto en forma de modas pasajeras como de consumo melómano- este hecho no es la norma en la población de Argentina. Lejos de estos artefactos, la mayoría de los argentinos reproducen música desde plataformas digitales, como YouTube o Spotify.
Así mismo, gran parte de las personas no compran de forma diaria productos musicales como CDs o vinilos ni acceden fácilmente a dispositivos como tocadiscos o reproductores de música. En Mercado Libre, el valor de un vinilo nuevo -según el artista o banda y la colección- va de $20.000 a $100.000 (e incluso más). En el caso de los CDs, se manejan las mismas lógicas: los costos rondan entre $4.000 a $20.000.
Con los espectáculos o recitales, la visión de la población argentina es diferente. Como ejemplo se puede pensar en el caso de la gira de Taylor Swift en 2023: miles de fans compraron entradas con meses de anticipación que iban desde los $19.000 a los $160.000. Muchas de estas compras eran realizadas en cuotas, con tarjeta y, en el caso de las swifties provenientes de provincias con gran distancia de Buenos Aires, se tenía que calcular el costo de pasajes de micro o avión más el hospedaje. La experiencia de ver a tu artista o banda favorita por una noche llegó, en esos casos, a tener un valor que sobrepasaba los $234.000, casi el doble del Salario Mínimo, Vital y Móvil de noviembre 2023.
Los clásicos resisten en las vidrieras de las disquerías
En la disquería RGS, ubicada sobre Corrientes y Scalabrini Ortiz, los clientes van y vienen. Ojean los vinilos que están ordenados por género musical en estantes de exhibición y pasean mientras oyen por los parlantes del establecimiento el disco “B.A Jazz” del músico Jorge López Ruiz. Entre el bullicio de Villa Crespo, el local es un refugio sonoro donde los curiosos entran a admirar objetos de colección: adolescentes se amontonan para observar los CD’s de rock nacional, melómanos compran vinilos y charlan entre sí sobre joyitas ocultas del local; niñas y niños van a comprar su primer disco, recorriendo fascinados las tapas de los mismos.
“Los adolescentes y gente hasta los 40 escuchan música en plataformas digitales y algunos, por suerte, en formato físico”, explica Judy Galante, propietaria del establecimiento. Mientras etiqueta los precios de los CD ‘s, la comerciante cuenta que trabajó toda la vida en el negocio, ya que inicialmente pertenecía a su padre y, desde hace 30 años, es encargada por completo del lugar.
Galante nota una transformación del consumo: la gente joven, entre veinte años, escucha más géneros como el trap o reggaeton y, dentro de esas corrientes musicales, los vinilos y CDs no son los formatos más elegidos.
“Dentro de cinco o diez años no te vas a poner a escuchar el último disco de María Becerra”, explica Judy, mientras acomoda CD ‘s en una pila sobre el mostrador. Detrás de ella está “.MP3” de Emilia Mernes en formato CD. Al preguntarle cuántas ventas tuvo el disco, la propietaria confirma su punto: se vendió mucho el primer día que salió y ya está.
Los artistas y bandas que se compran todos los días en el local son los Beatles, Charly García, Spinetta. Estas ventas se dan generalmente con los CDs y, desde la observación de Galante, en el caso de los vinilos, es diferente: los consume otro público y su valor es cinco veces mayor que el de un CD. Las personas que los adquieren son en mayor medida gente “grande”, que puede y elige consumir vinilos teniendo en cuenta su precio en el mercado.
Galante cuestiona que la variedad en plataformas de música desvirtúe la utilidad de productos como los CD’s y vinilos. “Se siguen comprando porque se escucha mil veces mejor. En el disco tenés toda la información de cómo se grabó, quienes fueron los productores, que quiso poner el artista. La música no es solo el producto: tiene que ver con el arte, el compositor, el productor, los músicos y eso es todo un producto en sí”, argumenta la vendedora.
“Un disco está entre $6.000 y $9.000, vas a comprar a la verdulería y eso son dos kilos de pera. No es un lujo, es una decisión querer seguir consumiendo música o no. También hay que tener el tiempo y las ganas para sentarse y escuchar. Ese es el tema”, replica Judy Galante.
La venta en parques atraviesa una pronunciada caída
Una forma de consumo se da en las ventas en parques y plazas. Entre la variedad de lugares como alternativas a las tiendas de música, unos de los más frecuentados en CABA son el Parque Centenario y el Rivadavia. Si bien en sus puestos es común ver en mayor cantidad productos de segunda mano, también hay feriantes que revenden objetos nuevos o ediciones limitadas que nunca fueron utilizadas por sus dueños. Una posibilidad para el cliente de conseguir el disco que quiere a un menor precio.
En Parque Rivadavia no hay mucha circulación de gente. Por su pasaje se puede encontrar tanto a vendedores como a otros trabajadores que utilizan sus descansos para almorzar en las mesas y a clientes recorriendo los puestos en busca de libros, revistas y más artículos. Llegando al fondo del recorrido – los puestos que limitan con las calles Beauchef y Rosario – se puede encontrar con vinilos, CD ́s y cassettes, tanto usados como nuevos.
Andrea Stefano trabaja en el parque desde 2012, pero hace cinco años que consiguió un puesto fijo en el lugar. La vendedora nota una gran diferencia en las ventas: la gente ya no se puede permitir comprar estos productos de forma diaria.
“Ahora estoy vendiendo muy poquito. Desde hace unos meses que vendo dos vinilos por día, CD´s un poco más porque son más económicos”, cuenta mientras desciende el volumen de la música de su parlante. La baja en el consumo es impactante para ella, el año pasado vendía tres veces más en cantidad de productos. A comienzos de marzo, ella entendió que el consumo había cambiado y, con el paso del tiempo, empezó a tener días en la semana sin ventas. “Siempre fue cara la música, pero ahora es caro todo, entonces dejas de lado lo menos importante”, enfatiza la dueña del puesto.
Al preguntarle la razón por la que su clientela sigue consumiendo productos teniendo en cuenta la situación económica por la que se ve arremetida la población, Stefano cuenta: “Cuando empecé a comprar música no tenía plata, pero era el único gusto que me quería dar. Me interesaba más eso que la ropa, salir, que cualquier cosa. Debe haber más gente como yo. Ahora, si bien no es tan común comprar un CD´s, si te gusta el artista o la banda no te vas a conformar en escucharlo en una plataforma”.
El rock todavía vende entradas
Rivadavia Rock es un local de música ubicado en Rivadavia al 8705. Se mantiene abierto desde hace 39 años gracias a la venta de remeras, accesorios, y entradas a conciertos de bandas de rock y metal. Si bien en el negocio se vendían CD´s, con el tiempo el dueño, Maximilio Bustos, los redujo por la mínima compra que tenían.
Las mayores ventas son de entradas, debido a que el establecimiento es uno de los principales distribuidores en la comercialización de las mismas. En el lugar es frecuente ver -desde las seis de la mañana en los fines de semana- una larga fila de fanáticos que van con intención de ser los primeros en conseguirlas.
Bustos comenta que la cantidad de ventas dependen de muchos factores: el tipo de banda, el momento del mes y, sobre todo, el dinero que manejan sus clientes. Reconoce que las compras de las entradas han bajado en los últimos meses y que, dos años atrás, el mercado era “otra cosa”. Si hace cuentas, desde marzo el descenso en la venta de productos y entradas fue del 40% en su negocio.
“Cayó muchísimo la venta. Cambió con el tiempo y la restricción de la gente: pueden ir a un recital pero a otro no. Van eligiendo y antes tenías la posibilidad de ir a casi todos los recitales que podían trabajando. Ahora trabajas y no te alcanza la plata”, explica Bustos con frustración. En su negocio entran y salen clientes. Le preguntan los precios de tanto entradas como remeras, pero pocos salen del lugar con algún producto encima.
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