A diferencia de las siete cuadras de festejos interminables que revestían al barrio de Chacarita, en el predio de Juntos por el Cambio esta vez se ausentaron los globos amarillos, y predominaron las caras de desgano y tristeza.
Por Magalí Rodríguez Farías
A las 22:23 del domingo apareció en escena Mauricio Macri, en el centro del escenario ubicado en Costa Salguero. Acompañado de Miguel Ángel Pichetto, y con una cierta sensación de alivio y otro poco de resignación admitió su derrota, sacándose una mochila con la cual nunca se pudo identificar. Después de unos primeros minutos de discurso, una señora eufórica le gritó desde el público: “Fuiste el mejor presidente de los últimos 30 años”. Los presentes aplaudieron y lloraron. Mauricio agradeció.
Durante toda la jornada del domingo, previo a que se conociera el escrutinio final, fue solo Marcos Peña quien salió a hablar en la sala de prensa. Trató al sistema electoral de “arcaico y obsoleto”, y remarcó que siendo las 18:30hs todavía había gente que se encontraba ejerciendo su derecho. “El Frente de Todos está especulando mucho y es una falta de respeto para aquellos que aún están votando”, dijo. Más tarde se conoció el dato de que hubo una participación superior al 80 por ciento, un 4 por ciento más que en las PASO. En este sentido, el Jefe de Gabinete hizo hincapié en los votantes del exterior, que lo ponía muy contento aquella “participación masiva”.
Mientras tanto, en el escenario principal parecía vivirse un clima de fin de fiesta que empezaba y terminaba constantemente. Se percibían destellos de alegría y esperanzas entre la escasa juventud militante, que llevaba algún que otro pañuelo con la inscripción que caracterizó a la campaña: “Sí, se puede”.
Así es como ya, con los primeros resultados publicados, presidido y arengado por su compañero de fórmula Diego Santilli, Horacio Larreta alrededor de las 21:20 salió al centro del escenario para agradecer con una efusión un poco ambigua, a los ciudadanos de CABA por su apoyo y por su acompañamiento constante. El humo, las luces y los papelitos de colores cambiaron la escena. El volúmen de la música también subió de manera atónita. “Ahí está el dúo dinámico”, murmuró algún compañero de prensa y de repente toda aquella energía de desgano que se percibía minutos antes se transformó en algo similar a una cancha de futbol. “Para Horacio, la reelección” era el cántico principal. Al fin y al cabo Larreta, para ese entonces, ya se anotaba como el último bastión en pie del macrismo, junto a Alfredo Cornejo, quien logró revertir una elección difícil en la provincia de Mendoza. El resultado fue abrumador: 55 por ciento de los votos y 20 puntos de diferencia sobre su principal rival: Matías Lammens
Por su parte, una de las grandes derrotas, dentro de Juntos por el Cambio, se la llevó la gobernadora de la Provincia de Buenos Aires, María Eugenia Vidal, quien afirmó: “Hoy Dios me dio un descanso”, convencida que la elección no había pasado solamente por el pueblo soberano. Con un 38,65 por ciento de los votos versus un 52,07 que se llevó Axel Kicillof, candidato del Frente de Todos, Vidal sostuvo que va a seguir defendiendo a sus votantes, ya que ella no fue a la Provincia para “usarlos”, como expresó de manera contundent y con una voz entre cortada, que parecía percibirse a punto del llanto en reiteradas ocasiones. María Eugenia dejó la puerta entre abierta al finalizar su discurso: “Esto no termina acá. No nos rendimos”. El deseo de resistencia y de una oposición fuerte estaba más presente que nunca.
A los pocos minutos, ya cuando los resultados eran contundentes, finalmente Mauricio Macri se hizo presente junto con su compañero de fórmula Miguel Angel Pichetto. “Buenas noches a todos en esta noche distinta”, comenzó su discurso y felicitó primero a los argentinos por el alto nivel de concurrencia para votar, y luego al ganador presidencial Alberto Fernández. Luego de sus cuatro años de gobierno, y entregando el país con un alto nivel de pobreza, desocupación y devaluación, ahora Mauricio se encontraba frente a su gente y a la prensa, con ciertos aires de invicto y poniendo fin a un ciclo que arrastró a miles de Pymes a la devastación, a una “lluvia de inversiones” que nunca llegó y a un sector de ciencia y educación totalmente desfinanciado.
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