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Figuritas del Mundial: ¿dulce o truco?
Los acuerdos con las grandes empresas para comercializarlas, los problemas con los kioscos, la intervención del Estado por la venta en el mercado negro, el convenio con Cola Cola y la publicidad en el álbum con cromos de la marca. Como un juego de Halloween, el boom de las figuritas de Qatar 2022 tuvo una cuota de dulzura y otra de engaño.

Los acuerdos con las grandes empresas para comercializarlas, los problemas con los kioscos, la intervención del Estado por la venta en el mercado negro, el convenio con Cola Cola y la publicidad en el álbum con cromos de la marca. Como un juego de Halloween, el boom de las figuritas de Qatar 2022 tuvo una cuota de dulzura y otra de engaño.
Los recreos de las escuelas se utilizan para cambiar figuritas y jugar al “chupi”. En la puerta de los colegios y universidades se juntan a cambiar entre conocidos y desconocidos. En la oficina aprovechan la hora de almuerzo para cambiar las que les faltan. Todo esto se vive cada cuatro años cuando se acerca el Mundial.
Lamentablemente, este año no fue igual.
Como marca la historia, cada vez que Panini, organizador del álbum de la Copa del Mundo de la FIFA, comienza con la venta de figuritas, la mayor parte de las impresiones se destinan a kioscos, librerías y comercios de barrio. En esta ocasión, quizás bendecidos por la impronta de la polémica elección del país organizador, se hizo un acuerdo con las empresas petroleras y los grandes supermercados. La Unión de Kiosqueros de Argentina (UKRA) inició los reclamos en la puerta de la empresa organizadora debido a que, de los pedidos de álbumes y figuritas que hacían, recibían poco y en varios casos, nada. Por este motivo, se disparó la teoría -o la práctica- de oferta y demanda: los paquetes que costaban 150 pesos pasaron a venderse a 200, 300 y en ciertos lugares hasta 350 pesos. Más de uno lo hizo de pillo, aprovechando la locura generada por las figuritas de Qatar 2022, pero otros no tuvieron opción ya que la distribuidora se los vendía a precio no oficial.
Por Mercado Libre y Facebook Marketplace, se empezó a comercializar figuritas al por mayor. El mercado negro se hizo presente y ahí fue cuando intercedió el Estado.
El público estaba desesperado por conseguir las famosas pegatinas y así fue como se dieron a conocer muchos casos de personas que fueron estafadas por la venta mediante redes sociales. Un ejemplo claro fue el de Gian Luca, un chico que, en una entrevista para Todo Noticias, contó que fue engañado por un ladrón que le ofreció dos cajas con 104 figuritas y un álbum de tapa dura a $18.000, y desapareció luego de hacerle la transferencia del dinero. Según la Unidad Fiscal Especializada en Ciberdelincuencia (UFECI) del Ministerio Público Fiscal, se recibieron más de 30 denuncias de engaños, como el de Gian Luca, a través de las plataformas Mercado Libre y Facebook Marketplace.
Para los kiosqueros, la época previa al Mundial es el pico más alto de ventas gracias a las figuritas. Así lo confirma Maximiliano, dueño del kiosco ubicado en la Avenida Monroe, a una cuadra de Cabildo, que cuenta que desde que comenzó el lanzamiento de las pegatinas, recibió solo dos pedidos de los cinco que había hecho. En el primero, el distribuidor le vendió los paquetes al precio oficial, $112, para que él los comercializara a $150. En el segundo encargo, que le costó conseguir, no se los vendió al precio oficial, sino a $150, por lo que los empezó a ofrecer a $200 para tener un margen de ganancia.
Cuando comenzó la venta, los supermercados grandes vendían cajas con cuatro paquetes cada una. El paquete se pagaba $112 pesos cada uno. En pocos días se agotó el stock. Muchos kioscos que tenían y tienen poca cantidad para vender decidieron poner una restricción: cada persona que va a comprar puede llevarse cuatro o cinco paquetes como máximo, así todos pueden conseguir.
De los álbumes también se hizo un negocio, ya que se venden distintos “modelos” a diferentes precios. El álbum “de regalo”, por ejemplo, se conseguía comprando el diario Olé, pidiendo comida a través de la aplicación PedidosYa o comprando una cantidad específica de paquetes en el supermercado Jumbo. También había otro, de mejor calidad, que los kioscos vendían a 700 pesos. El más caro era el de tapa dura y costaba $3000.
Cuando se abre un álbum, sea de la calidad que sea, uno se topa con el abrazo de Panini y Coca-Cola: a diferencia de ediciones anteriores, hay una página completa de la multinacional de gaseosas con ocho figuritas a coleccionar que únicamente se encuentra dentro de la etiqueta de las botellas grandes de cola, “sin azúcares”, con tapa blanca. En ese octeto están Emiliano “Dibu” Martínez, Luka Modric y Kevin De Bruyne.
En la parte de adelante del álbum, del lado interior de la tapa, además de tener un cuadro con los nombres de los países campeones del mundo y las figuritas 00 y 1, Panini también te da la opción de -te vende- crear y comprar tu propia figurita. Descargando la aplicación y completando los datos personales, se puede realizar la compra, pero el mínimo es de 10 figuritas a un valor 9,90 euros (más de 2500 pesos argentinos, contando impuestos). También está la opción de 20 imágenes a €11,90 ($3043) o se pueden adquirir 30 a €13,90 ($3555).
En medio de la guerra entre Panini y los kiosqueros, el Estado supuestamente intervino para calmar las aguas y lograr que se llegara a un acuerdo. Pero según Maximiliano, el kiosquero del barrio Belgrano, eso se produjo luego de que la AFIP descubriera $3.000.000 no discriminados por la venta de cromos en el mercado negro. Por este motivo, el Gobierno anunció que tomaría cartas en el asunto. Así y todo, no hubo cambios en el sistema de venta para los kioscos.

El furor -y los problemas- de la venta de figuritas, una cuestión que llegó hasta las altas esferas del poder político, fue capitalizado por algunas marcas para hacer publicidad. Así es como Paladini, la empresa de fiambres, hizo un simpático y risueño audiovisual haciendo alusión al sánguche “panini”, que es como lo llaman en Italia. En cambio Rappi, que es una aplicación a través de la que se hacen pedidos a domicilio, aprovechó para vender paquetes y ofrecer promociones.
En comparación a álbumes de mundiales anteriores, para este la gente estaba especialmente impaciente, necesitaban conseguir las figuritas. Al mes del lanzamiento, ya se había vendido un 60% más -entre álbumes y figuritas- en comparación al primer mes del álbum de Rusia 2018. Y, como siempre, está la difícil, que esta vez es, además, extremadamente cara: en Mercado Libre hubo publicaciones con la figurita de Lionel Messi… ¡a $50.000! ¿Será que el posible último Mundial del mejor jugador del mundo generó tanto revuelo en la venta de figuritas en Argentina?
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“La verdad está en lo que se trafica vía la risa”
Del interior del portero eléctrico sale una voz cálida. “Ahí voy”, la misma voz que a través de una sonrisa indica el camino. Sobre la pared, tras la inmensa biblioteca, un gato Ramón mira desde la cómoda silla donde descansa. Su dueña es la psicoanalista y escritora Alexandra Kohan. Con una mirada crítica y un estilo libre de imposturas, presenta su último ensayo El sentido del humor, donde navega por las aguas de los fallidos, los desvíos y las risas.

Del interior del portero eléctrico sale una voz cálida. “Ahí voy”, la misma voz que a través de una sonrisa indica el camino. Sobre la pared, tras la inmensa biblioteca, un gato Ramón mira desde la cómoda silla donde descansa. Su dueña es la psicoanalista y escritora Alexandra Kohan. Con una mirada crítica y un estilo libre de imposturas, presenta su último ensayo El sentido del humor, donde navega por las aguas de los fallidos, los desvíos y las risas.
¿Hay algo de la actualidad que te haya impulsado a escribir sobre el humor?
Hay algo de la actualidad que me interesa destacar en un momento particular. Cuando escribí lo del amor efectivamente había muchísima proliferación de discursos prescriptivos alrededor del amor, eso me incomodaba mucho. Lo del cuerpo surgió más por la pandemia y lo del humor, si bien es un asunto que me importa hace más de 20 años y es un tema al que vuelvo. Los últimos años se han vuelto muy solemnes y entonces me interesaba agarrar eso. Son temas que en la actualidad cobran una forma particular que me interesa discutir.
En tu libro menciónás que para vos no hay transmisión ni práctica del psicoanálisis sin risas. ¿Por qué, cómo pensás el rol de la risa en el análisis?
La risa, el humor, son una de las cosas más emancipadoras que existen en el sentido incluso de lo instantáneo. En ese instante en el que se produce la risa algo se afloja, algo se alivia y ese alivio, por más que no se pueda constatar de manera duradera, abre y produce que pasen cosas que no pasarían. Sin la risa uno está agarrado a sus ideas, a su imagen, a sus prejuicios, a sus cosas y la risa rompe ¿no? Rompe ese modo en que cada uno de nosotros está agarrado a eso que cree que uno es y me parece que la risa en el consultorio ocurre bastante.
En el capítulo “Usted me ofende” hablás sobre la ofensa como una reacción de nuestros tiempos. ¿De qué forma crees que nos limita la indignación a la hora de producir reflexiones o de generar debates a través del humor?
La ofensa y la indignación son dos formas del impedimento. Todos nos hemos indignado y nos hemos ofendido pero desde ahí no se puede hacer nada, solo queda detenernos y regocijarnos en la propia ofensa y la propia indignación. Son sentimientos bastante individuales y morales, “yo me ofendo, yo me indigno”, existen y no digo que está mal que existan, lo que digo es ¿qué hacemos con esos sentimientos que son muy morales cuando lo que el humor viene a proponer es otra cosa? Es una salida del impasse el humor, nos saca de esa paz del impedimento porque suspende la moral, no porque es amoral, sino porque la suspende.
¿Crees que ofendernos y pensar que tenemos razón nos trajo donde estamos ahora?
A lo que nos llevó “me ofendo y yo tengo razón” es primero al aislamiento y a la rotura de los lazos comunitarios, no digo que eso sea lo único obvio, ni tampoco es tan directo causa efecto. Creo que si vos te encerrás en que vos tenés razón, en tu indignación y en quién tiene razón, se vuelve una lucha uno a uno y eso no tiene nada que ver con lo colectivo. Lo colectivo es justamente lo que no segrega las diferencias, lo que admite que tengamos razón vos y yo al mismo tiempo, aunque digamos cosas contrarias, como si dijera “vos tenés tus razones, yo tengo las mías, juntémonos y pensemos qué hacemos”. Para los procesos colectivos no importa quién tiene la razón, importa cuál es la fuerza que podemos obtener para para ir en contra de aquello que nos está destruyendo.
Entendiendo al humor también como ficción ¿Por qué crees que nos empeñamos en leer la ficción como una realidad fáctica?
La crisis del humor está cerca de la crisis de la lectura en el sentido de cómo leemos, cómo nos relacionamos con eso que leemos, cómo leemos todo un acontecimiento político, una ficción, una ciudad. La posibilidad de leer implica también entregarse a lo que no se sabe y sorprenderse. Si vos vas a leer una novela y confundis al autor con el narrador y crees que todo lo que hizo es expresión de lo que piensa el autor ya estás leyendo mal porque una ficción pretende ser leída como ficción no como realidad. La ficción tiene efectos de verdad, por supuesto, pero no de realidad. Mucho menos de la realidad de lo que piensa un autor. Para mí el humor va en la misma línea de la ficción. No sabemos qué verdad se articula en ese humor. La verdad no está en lo explícito del humor, está en lo que se trafica vía el chiste, la risa.
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A 17 años del Bronce de Los Pumas
En la Copa del Mundo de Francia 2007, Los Pumas lograron dos hechos históricos: ganarle dos veces al local y volver con la primera y única medalla de bronce en un mundial. En este informe, revivimos a través de algunos de sus protagonistas cada momento de aquella hazaña.

En la Copa del Mundo de Francia 2007, Los Pumas lograron dos hechos históricos: ganarle dos veces al local y volver con la primera y única medalla de bronce en un mundial. En este informe, revivimos a través de algunos de sus protagonistas cada momento de aquella hazaña.
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Juan Pablo Buscarini: “Hoy ya no hace falta hipotecar tu casa para filmar una película”
El premiado director argentino dio su perspectiva sobre el estado de la industria del cine, la evolución del medio de la animación y los peligros de la inteligencia artificial.

El premiado director argentino dio su perspectiva sobre el estado de la industria del cine, la evolución del medio de la animación y los peligros de la inteligencia artificial.
A lo largo de sus 24 años como director de cine familiar, Juan Pablo Buscarini ha explorado diferentes propuestas narrativas y lenguajes estéticos; desde adaptaciones literarias, hasta películas que combinan animación 3D con actores de carne y hueso, como fue el caso de “El Ratón Pérez”, ganadora del Goya 2007.
-¿Cómo aumentó tu interés por contar historias a medida que fuiste evolucionando vos y el mundo audiovisual?
-El interés no viene de mis padres. Mi mamá era profesora de literatura y mi papá fabricaba zapatos y carteras, pero yo desde chico soy fanatico del cine. Sin embargo, en su momento decidí estudiar ingeniería porque tenía facilidad para las matemáticas, e hice la carrera completa, pero con el tiempo empecé a soñar con formar parte de esa industria. Lo veía así; como una industria. Entendía que era un trabajo. Quizá no estaba pensando necesariamente en contar historias. A los 28 años tomé mis ahorros y me fui a hacer un master de animación a Inglaterra.
-Tu filmografía tiene un foco en el cine familiar. ¿Cómo describirías al niño espectador de la época de “El Ratón Pérez” en 2006 respecto a este de 2024?
-Cuando hice “El Ratón Pérez” llevaba a mis hijas chiquitas al cine para ver qué películas familiares estaban dando y a ver quién iba a tener que fumarse ver. A mí me encantan las películas de Pixar porque venden igual cantidad de entradas para chicos que para adultos. Pero el streaming cambió todo. Hoy el espectador está fragmentado, desconcentrado. Una cosa es tratar de ganarte a los niños en una sala de cine y otra en las casas que pueden distraerse y pausar la película cuando ellos quieran.
-¿Entonces qué motiva ir al cine hoy en día? ¿Y para vos qué valor tiene el streaming?
-Antes las películas funcionaban con el boca en boca. Hoy en las reuniones de producción te dicen que hay que “eventizar”, un megaestreno, porque si no la gente no va. Total, después pueden verla en Netflix. A mí la combinación de streaming con salas de cine, en la que una película se estrena, y luego llega dos meses después a una plataforma, me parece una buena. Ahora los filmes originales de plataformas se piensan activamente para que les guste a todos por igual, independientemente de la región o la visión del realizador, y eso genera que se pierda identidad.
-Tu cine abordó un arte que es tan delicado y tan humano como la animación, incluso llegando a mezclar 3D y Live-Action. ¿Cómo vivís el arrasador avance de la inteligencia artificial?
-John Lasseter, director de Toy Story, decía que pensar que la animación 3D la hace una computadora sola es como pensar que la stop motion la hace la plastilina sola. La computadora es una herramienta. Respecto de la Inteligencia Artificial, me asusta más que la realización de la animación, que incluso podría traerle oportunidades a artistas independientes, es el tema de la escritura de los guiones, que es la génesis creativa de cualquier proyecto cinematográfico. Detrás de toda decisión creativa hay un montón de reflexión. No quiero que se desvalorice eso. Una Inteligencia Artificial nunca va a poder hacer lo que hace Hayao Miyazaki.
-Adaptaste al cine la novela infantil “El inventor de juegos”, de Pablo de Santis, con quien co-escribiste el guión, donde el protagonista tiene pasión por los juegos de mesa. ¿Qué te motivaba del proyecto entonces y que cambiaría si lo estuvieses afrontando ahora?
-Al día de hoy, el libro se sigue leyendo en los colegios. Creo que eso pasa con todas las buenas historias. La novela tiene muchos elementos que abren la imaginación y te recuerdan esos momentos agradables e íntimos, en familia, todos concentrados y compartiendo. El libro le hacía tributo a eso y yo quería que la película también lo haga. Creo que si la tratara de hacer hoy me dirían que es raro que no haya pantallas ni celulares por ningún lado.
-¿Creés entonces que hoy habría que poner videojuegos en vez de juegos de mesa?
-Si se hiciera eso, el protagonista ya no se sentaría a jugar con el abuelo, a que él le enseñe cómo jugar. El abuelo estaría en otra habitación.
-En el ambiente artístico crece la preocupación por el desfinanciamiento del INCAA. ¿Te sucede lo mismo?
-Argentina tiene la característica de la oscilación y de ir de un extremo a otro. Cuando yo terminé el secundario estaban los militares, había un montón de censura en el cine. Después vino la ley de cine 95 y logró que se produjeran muchísimas películas. Más allá de que a veces puede haber un interés un poco personalista en las películas, es clarísimo que el diagnóstico y la decisión del gobierno actual está profundamente errado.
-¿Qué le dirías a un joven que quiere dedicarse al cine en este país?
-Que deben aprovechar este momento de democratización que trajo la era digital, que es excelente. Se puede filmar una película profesional con un IPhone. Hay una abundancia de recursos como nunca antes. Hoy ya no hace falta hipotecar tu casa para que puedas filmar una película.