SOCIEDAD
“Hagamos churros, se venden a lo loco”: la idea que fundó la icónica churrería El Topo
Dulce de leche y roquefort, el cartel de “churros” al revés, y otras estrategias de dos socios en Villa Gesell que abrieron un local y ahora tienen más de 20.

Detrás de cada marca hay una historia. En el caso de Churros El Topo huele a verano, a aceite caliente y a esfuerzo familiar. Fundada a fines de los 60 por dos compañeros de trabajo en un momento en que la localidad costera bonaerense Villa Gesell recién comenzaba a perfilarse como destino turístico de la juventud argentina.
La churrería nació como una salida laboral inesperada y se transformó en una referencia ineludible de la gastronomía costera. Desde entonces atravesó dictaduras, hiperinflaciones, crisis y pandemias, sin dejar de freír ni un solo verano.
Hoy con más de 20 sucursales activas y una presencia inconfundible en redes sociales, Juan Navarro —hijo del fundador— lidera el negocio con una mezcla de intuición, humor y constancia. “Apostaron a lo distinto y eso atrajo gente”, comparte.
—¿Qué representa hoy El Topo para vos?
—Una posibilidad para mí, para los chicos que laburan conmigo. Cada local que abrimos genera trabajo. Me gusta pensar que aportamos algo más que un buen churro.
—¿Creés que se volvió un ícono de la costa?
—Siempre fue fuerte en Gesell y Necochea, pero con las redes sociales y los locales en Buenos Aires dimos un salto. Hoy mucha gente nos conoce sin haber venido nunca a la costa. Eso fue un cambio total.

—¿Será por los precios?
—Siempre tratamos de tener precios accesibles. Nos fijamos cuánto sale una docena de facturas en Buenos Aires o en la Ruta 2. No queremos alejarnos de eso. Hoy estamos a $9.600 mientras otros venden a $10.800. Jugamos con eso. Buscamos que la gente pueda seguir eligiéndonos.
—¿Invierten en publicidad digital para eso?
—Nada. Yo creo en los mini-influencers. El cliente que sube una foto con sus 200 seguidores me vale más que uno con 300 mil. Esa fidelidad orgánica no tiene precio.
—Por la fidelidad orgánica que comentás, ¿eligieron tener Twitter como vía de comunicación de la marca?
—Fue sin querer. Un día Lucas Lauriente tuiteó criticando nuestros churros con roquefort. Le respondí con ironía, se viralizó, y ahí dije: “Es por acá”. Desde entonces manejo la cuenta. No tengo una estrategia fija; es espontáneo. Soy irónico pero no ofensivo.
Hola Lucas. Hace 52 años que hacemos estos churros. Sabemos que a veces la soberbia juega una mala pasada y creemos que el mundo que existe es sólo el que vemos y nos gusta. Seguramente tendrás otras cualidades para hacer reír a los que te siguen sin insultarnos. Saludos. https://t.co/43V5jhKQsA
— soɹɹnɥɔ El Topo (@churreriaeltopo) January 30, 2020
—¿Qué le dirías a alguien que quiere emprender hoy?
—Que es el mejor momento. Porque en la crisis se aprende más. En la pileta nada cualquiera. Pero si aprendés a nadar en el mar, después nadás con los ojos cerrados.
—¿Cómo nació Churros El Topo?
—En 1965, mi viejo Hugo y mi padrino Cacho trabajaban repartiendo películas entre cines en Buenos Aires. Era un trabajo de mucha ruta, mucho viaje. En menos de seis meses, ambos tuvieron accidentes de moto. Nada grave, pero lo suficientemente fuerte como para que no quisieran volver a subirse.
Entonces mi padrino consiguió trabajo repartiendo churros en El Sol de Galicia, una panadería muy conocida. Ahí vio el movimiento y le dijo a mi viejo: “Hagamos churros, se venden a lo loco”. Así fue.
Empezaron en un localcito, pero el olor a aceite molestó a los vecinos y tuvieron que cerrarlo. Después probaron en Paternal, pero tampoco funcionó. Hasta que alguien les sugirió: “Vayan a Villa Gesell, allá no hay churrerías y hay cada vez más turismo”.
—¿Y cómo fueron esos primeros años en Gesell?
—Fueron con todo. Llegaron en octubre del 67 y trabajaron todo el verano del 68. Vendieron muchísimo. La diferencia fue que se animaron a innovar. Hacían churros con roquefort, por ejemplo, algo que hoy parece moderno pero en ese entonces era una locura.
Apostaron a lo distinto y eso atrajo gente. Al año siguiente, mi padrino se fue a Necochea y mi viejo se quedó en Gesell. Así nació El Topo como lo conocemos hoy.
Local El Topo en Costa Azul, Villa Gesell. Créditos Forbes Argentina.
—¿Cómo hacían para atraer clientes en esa época?
—Era todo a pulmón. No había redes ni publicidad. El cartel con la palabra churros al revés, el boca en boca y el olor a churros caliente eran las mejores estrategias.
En temporada, Gesell se llenaba de gente y si algo gustaba se corría la voz enseguida. También hacían combinaciones que llamaban la atención como dulce de leche con chocolate o roquefort. Era una forma de diferenciarse.
—Casi seis décadas después, pasaron muchas crisis. ¿Cuál fue la más dura?
—Sin dudas, la pandemia. Porque nos agarró en temporada, cuando más trabajamos. Otras crisis nos tocaron fuera de temporada o con turismo igual. En 2001, por ejemplo, se vendía igual. En 1989 con la hiperinflación, también zafamos. Pero en 2020 no vino nadie. Fue un golpe fuerte.
—¿Cuántos locales tienen hoy?
—Tenemos 22 funcionando. Estamos por abrir tres o cuatro más. Apuntamos a 26. Todos propios. No franquiciamos.
Hugo y Cacho en la sede de Belgrano. Gentileza Churros El Topo.
—¿Por qué decidieron no franquiciar?
—Porque el producto es muy artesanal. Las freidoras las fabricamos nosotros. No usamos máquinas industriales. Hay que conocer la técnica. Y no es lo mismo hacer churros en Bariloche que en Gesell. Cambia el clima, la humedad. Para franquiciar tenés que soltar demasiado, y eso puede afectar la calidad.
—¿Qué tan importante es el producto en sí?
—Es todo. Podés tener la mejor estrategia de redes, el mejor diseño, pero si el churro no está bueno, no sirve. Usamos siempre buena materia prima. La suerte, para mí, no es más que el meditado cuidado de todos los detalles.
— ¿Alguna vez pensaron que no iban a poder seguir?
—No. Porque ya tenemos experiencia. Sabemos que si aguantás, pasa. Nunca bajamos la calidad. Siempre confiamos en que el cliente vuelve. El secreto es mantenerse vivo hasta que pase la tormenta.
*Estudiante de la carrera de Periodismo y Producción de contenidos a distancia.
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