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La autogestión como salida laboral

Andrés Rugerri, antropólogo experto en temática de fábricas recuperadas. Buenos Aires, diciembre 2021. Camila Meconi, ANCCOM

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Desde la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, el antropólogo y asesor de Empresas Recuperadas por los Trabajadores, Andrés Ruggeri, impulsa prácticas autogestivas para una nueva economía que transforme la cultura laboral.


Dió la vuelta al mundo en bicicleta, es antropólogo, profesor y director del Programa Facultad Abierta (FA), un equipo de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires que apoya, asesora e investiga con las Empresas Recuperadas por los Trabajadores (ERT).

Andrés Ruggeri inició esta entrevista, manifestando que hoy en día, existe poca juventud involucrada en los espacios vinculados a la autogestión, si bien le cuesta creer que la juventud se haya vuelto conservadora o de derecha, entiende que es un fenómeno reciente que hace ruido: “Es muy militante y, del otro lado no estamos teniendo eso. Yo creo que no es un problema de la juventud, es un problema de la humanidad actual, la ausencia de proyectos emancipadores, creíbles. Creo que lo que nos falta es poder mostrar esto. Decir: ‘Mira, acá, hay una salida’”.

-¿Qué papel cumple la autogestión en la transformación de la cultura laboral?

-La autogestión, primero, es un proceso complejo y, segundo, se lo conoce poco. Y como se lo conoce poco, mucha gente hace autogestión y no sabe que la está haciendo. Otros le ponen otro nombre, otros dicen “hacer autogestión” y no lo están haciendo. 

Si pensamos en la cultura laboral, entendiendo que es la relación empleado/patrón y la falta de tradición colectiva para el trabajo, la autogestión es justamente eso: el trabajo en forma colectiva. 

Siempre es complicado porque hay generaciones que entienden al trabajo como algo individual, incluso siendo un colectivo porque es organizado desde arriba, piramidal; y la autogestión es exactamente lo contrario. 

Hoy en día, el trabajo es cada vez más escaso en sus formas antiguas y más abundante en las formas precarizadas. Yo creo que la autogestión puede ser una alternativa para toda la gente que va quedando afuera del trabajo formal, pero necesitamos construir una forma diferente que contribuya a una economía con otras bases. 

“Confundir cooperativismo con autogestión en las empresas recuperadas es el primer error”, declaró Ruggeri, asesor de Empresas Recuperadas por los Trabajadores (ERT).

Sobre las trabas legales y las limitaciones a las que se enfrenta el cooperativismo y la autogestión. Ruggeri dijo que, desde su punto de vista, “confundir cooperativismo con autogestión es el primer error” y señaló que “no todos los países tienen las mismas legislaciones cooperativas”. “Hay algunas donde esos derechos laborales que tienen los trabajadores asalariados formales están. En Argentina, el problema es que las cooperativas de trabajo tienen mala fama y la dificultad de estar reconocidas como asociaciones. Son personas que llevan adelante una empresa, pero no como trabajadores. Ahí está el nudo”, explicó.

En este sentido, el antropólogo y asesor de la ERT amplió: “Imaginate tener un potencial enorme… Poder ofrecer entrar a una cooperativa y tener los mismos derechos que tiene el trabajador asalariado formal pero, además, el derecho a decidir, a participar, a formar parte del proyecto”.

-¿Cómo hacen las ERT o las cooperativas para no reproducir las formas de explotación neoliberales? 

-No es necesario, pero puede pasar. Las cooperativas si son micro pueden mantener el contacto diario, la democracia, aunque al mismo tiempo son pequeñas empresas que no disputan económicamente sino que sirven para que viva una cantidad pequeña de personas. 

Las empresas grandes, para poder competir en el mercado, tienden a empezar a reproducir los mismos métodos de las empresas capitalistas y terminan de hecho convirtiéndose exactamente en eso. Hay una tensión… sos más eficiente en términos de mercado, estás cada vez más cerca del capitalismo como forma de organización -en el capitalismo estamos todos igual-; y, cuánto menos eficiente económicamente o más pequeño, sos más asambleario. Es difícil de resolver pero se puede, apostando a la formación y a la toma de conciencia de qué es lo que estás haciendo realmente, puede, tiene que ayudar, porque sino caes sin darte cuenta por no tener los conceptos claros.

-¿Cómo nacen los “Encuentros internacionales de la economía de las trabajadoras y los trabajadores de la economía”?

-Con FA empezamos a trabajar en 2002 con las ERT y nos vinculamos mucho con el movimiento. Empezamos a ver que nos interesaba el fenómeno y a proyectarlo. Notamos que despertaba mucho interés a nivel internacional, ya que era la época de 2001 y todo el movimiento antiglobalización llamaba mucho la atención. Acá tenías obreros tomando fábricas y mucha movilización; venían investigadores, militantes, periodistas, entre otros. 

En el 2006, por medio de una compañera, me invitaron a una conferencia en México y las ERT fueron uno de los temas principales. Cuando volví a Argentina, dije: “Tenemos que hacer algo a nivel internacional”.

-¿Participaste de todos los Encuentros? ¿Nacieron proyectos colectivos nacionales, regionales o internacionales a partir de estas experiencias?  

-Sí y, ¡todos fueron buenos! El sexto en Pigüé fue muy grande y tuvo mucha presencia obrera. Al principio convocamos desde la universidad entonces, por más que vinieran muchos trabajadores, siempre lo veían como: “Los de la universidad nos invitan”. Eso lo empezamos a revertir convocando desde los espacios propios de los trabajadores. 

En Argentina, la librería Cooperativa Cultural Callao es un subproducto de los encuentros. Creo que en realidad la mayor consecuencia es llevar la idea de la autogestión a lugares donde se la practicaba pero no se usaba el concepto. Incluso la idea de empresa recuperada es muy de Argentina, salvo que nadie las ERT en otros lados. 

Fuimos a México, el tercer encuentro, que fue muy universitario y hablabas de ERT y respondían: “No, acá somos todxs campesinos”. Hasta que finalmente cuajó el término. 

El octavo encuentro también lo organizó México con “Nueva Central de Trabajadores” que a su vez formó “El Colectivo de Cooperativas de la Nueva Central de los Trabajadores”. Eso también es una consecuencia de estos encuentros. Y, este año, inauguramos la Primera Escuela de Autogestión en Guararema, Sao Paulo (Brasil) que se encuentra como Escuela Florestan Fernandes.

Escuela Florestan Fernandes en Brasil

Respecto a las victorias como parte de su trabajo en el programa FA, Ruggeri afirmó que “no puede adjudicarse esas conquistas”, ya que son los propios compañeros que trabajan en la fábrica “quienes la recuperan cuando el patrón la cierra”. Su papel es acompañar y brindar el aporte teórico en varios aspectos como, por ejemplo, crear una política pública para la autogestión. “Lo que hay para ofrecer es un camino, una experiencia acumulada que permita que los procesos no empiecen de cero. Nuestra presencia es más como una herramienta, un recurso facilitador y hay que entenderse como eso”, compartió el antropólogo.

Ruggeri en la apertura del II Encuentro Europeo de la Economía de los Trabajadores (Grecia, 2016).

-En una entrevista dijiste: “Cuando los capitalistas abandonan las empresas, la autogestión permite conservar puestos de trabajo”. ¿Se prevé una nueva ola de ERT?

-Seguro que va a haber. La cuestión es cómo logramos evitar que esa ola sea muy conflictiva. No es por tener miedo al conflicto, no creo que tomando fábricas vayamos a tener una revolución. Se van a dar cuenta, no son tan tontos. Vienen, te cagan a tiros y se acabó la autogestión… pero, creo que si hay otra crisis de ese volumen -o por goteo que es peor todavía- siempre se van a recuperar fábricas. Es un proceso que va a seguir existiendo. 

La cuestión es cómo logramos que eso se pueda aprovechar para poder constituirse como algo más cuando el patrón cierra. Buscar que sea un proyecto económico y también político. Pelear una política pública que sostenga pero, sobre todo, poder elaborar un proyecto que incluya la autogestión como su pata económica. Y, lamentablemente, eso es lo que no tenemos todavía.

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