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El Péndulo: una revista atemporal


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Una publicación que marcó para siempre la ciencia ficción y la fantasía en el país. La historia de su origen, su desarrollo y su legado.


Las revistas en papel escasean ante la mayor relevancia de las redes digitales, el menor rédito económico y un hábito que va desapareciendo. Pero hubo un tiempo en que esto no fue así. Eran diversas las revistas de calidad en Argentina: Satiricón, Más Allá, Minotauro. Y hubo una que resaltó muchísimo con respecto a todas las demás: El Péndulo

“Era una época muy distinta. En ese momento los medios estaban en los kioscos. La Revista humor sacaba cientos de miles de ejemplares”, contó a este medio el escritor Eduardo Abel Giménez, asiduo lector y colaborador de El Péndulo y amigo personal de su fundador Marcial Souto.

Fundada oficialmente en 1979 como complemento de Revista Humor, fue una publicación dirigida por Marcial Souto con el apoyo editorial de Andres Cascioli. Fue un gran exponente del género en la región hasta su fin en el año 1991. 

Gravitaron alrededor de ella grandes artistas como Luis Scafatti, Carlos Nine, Oscar Chichoni; autores como Angelica Gorodischer, Cordwainer Smith, Mario Levrero o J. G. Ballard; teóricos como Pablo Cappana e historietistas como Jacques Tardi, Grondona White o Fontanarrosa. 

Las tres eras de “El Péndulo”

El origen de la revista radica principalmente en dos personalidades: Marcial Souto y Andres Cascioli. El primero es un escritor, editor y traductor con ya bastante experiencia en el rubro mientras que el segundo no era ni más ni menos que la mente artífice detrás de Revista Humor.

Souto tenía la idea de crear una publicación que englobara lo mejor de los géneros que más le atraían: la ciencia ficción y la fantasía. Sin embargo, tuvo diferentes percances hasta poder lograrlo, el primero de los cuales fue el Rodrigazo. Pero luego de la crisis y con la espalda económica de Revista Humor, salió el número inaugural de El Péndulo en kioscos en septiembre de 1979 , marcando su primera época.

Eduardo Abel Giménez. Fuente: Eterna Cadencia.

El primer número contenía cuentos de escritores como Lovecraft, Bradbury y Disch; artículos de Cappana, Carón y Guerrero; historietas y arte de Grondona White, Trillo, Breccia y Fontanarrosa; una sección de reseñas culturales con un tono humorístico de la mano de Gandolfo y una de crítica de cine de Vinelli. Esto ya marcaría un formato que continuó (con algunas transformaciones) a lo largo de todas sus épocas: una conjunción de ficción y no-ficción tanto de autores locales como internacionales, acompañados de ilustraciones y de una edición cuidada y estética.

La primera época duró cuatro números y transcurrió desde septiembre hasta su interrupción en diciembre de 1979, ya que Cascioli no pudo seguir manteniéndola. Luego, y con un soporte económico aún más grande, a causa de otro pico de ventas de Revista Humor, comenzó la segunda y más fructífera época en mayo de 1981. Esta etapa duró diez números y concluyó en noviembre de 1982, ya que Souto decidió dedicarse a otros proyectos, como la revista Minotauro.

Sin embargo, el éxito de El Péndulo había traspasado las fronteras y un escritor sueco llamado Sam J. Lundwall había escrito sobre la publicación: “El Péndulo es, sin duda, la mejor revista de ciencia ficción en contenido, presentación y diseño que se haya publicado jamás en cualquier sitio”

Este fue el impulso para una tercera época, marcada por la editorial Ediciones de la Urraca y que fue de cinco números publicados entre septiembre de 1986 y mayo de 1987. Finalmente, la Revista Humor había caído en ventas en los últimos años y ya no pudo seguir costeando la publicación de fantasía y ciencia ficción.

Ese fue el fin oficial. Sin embargo, hubo una especie de epílogo: dos tomos de El Péndulo que salieron en 1991 a modo de antología de relatos y que recopilaron gran parte de los autores e ilustradores que habían trabajado en ella por tantos años. Luego, ya no hubo ningún otro renacimiento.

El péndulo en movimiento

El Péndulo no tenía una estructura habitual para una publicación: “No es que tuviera oficinas o gente para hacerlo; Marcial Souto tenía un escritorio en un pasillo y en ratos perdidos la gente que hacía Revista Humor diagramaba y armaba El Péndulo como extra”, contó Giménez. Sin embargo, eso no evitaba que hubiera una publicación bimestral con una calidad y diversidad de autores magnífica. 

Tapa del primer número de la primera época de El péndulo. Fuente: AHIRA.

Según Giménez fueron dos las razones por las cuales la Revista El Péndulo fue tan única históricamente: la gran selección de textos y la calidad de las traducciones. Y estos dos factores se debieron al equipo conformado, en el cual el propio Souto y otro escritor y traductor llamado Carlos Gardini hacían maravillas. 

Tampoco hubiera sido posible sin los contactos que se había hecho el primero: “Marcial se mandó a Estados Unidos a los veintipico. Fue a alguna convención de ciencia ficción, comenzó a tirar del hilo y conoció a todos. Estuvo en casas de gente como Aldiss, Ballard o Bradbury”, relató Gimenez. Su mapa de contactos y su nivel de traducción fue tal que hasta para Porrúa y su Editorial Minotauro fue alguien imprescindible.

El legado atemporal

Luego de 12 años de ciclos interrumpidos, El Péndulo cerró sus puertas de manera definitiva. Los tiempos estaban cambiando y el soporte económico de Revista Humor ya no era el mismo que antes. Era un laburo inmenso para una publicación que generaba poco rédito.

Sin embargo, el legado de El Péndulo es palpable. En el 2019 el Archivo Histórico de Revistas Argentinas (AHIRA) puso en valor a la revista al digitalizarla en su totalidad y la subió a su página web.

En su momento, la revista puso en valor un género menospreciado y quienes lo leían sentían que por fin estaban siendo reconocidos: “8.000 ejemplares era para nosotros algo masivo, asombroso. Estaba en todos los kioscos bien exhibido. Eso logró la revista”, declaró Giménez.

Captura de la página web de AHIRA, en la sección donde se encuentra El péndulo digitalizado

El Péndulo logró traspasar el umbral del nicho y darle reconocimiento a la ciencia ficción y la fantasía. Fue el comienzo de lo que hoy ya es un género establecido y hasta mainstream. La calidad y la diversidad de su publicación le dieron un matiz atemporal.

“Hoy se puede leer con mucho placer todavía, aun sin saber el contexto. El contenido envejece bien”, opinó Giménez. Aunque hoy ya es un fenómeno irreproducible, El Péndulo permanece en la memoria de quienes lo leían en aquellos años y aún es posible encontrar sus ejemplares en la librerías de segunda mano de Corrientes o en la misma AHIRA. La revista continúa oscilando. 


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