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LA MEMORIA TAMBIÉN ES UNA BANDERA

Foto: Micaela Grattone

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Cientos de personas reposan en las veredas. Algunos golpean con fuerza bombos o sostienen carteles escritos a mano: “Obama Go Home”, “No al Protocolo de seguridad”, “Justicia por los que no están”. Otros se detienen a ambos lados de una bandera de más de 300 metros que lleva las caras impresas de los desaparecidos; esperan el comienzo de la marcha para llevarla entre todos hacia la Plaza de Mayo. Una marcha que ya lleva 40 años y que se da en un contexto particular: la visita al país del presidente de los Estados Unidos, Barack Obama y su apoyo incondicional al modelo de la gestión macrista.

Por Agustina Lanza, Jorge Carea y Mariano Cervini 

Foto: Micaela Grattone
Foto: Micaela Grattone

Están también los que prefieren tomarse de las manos, ser el cordón que protege a las madres y abuelas ya ubicadas en la primera fila; algunas con bastones, otras con sillas de ruedas, pero todas con sonrisas. Aquel cordón humano parece corporizar el canto que se escucha desde temprano: “Madres de La Plaza, el pueblo las abraza”. Unas primeras voces suenan en los parlantes y comienza el primer acto.

Foto: Micaela Grattone

No fue posible la ilusión de algunos dirigentes políticos que intentaron hacer una sola marcha, como el caso de Itaí Hagman, referente del espacio Patria Grande, quien buscaba “construir un marco de unidad lo más amplio posible; más en el contexto actual de un gobierno neoliberal que por un lado presume de la visita de Obama y por otro asume políticas contrarias al pueblo”. De esta manera la marcha quedó dividida en dos: la “oficial” (convocada por Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, Abuelas de Plaza de Mayo, Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas e HIJOS Capital) y la “Marcha de la Izquierda”, con distintas agrupaciones sociales entre las que se destacaron el Partido Obrero (PO), el movimiento Patria Grande y el SERPAJ del Premio Nobel Adolfo Pérez Esquivel.

La primera cita es a las dos de la tarde. A esa hora la Avenida de Mayo ya está colmada. Un muñeco gigante de Obama sostiene en una mano a otro más pequeño del presidente Macri, como si fuese un títere. Las columnas brotan desde las diagonales y se unen a la convocatoria con sus reclamos particulares. Perdida entre las manos en alto y los empujones de turno, asoma el pañuelo blanco de Nora Cortiñas, cofundadora de Madres. “Arrasemos con el mundo”, grita y esa frase parece iniciar la caminata de manera definitiva.

Foto: Micaela Grattone
Foto: Micaela Grattone

Las fuerzas de seguridad no actúan acordes al nuevo protocolo antipiquetes instaurado por la ministra Patricia Bullrich, cuestionado por intentar disolver las protestas legítimas de los sectores sociales en las calles. Apenas se ven los chalecos naranjas de los policías quietos detrás de las vallas. “Cuando el pueblo está en la calle no hay protocolo que lo pare”, había declarado Hebe de Bonafini, la presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, que viene arriba del acoplado de un camión abrazada a Aníbal Fernández y rodeada de otros referentes del gobierno kirchnerista. El periodista y locutor Eduardo Aliverti opina al respecto mientras observa a la multitud desde atrás del escenario: “La medida impulsada por la ministra no existe. Es digno de una trastornada. No tiene ninguna aplicación práctica”

Aunque los pies se amontonen, los pasos no se detienen. Un hombre agita una enorme bandera argentina trepado a la Pirámide de Mayo; recibe a la columna principal con las explosiones de los bombos y los redoblantes de la murga popular “La Chilinga”. El escenario está montado de espaldas a la Casa Rosada. Cuando llega H.I.J.O.S a la plaza, comienza la lectura del documento. Al repudio de los genocidas y de la complicidad civil durante el golpe se suman las críticas a la violencia institucional, a los despidos en el Estado, a los femicidios, a los presos políticos y a los desaparecidos en democracia.

La presidenta de Abuelas, Estela de Carlotto, toma el micrófono. En su discurso alude a la visita del mandatario de Estados Unidos, a su anuncio sobre la desclasificación de archivos. Un hombre pegado a la valla del escenario grita “Obama, basura, vos sos la dictadura” y algunos reemplazan aquel apellido por el del presidente argentino. “Que venga un representante de los intereses que de verdad encarnaron e impulsaron el golpe de estado es también un símbolo” dice ahora Aliverti y su voz grave se superpone con la música de León Gieco que sale de los parlantes cerrando el primer acto.

Foto: Micaela Grattone
Foto: Micaela Grattone

Para el segundo, las banderas cambian de color, pero las consignas son parecidas: “Abajo el protocolo buitre” y “Fuera Yankis de América Latina”. El Partido Obrero avanza por el medio de la Plaza con un cartel enorme con la cara de Mariano Ferreyra y la frase: “Cárcel común a Pedraza”. Unos buitres con sus alas negras desplegadas avanzan a la altura de la Catedral junto con unos gorilas que llevan globos amarillos del PRO; son militantes de Patria Grande que comienzan a arengar con críticas al modelo actual y al kirchnerismo mientras La Cámpora se retira por la calle Defensa. Los oradores entran en dos camiones con acoplado, montados con parlantes y micrófonos.

En el nuevo escenario móvil, los referentes estudiantiles de la izquierda lanzan sus proclamas repitiendo la mayoría de las que se dijeron en el primer acto y haciendo hincapié en otras como el no pago de la deuda externa, algunas críticas a la gestión kirchnerista y en contra del espionaje contra los militantes del movimiento popular. “Hemos retrocedido en algunas cosas, por eso puede gobernar gente que de alguna manera está inspirada en las mismas ideas que llevaron adelante la dictadura” declara Itaí Hagman mientras escucha el final del acto.

Una de las voces de los parlantes dice: “Aunque bajemos las banderas siempre van a estar en alto en nuestro corazón” y la gente aplaude. Ya es de noche y las luces de calle se encienden. Cuando todos se hayan ido, los que miran hacia el cielo de la Avenida de Mayo todavía podrán ver los pañuelos miniatura que cuelgan de los semáforos. En el reclamo de memoria verdad y justicia, los aplausos resuenan al igual que el “Nunca Más”. Es el grito que unifica la plaza sin excusas.


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