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LA OTRA GRIETA: ¿DIGITAL O ANALÓGICO?


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Esteban Ierardo presentó su libro Mundo Virtual: Black Mirror, Posapocalípsis y ciberadicción en la Feria del Libro 2019. En él, plantea un punto medio de encuentro entre lo mejor de la postura fundamentalista de lo analógico y los que sostienen que, de por sí, todo lo que sea digital es bueno.

Por Florencia Expósito

“Me olvidé el celular y me olvidé el cerebro”, bromeó Esteban Ierardo, filósofo, escritor y docente de la UBA apenas tomó el micrófono durante la presentación de su nueva obra en la 45° Feria del Libro de Buenos Aires. En su libro Mundo Virtual: Black Mirror, Posapocalípsis y ciberadicción, Ierardo refiere a una relación irreconciliable entre los actores que son acérrimos defensores del mundo virtual con los alineados a lo analógico. Propone tender un puente entre las dos posturas. Aceptar la tecnología como un proceso de cambio que mejora la calidad de vida, pero sin dejar de lado el pasado, lo emotivo y el disfrute de lo cotidiano. “Hay una tendencia nostálgica de volver a la época sin pantallas”, aseguró el escritor.

Con el pelo casi en su totalidad plateado y algo indomable, al punto de aparentar despeinado, Esteban escogió para la ocasión un vestuario de entrecasa: jean, buzo y zapatillas casual. Sin embargo, en una entrevista que ofreció en el stand Leamos, no le permitieron llevar colgado del cuello una cinta con el escudo de Vélez, club del que es hincha. Elaboraba frases largas repletas de conceptos que toma de la cotidianeidad, pero a los que quizás, el resto de los mortales no le prestan la debida atención. Se entusiasmaba, hablar y procesar ideas es su arte. En algunas ocasiones, se notaba que su cerebro iba más rápido que su posibilidad de poner las ideas en palabras.

“El mundo analógico parece un resto fósil de la prehistoria”, graficó el escritor que se formó leyendo Homero y le fascina la Edad Media.

Black Mirror como disparador

El capítulo Nosedive de la tercera temporada de Black Mirror muestra una sociedad en apariencia perfecta, pero en la que las personas son medidas según la popularidad que obtienen de una aplicación similar a Instagram. Según la valoración que les dan en la red, acceden a mejores trabajos, comprar un departamento y más beneficios.

El escritor utilizó la serie, como punto de partida para explicar e ilustrar sus pensamientos. Black Mirror es un ejemplo extremo de lo que el mal uso de las redes sociales puede provocar en el comportamiento humano. “Las ficciones nos sirven para reflexionar respecto al mundo en el que vivimos”, afirmó Ierardo. Sin ir mucho más lejos, existen personas cuya autoestima es ve afectada si no consiguen la aceptación que buscaban e incluso hasta llegan a borrar la publicación. “Es inquietante, porque tiene que ver con que nosotros mismos nos autovaloramos por la cantidad de likes que obtenemos de las redes”, observó el autor de dos libros que exploran el mundo virtual y reivindican el analógico.

Como para no llegar al día del juicio final o quedar atrapados en la red virtual de la Matrix, actualmente, los titulares de la red social Instagram están analizando ocultar el número de likes que la gente le otorga a las publicaciones. De manera que solo el dueño del posteo pueda tener acceso a esa información. Según anunció la compañía en la conferencia de desarrolladores F8 de Facebook, en primera instancia, se está realizando el testeo en Canadá con un grupo limitado de usuarios.

El objetivo de esta iniciativa es que se le pongan más atención al contenido de las publicaciones y no a la cantidad de likes que tiene. De esta forma evitarían el prejuicio de valoración. También se busca reducir la presión que le genera a los usuarios la idea de generar posteos que logren una cantidad significativa de me gusta.

Sucede que con el tiempo Instagram se convirtió en una carrera por sumar primero seguidores y luego los me gusta. De hecho existen páginas de e-commerce, como wavefollowers.com, de venta de packs de likes, seguidores, comentarios y reproducciones. “Los likes son un indicador cuantitativo, que tiene que ver con naturalizar los “me gusta” como una pauta de valor, de que algo es bueno por tener cierta cantidad de likes. Cuando tal vez, analógicamente, es todo lo contrario”, analizó Ierardo.

Así se echa por tierra la premisa “una imagen dice más que mil palabras”. Desde el momento en que una persona postea una foto posando en un lugar del mundo increíble, o en una fiesta rodeada de gente y se muestra aparentemente feliz, a veces en realidad, esa imagen es solo una construcción de lo que la persona quiere mostrar al mundo, a sus seguidores. Y en lugar de disfrutar de esos momentos, está expectante de la aceptación que su publicación puede generar en las redes.

“Para ser feliz y tener una vida enriquecida, no es necesario volcar toda la energía en convertirse en un yo virtual, y creer que tu yo virtual le va a dar vida a tu yo analógico”, concluyó el filósofo.


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