40 años tocando con máscaras y ocultado el rostro. La banda estadounidense, The Resident, desembarcó con todo su Avant-garde y misticismo por primera vez en Argentina. Sobre el escenario de Niceto Vega los 4 anónimos de Lousiana demostraron que no hace falta mirarse a la cara para establecer buenas relaciones.
Por Leandro Lozano
Los Residents fueron considerados como iconos en el mundo de la música experimental desde hace cuarenta años. La identidad de sus integrantes sigue siendo un misterio y, aún hoy, muchos periodistas especializados de todo el mundo hicieron intentos fallidos por descubrir el nombre de alguno de ellos. Su álbum debut, “Meet The Residents”, data de 1974 y su tapa era una parodia del LP “Meet The Beatles” del cuarteto de Liverpool “The Beatles”.
Para tener una idea, la obra de estos muchachos oscila entre Frank Zappa y Captain Beefheart, todo licuado por el particular modo de ver la vida y la música de estos eternos artistas. Ellos mismos se definen como un “colectivo artístico, centrado en la creación musical y multimedia”. Aunque su producción es casi toda musical, fueron también pioneros en muchos campos audiovisuales, como en la realización de videoclips, de CD-Roms interactivos, de animaciones 3D, o en la integración de diversas plataformas en sus proyectos, como pueden ser portales de Youtube, Facebook o su página web.
La cola de Niceto doblaba, y era más de lo esperado, porque los Resident no hacen ese estilo de música que respeta la lógica del mercado, más bien hace música para no triunfar. Devo, Fad Gadget y Art Of Noise, fueron las bandas elegidas por el DJ para comenzar la fiesta y empastar la pista de psicodelia y vanguardia a la espera del show. Cómo para que la gente vaya calentando neuronas.
A las 22 salió la banda a escena, y es verdad que todos los que estaban ahí parados cogoteando esperaban ver salir a los muchachos con sus cabezas de ojos gigantes -fetiche que los caracteriza desde sus comienzos allá por los años 70- , pero no, esta vez decidieron cambiar de mascaras y jugar con una escena un poco más tétrica: una máscara de viejo asesino de pueblo yankee, y tres más dentro de un estilo Hannibal Lecter. Con un poco de luces -que después de unos segundos devinieron en una oscuridad de película de cine mudo-, los Resident daban rienda suelta a su deforme modo de ver el rock, a su estética llamativa y a la música más experimental. Con “Rabbit Habit”, presentaron a los muchachos que forman el equipo completo de la banda. Un inicio a pura mezcla de ruidos seguido de “Golden Guy”, y así un lúdico combinado de temas que se iban enmarañando dentro de un Niceto colmado -por ahí se lo vio a Benito, el hijo de Gustavo Cerati, y al ex cantante de Turf, Joaquin Levinton-, después llegó “The Butcher” y la gigante “Herman, the Human Mole”, canción que recibió una ovación especial por parte de la tribuna que para esa altura ya estaba en el cenit total.
“Harry the Head”, “Benny-The Bouncing Bump” y los temas “They Are the Meat”, “Caring” y “Is He Really Bringing Roses?”, fueron los temas que siguieron, casi sin respirar. Resident disparó munición pesada y espesa.
El show, para esta altura, ya era una fiesta, pero una fiesta muy poco convencional. Porque si algo hace bien Resident es generar desconcierto en el resto, generar duda. ¿Y cómo hace eso? Simple: música hipnótica y surrealista, iluminación conceptual de distintos tonos y colores. Pasajes oníricos y oscuros con alusiones al sexo, la muerte y lo metafísico, todo encarados desde una concepción experimental artísticas que dio que hablar después del show entre el público. Una marca aparte para sus atuendos que los convertían en personajes monstruosos y demoníacos a la vez, cercanos a una estética gótica-punk.
“Blue Rosebuds”, y los hits “Weight-Lifting Lulu” y “Constantinople” iban dando un cierre. Y para el tramo final se desempolvaron varios clásicos: “Easter Woman”, “My Second Wife” y la colgada “Loss of Innocence”. Después de unos minutos llegó “Melon Collie Lassie”, “Hard and Tenderly” y “Ship of Fools”, quedando así para los bises “Mourning Glories” y “Forty-Four No More”, con la cual se despidieron de sus fans, mientras el público aplaudía entusiasmado un espectáculo audiovisual con secuencias y mucha variedad sonora. Cuando el reloj marcó 23:50, el trío de artistas saludo desde el escenario y desapareció por la puerta de emergencia del local.
Según el poeta y dandy francés Charles Baudelaire, lo bello es siempre raro, y lo que no es ligeramente deforme presenta un aspecto inservible. Esta frase, o pensamiento, después de escuchar y ver en vivo a los Resident, es casi un axioma.
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