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MARÍA ELENA CORVALÁN, PRESENTE


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En el cuadragésimo aniversario de una de las fechas más dolorosas del país, las historias golpean casi tan fuerte como los bombos de las murgas que protestan ante la visita del presidente norteamericano, Barack Obama.

Por Ivanna Pol (@I__Pol)

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Como si todavía buscara a su hermana Elena, Cecilia miraba a los ojos a todos los que pasaban por adelante suyo. No marcha, pero escucha atenta los discursos y sostiene firme el cartel que recuerda a su compañera de la infancia: “Elena Corvalán, embarazada. Desapareció 8/6/77 (24 años)”, con la foto de una mujer embarazada, vestida de blanco en un campo de pastizales altos.
Está acompañada por su pareja, hijos y nietos que se encontraban apoyados en una de las rejas que protegen las plantas de una Plaza de Mayo colmada de gente que viene y que va, que recuerda e invita a recordar. Que no calla, que pide “nunca más”.
Sus ojos cansados color miel me miraron fijo durante toda la charla. “Elena tenía 24 años cuando fue secuestrada en un operativo dirigido por la Marina en su casa de La Plata, donde vivía con Mario, su pareja, que fue asesinado en ese momento. Ellos se conocieron en la organización de Montoneros”, recordó Cecilia, quien además aseguró que la familia Suárez Nelson no pudo recuperar el cuerpo del hombre.
Lejos de las diagonales de la ciudad se encontraba el centro clandestino de detención conocido como “La cacha”, donde varios testigos aseguraron haber compartido el cautiverio con María Elena, a quienes describieron como “una mujer dulce que tenía un embarazo de unos ocho meses, a juzgar por su panza”. A principios de agosto de ese año, Cecilia recuerda que recibió un llamado desconcertante: “La voz de una mujer me decía que María Elena había tenido una beba por cesárea, a la que había llamado Lucía y que estaba bien. Después de eso se cortó la llamada”.
Cecilia tenía trece años en aquel entonces y poco sabía sobre la situación que se vivía en el país; pero asegura que desde aquel llamado, la búsqueda de Lucía fue incansable. “El primer encuentro lo tuve yo, sabía que estudiaba en La Plata e hice unas tarjetas con mi nombre, diciéndole que tenía otra historia para contarle y que cuando ella esté dispuesta se la iba a contar. Primero fuimos a tomar un café y después intervino Abuelas para hacer el ADN”, contó.
Lucía, quien fue llamada Natalia por sus apropiadores, fue la primera nieta recuperada por una vía alternativa a la extracción de sangre, ya que se mostró insegura ante tomar la decisión. En el año 2006 se confirmó el parentesco y la familia Corvalán aún está creando lazos, mientras que la joven de 38 años mantiene una buena relación con su “madre adoptiva”, María Luján Di Mattía; contrariamente con quien creía su padre, Omar Alonso, quien se encuentra preso por la apropiación de la niña.
El discurso de uno de los sobrevivientes del golpe desvía la mirada y la atención de Cecilia, que me despide afectuosamente con sus manos en mis hombros y un beso. En aquel momento los bombos de las murgas volvieron a ser protagonistas. Nunca habían dejado de sonar.


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