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Megan Rapinoe: jugadora, luchadora, soñadora y ejemplo


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La futbolista de Estados Unidos es una referente en la defensa de la justicia social, la igualdad y los derechos de la comunidad LGBTQ.


No es una historia simple, no es una historia fácil, pero sí es una vida con logros, sueños, lucha y con muchos objetivos propios y ajenos por cumplir y ayudar a cumplir, es la vida de una luchadora en todo sentido.

Megan Rapinoe no solo ha sido conocida por sus habilidades excepcionales en el campo, su enfoque intrépido del juego y su defensa de la justicia social y la igualdad. Ha sido una firme defensora de los derechos LGBTQ, la justicia racial y la igualdad de género.

Esta jugadora de fútbol profesional estadounidense, que nació el 5 de julio de 1985, es una mediocampista que ha jugado tanto para el equipo nacional como para la Liga nacional de fútbol femenino. Creció en Redding, California, y comenzó a jugar fútbol a una edad temprana.

Eventualmente recibió una beca para jugar fútbol en la Universidad de Portland, donde ganó un campeonato nacional en 2005. Después, comenzó su carrera profesional jugando para Chicago Red Stars antes de pasar a jugar para la Selección Nacional Femenina de Estados Unidos, donde ganó dos veces la Copa Mundial: 2015 y 2019.

A lo largo de su carrera, también ha sido honrada por sus logros atléticos, ganando varios premios, incluido el de Jugadora Femenina del Año de la FIFA 2019. Además de sus logros en el campo de fútbol, ​​la deportista americana también es conocida por su trabajo filantrópico. Ha fundado una organización sin fines de lucro llamada “Goals for Girls”, que tiene como objetivo empoderar a las mujeres jóvenes de todo el mundo a través del fútbol. Megan Rapinoe es talentosa, defensora de la justicia social y una filántropa que ha hecho contribuciones significativas tanto dentro como fuera del campo de fútbol.

Yamila Rodríguez, goleadora de la Selección argentina, tuvo una experiencia única con Rapinoe que fue un antes y un después para el elenco nacional femenino y así lo narraba: “Estábamos en el mismo hotel, comíamos con seis metros de diferencia y decía no puede ser. ¿Cómo le hablo sino sé inglés? Nadie se animaba a hablarle, nadie tenía el coraje de pedirle una foto y dije ‘yo me mando’. Me empezó a temblar todo, corazón y cuerpo, ella estaba hablando por teléfono, cuando cortó, sin pensarlo ni un segundo me mandé a pedirle una selfie y automáticamente accedió, yo le agradecí muchísimo y subí la foto por todos lados”.

La ex delantera de Boca y actual del Palmeiras de Brasil contó también qué fue lo que sucedió luego de la tan ansiada selfie: “Dio la casualidad que la moza que atendía en el hotel justo tenía a su cargo las mismas selecciones y sabía hablar en inglés, entonces me escribió cómo pedirle para cambiar la camiseta y gracias a ella que se copó en ayudarme logré que Megan acceda a cambiar la camiseta. Paso el partido que perdimos y me habían sacado en el segundo tiempo, y viene Megan sacándose la camiseta a buscarme y mi camiseta no tenía ni mi apellido. Nos abrazamos, fue una locura, se llevó mi camiseta en la cintura y ahí fue cuando Megan revolucionó todo hablando como referente del futbol mundial. No teníamos los nombres en la camiseta y finalmente ese fue el último partido que salimos sin nuestros apellidos en las camisetas, sin dudas es una verdadera número uno”.

En su trayectoria además de sus títulos dentro del campo se destaca su don de buena persona, de pensar en los demás, de brindarle derechos a quienes no los tienen, de darle posibilidad de visibilizar sus problemas a aquellas personas que no tienen la posibilidad, y sobre todo hacerles frente a las grandes autoridades del mundo en todo lo que tiene que ver con los conflictos en contra del colectivo femenino y todo lo acontecido en los últimos años.

Sin duda alguna Megan Rapinoe no sólo debería seguir ganando premios futbolísticos, sino que también distinciones humanitarias. Es un ejemplo para la sociedad.


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