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Narrar abusos en la literatura, entre la denuncia y la belleza


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Las víctimas de violencia de género han convertido su historia en obras políticas y las autoras de ficción buscan contar relatos que acompañen y pongan el tema de la violencia machista sobre la mesa. Los títulos oscilan entre la búsqueda de la belleza, la literatura política y evitar el morbo o el lugar común. Entre todos estos hay dos autoras que sobresalen: Belén López Peiró y Cristina Araújo Gámir. Las dos escriben sobre un caso de abuso durante la adolescencia. Pero, ¿En qué se diferencian?

Escribir sobre abusos no es simple. En 2018, año de la primera votacion por la legalización del aborto en Argentina, Belén López Peiró publicó Por que volvías cada verano, un relato autobiográfico que narra una secuencia de abusos sufridos por parte de su tío, que fue condenado en enero de este año. El libro llegó a las manos de Thelma Fardin por medio de la periodista Luciana Peker y fue una pieza que acompañó a la actriz antes de decidir denunciar a Juan Darthés. Este título, distribuido por la editorial Madreselva en Chile, México y Brasil, y traducido al catalán, francés, inglés, italiano y portugués, fue catalogado por la revista Rolling Stone como uno de los mejores del año.En lugar de hacer la pregunta “¿Por qué volvías cada verano?”, la duda que se presenta es: ¿Por qué su relato tuvo lo que no tuvieron otros?

Foto: José Nico para Página/12

La historia de la autora es específica, pero también universal. Belén Lopez Peiró fue víctima de abuso sexual infantil. Durante su adolescencia la autora solía quedarse todos los veranos  en Santa Lucía. Ahí la esperaban su tía y el esposo, que también era el comisario del pueblo, y su abusador. En esta novela de no ficción la autora se toma todas las licencias que necesita para contar la historia, su historia. La novela polifónica va y viene entre la primera persona, no tiene capítulos, ni presenta del todo a los personajes. Pero lo necesario está ahí y surte el efecto esperado. 

El libro es una denuncia, una presentación de los hechos. Una reconstrucción del qué dirán encarnado en cada familiar de la víctima que decide acusarla, acompañarla o mirar para otro lado en forma de declaraciones judiciales y fragmentos narrativos. La gran (aparente) falta de contexto, detalle e información hacen al relato simular una especie de flashes en la memoria de la protagonista. Al mismo tiempo, las palabras de esos personajes son el eco de una sociedad. No importa de qué prima está hablando Belén. Es la prima de todas. Por qué volvías cada verano perfila una familia que se derrumba luego de la denuncia de la víctima, pero que ya estaba rota desde el primer día que Belén fue abusada. 

Incluso, aunque Belén no se describa mucho a sí misma, narra, sin decirlo, el estado emocional y físico en el que se encuentra. Está de a pedazos y cargada no solo de recuerdos, sino de palabras que se dice a sí misma. Va directamente al hueso sin rodeos ni decoración. Su gran diferencial fue su pluma, su potencia, lo escueto que hace al relato contundente, y algo no menor que hizo al éxito del libro: el timing. 

Publicar un libro sobre una historia de abuso no es lo mismo en 2018 que en 2023. Del otro lado del charco, Cristina Araújo Gámir público este año Mira a esa chica, una ficción que ganó el premio Tusquets de novela y aborda la historia de una adolescencia interrumpida por una violación grupal en España.

Mientras que López Peiró escribe con una pluma contundente y precisa, Araújo Gámir opta por la belleza para hablar de la violencia. Aunque cada caso fue distinto, están unidos por un componente no menor: ambos, el real y el de ficción, fueron durante la adolescencia. La emoción de las primeras veces y la alegría de la juventud se les es arrebatada. La gran diferencia es el punto de vista.

En el caso de Por que volvías cada verano, la autora escribe pasados varios años y está narrado desde la óptica de quien puede poner en perspectiva el daño. En Mira a esa chica, la protagonista va viviendo día a día en un relato cronológico al que se llega desde una perspectiva adolescente. Y toda esa belleza de las palabras funciona para retratar el brillo de la adolescencia, de estar enganchada, e incluso la necesidad de ser mirada y ser querida, que de un día para otro, se pierde. 

Mira a esa chica puede ser un relato complementario de Por qué volvías cada verano. Llena los huecos que hay entre los fragmentos de Peiró. Cuando en el libro de Belén, distintos personajes expresan que ella antes era una niña alegre y se volvió una adolescente triste, en Mira a esa chica es posible ver ese cambio. Funciona de la misma manera a la inversa en lo que refiere al proceso judicial. Mientras que en la ficción la justicia funciona de una manera idílica y sin contratiempos en el relato basado en la realidad, se pone de manifiesto el nivel de revictimización que debe pasar quien decide denunciar. 

Entre López Peiró en Argentina y Araújo Gámir en España hubo muchos relatos que tratan la temática. Todos aportan historias, imágenes y emociones a los titulares de los diarios. Responden a las frases hechas. A “la fanática de los boliches”, Araújo Gámir responde con una protagonista sensible a la que le encantaba salir a bailar, pero que bajo ningún punto de vista hizo nada para terminar la noche rodeada de varones que la dejaron tirada en la calle después de usarla. A los “se debería haber quedado en su casa” López Peiró narra el abuso sexual dentro del seno familiar. Y recuerdan, aunque suene obvio, que la víctima nunca es culpable. 


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