Inicio » La teta y otras demandas

La teta y otras demandas


Compartir

Parir, amamantar y la responsabilidad del cuidado: Frente a las múltiples tareas de la maternidad, la crianza respetuosa y la teta a demanda plantean ser el nuevo rumbo de las crianzas actuales. Aunque su costo podría significar cierta contradicción en los espacios conquistados por la mujer moderna. 

La maternidad es, tal vez, el mandato social más antiguo. La imaginación de múltiples mujeres infantes casi siempre llega a un puerto en común: jugar a la mamá. A lo largo de los años, toda esa idea fantástica que se tiene sobre maternar, tiende a desmoronarse en los relatos de aquellas que se atreven a decir sus verdaderos sentimientos: “hoy quise tirar a mi hijo por el balcón”. Cuando el relato idealista de la maternidad deseada y voluntariosa se desarma en los giros de la realidad diaria, ¿cuánto peso sostienen los hombros de las madres que soportan la gruesa mirada de otras madres?

Evelin Chaves es madre y vecina de Parque Patricios. Le dicen “La China” por sus ojos de rasgo oriental, que acompañan su tes bien blanca y una cabellera lacia negro azabache, con un flequillo que destila un pasado rollinga. En su instagram ella se define de la siguiente manera: “Mamá de Amparo y Pocha”, “Tía de Memé, Margarita y Santiago”, “El amor es la respuesta”. 

Hoy “Amparito”, como ella le llama a la hija que tiene con su compañero Joaquín, ya tiene dos años y medio, duerme con sus padres en la cama, y toma la teta solo a la noche. La Pocha, es una labradora vieja color chocolate que la China se trajo con ella cuando se mudó con Joaquín al PH que remodelaron, en el barrio en que vivieron toda la vida. Amparito va al jardín público que queda a tres cuadras de su domicilio. La China, trabaja en la fábrica de DNIs que está a unas seis o siete cuadras de su casa. Todos son hinchas de Huracán. 

Una vez ya socialmente atravesados por el feminismo, los padres y madres, en un intento de reformular las mapaternidades, han llegado a nuevas conclusiones qué, muchas veces, parecieran atraer viejos hábitos: madres en sus casas criando hijos como trabajo full time. ¿Cómo se lidia con la contradicción que oscila entre el deseo, la culpa y la responsabilidad de tener un hijo? 

Evelyn decidió llevar adelante el tipo de crianza “respetuosa” para con su hija, Amparo. La crianza respetuosa o consciente, en breves líneas, consiste en tratar a los hijos desde el apego. Consultarles, explicarles e informarles sobre todo lo que pasa o puede pasar. Por ejemplo, a la hora de cambiar un pañal, aunque sea muy chico y no pueda responder se trata de decirle “permiso, ahora voy a cambiarte el pañal” o “permiso, voy a cambiarte de remera porque te manchaste” entre otras cosas. Tratar a los hijos como iguales.

La crianza respetuosa según su definición, trata de fortificar la unión del vínculo de los hijos con los padres mediante la afectividad y seguridad, considerando que esto en un futuro repercutirá en vínculos más cercanos, generando futuros adultos de personalidades mejor consolidadas, en lugar de quienes fueron criados en una crianza tradicional qué, según los emprendedores de esta nueva tendencia, es realizada en base al desapego y la distancia. 

Uno de los grandes pilares en esta línea ha sido la lactancia respetuosa o teta a demanda. “La idea parte de que así como vos no tomas agua solamente tres veces al día en un mismo horario, se considera que el bebé debería poder tomar la teta cuando quiera”, comentó la madre de Amparo. 

Cuando Evelyn  tuvo que decir si era diferente la maternidad que ella había imaginado en comparación a la que hoy le sucede, comentó: “absolutamente”. Mientras se le iban los ojos pensativa, como dando vueltas sobre una idea a la que hace poco había llegado: “Por ejemplo mi hija, no quiere sacarse los vestidos. Son las ocho de la noche y tiene un vestido puesto y la quiero ir a bañar, no se lo quiere sacar y no hay manera, o sea, no hay cosa que le digas respetuosa y irrespetuosa que haga que se saque ese vestido y todo fluya”, continuó moviendo su mano como si explicara la teoría de la relatividad. “No, no hay manera, entonces nadie te va a mostrar eso, nadie va a subir una foto o un vídeo de ese momento en el que la pendeja lloró y tenés que bañarla porque justamente querés que se duerma para vos descansar”. 

Evelyn tiene treinta años, quedó embarazada en la pandemia en su primer intento. Cuenta que durante el embarazo, ya que no podían ir al trabajo, aprovecho el tiempo para leer mucho e informarse sobre esto de ser madre. En el proceso aprendió palabras como “puericultora”, que son quienes dentro del área de la salud, poseen una tecnicatura en lactancia y crianza y se dedican a acompañar a las madres en este camino. Así es que La China mediante su grupo de amigas “todas madres”, llega al libro que pareciera ser un mantra para las maternidades primerizas que cursan un embarazo “Yo doy la teta” de la puericultora Paola De Santos. 

Paola de Santos es, para las madres progresistas de la clase media, la gran influencer de la teta. Además de haber realizado la tercera edición de su libro, Paola vende en sus redes unos “kits maternos” donde está todo lo necesario para ser una madre “breast friends forever”, lo que se traduciría a algo como “amigos del pecho para siempre”. El super kit incluye el almohadón para lactancia “adaptado a la vida real” con sus respectivas fundas de colores, dos pads térmicos mamarios frío calor y su libro. Actualmente, estos kits han sido publicitados por otras influencers que van del amplio espectro que infiere desde Barbie Pucheta, la hija de Nazarena Vélez, hasta la comediante y guionista Malena Pichot. Para quien quiera adquirir el pack completo de la amamantada ideal, el mismo tiene un coste que ronda los treinta mil pesos.

Madres de entre 27 y 40 años en Instagram se muestra mientras amamantan un bebé con un hashtag que indica #yodoylateta y convocan a cientos de mujeres a unirse a este movimiento de crianza. Esta imagen representa hoy una de las banderas más pronunciadas de la clase media porteña. 

“Mi momento de quiebre fue cuando fui a buscar a mi hija al colegio y ella salió a los gritos, llorando, me agarraba la ropa desesperada me la quería sacar para tomar la teta, algo horrible que me hacía sentir mal porque yo pensaba este es mi cuerpo no el tuyo”, confesaba Evelyn de Parque Patricios en la confitería que, irónicamente, es la antesala de un gimnasio por Caseros y Jujuy. “Tenía que darle la teta ahí nomás en algún banco de la escuela, en un ambiente sin ninguna privacidad y expuesta a la mirada del otro que seguro pensaba ‘que grande es esa nena para tomar la teta’ “, desliza haciendo un esfuerzo en abrir bien los ojos. “Lo loco de esto es que terminas enojándote por algo que vos misma le enseñaste”, concluyó La China como si hubiera encontrado la famosa punta del ovillo. 

Ahora bien, más allá de los estilos y las tendencias, un bebé tomando la teta es la imagen más humana, mamífera e instintiva que hoy se puede ver en la sociedad moderna. Finalmente después de cientos de generaciones de abuelas que no dieron la teta e hijos que se criaron igual, instituciones reconocidas como UNICEF o la Organización Mundial de la Salud (OMS) en apoyo de grandes comunidades médicas, han llegado a la conclusión que los instintos naturales de los humanos en conjunto con la leche materna en los primeros años de vida, son los que nos prepararán para crecer con los nutrientes necesarios y un sistema inmunológico correspondiente para tener una vida saludable. 

“Es muy importante todo lo que hablamos de la lactancia, pero también es muy importante cómo se da un biberón. Porque si uno da un biberón sin cariño por una obligación es totalmente diferente a alguien que quiso adoptar un bebé y da ese biberón con cariño”, comentó la Doctora Silvia Garcia, actual jefa del servicio de Neonatología del Hospital público Profesor Alejandro Posadas.  “Madre se puede ser de diferentes maneras, no solamente dando de mamar”, concluyó la Doctora de bata blanca, en su oficina del Hospital Público del Palomar, ubicado a pocos metros de la Villa Carlos Gardel.

La Organización Mundial de la Salud y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), ​ promueven la lactancia materna exclusiva (LME) hasta los seis meses, es decir solo leche humana y agua, y que hasta los 2 años se alimenten con una combinación de la misma con alimentos adecuados y nutritivos para su edad.

Existe aquí una enorme contradicción: la mismísima OMS recomienda una lactancia de seis meses exclusiva, pero los gobiernos dan solo noventa días de licencia a las madres y dos o tres días a los padres, convirtiendo el acompañamiento de los hombres en algo obsoleto para quienes están amamantando.  Es decir, que el privilegio actualmente sería ser una madre que no pierde su productividad, o si la perdiese, que esto no afectase a la economía familiar y poder quedarse en su casa medio año para poder dar la teta a demanda exclusivamente. Esto trae indefectiblemente una pregunta: ¿se puede criar de la misma forma en todas las clases sociales?

“Lamentablemente la lactancia se termina antes, no se puede sostener. En este país y en muchos países, la tasa de lactancia a los seis meses llega más o menos al 43%, es decir que sea el núcleo social que sea, lo difícil de sostener es en el tiempo y tendría que ser muchísimo más alta“, comentó con cierta indignación Silvia García, quien es ex miembro del comité de lactancia de la Sociedad Argentina de Pediatría. “Hay un alto nivel de abandono, si me preguntas por qué, yo creo que en su mayoría es por el trabajo, la combinación de trabajo y lactancia se vuelve muy difícil.” 

El Hospital Posadas fue reconocido por el Ministerio de Salud de la Nación como “Espacio amigo de la lactancia”. Esto cuenta de diez pasos que el hospital debe cumplir para facilitar y promover la leche humana en los primeros seis meses de vida con el lema “amamantar no es un privilegio, es un derecho”.  También cuenta con espacios higienizados para la lactancia, con el objetivo de que “ninguna madre se siga sacando leche escondida en un baño”. 

En esta línea, parece oportuno también abrir el paraguas frente al circuito de demandas que gira alrededor de las mujeres o personas gestantes. Partiendo de la base de que por más que se haga el intento la maternidad y paternidad perfecta no existen y es posible que pese a todos los esfuerzos por hacer lo mejor, los adultos sin embargo, fallen de alguna u otra manera. A esta enorme exigencia del gestar y luego maternar, se le suma la se le suma a las madres la responsabilidad de la alimentación como único recurso durante los primeros seis meses de vida. teniendo que dar la teta cuando y donde su hijo quiera. 

En la guerra silenciosa de la virtualidad, donde las opiniones ajenas encontraron su mezquita, de un lado y del otro se enfrentan la lucha de criterios sobre donde debe estar una madre a la hora de criar a su hijo. En el libro “El segundo sexo” publicado en 1949 la escritora y pensadora del feminismo Simon de Beauvoir dice: “La lactancia es también una servidumbre agotadora”, quien en su libro despliega una teoria sobre la maternidad como origen del patriarcado. 

 En la escena actual de una sociedad que hace poco obtuvo la victoria de la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE) y la Ley de los 1000 días, que ofrece acompañamiento y asistencia en el embarazo a todas las personas gestantes durante los primeros tres años de vida de los niños y las niñas, aún queda mucho camino por andar en pos de modificar la ley de lactancia para permitir ampliar las licencias tanto de las madres como de los padres y así generar crianzas igualitarias. Dice la histórica pensadora:  “ En cuanto a las servidumbres de la maternidad, según las costumbres, adquieren una importancia sumamente variable: son abrumadoras si se impone a la mujer numerosos partos y si tiene que alimentar a sus hijos sin ayuda”, sin embargo hace 73 años Simone de Beauvoir también opinaba lo siguiente: “Si – la mujer –  procrea libremente, si la sociedad acude en su ayuda durante el embarazo y se ocupa del niño, las cargas maternales son ligeras y pueden compensarse fácilmente en el dominio del trabajo”.


Compartir