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“NO SIRVE PENSAR EN UN PERSONAJE MARAVILLOSO, LO QUE SIRVE ES EL GRUPO, EL PROYECTO”

(Gustavo Gavotti)

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A poco de haber recibido un homenaje en el teatro San Martín por sus 80 años de vida, el actor habló de su trayectoria artística, del feminismo y del presente político.

Por Eugenia Carraro

Roberto Carnaghi es uno de los actores más reconocidos de su generación. Participó en unas 60 obras de teatro, 44 películas, más de 50 programas de televisión, y al menos 100 publicidades.

-Sos un actor que trabaja mucho. Se te ve en la tele, en el teatro. ¿Siempre fue así o hubo épocas difíciles?

-Uno tiene etapas. Siempre trabajé, ésta es la verdad. Ya sea en teatro o televisión. Yo tuve suerte, entré en el año ‘77 al San Martín al elenco estable, estuve hasta el ‘90. Eso fue importante. Y antes estuve en el Maipo.

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-¿Hay algún personaje que no hiciste y te gustaría hacer?

-No sirve pensar en un personaje maravilloso, lo que sirve es el grupo, el proyecto. Los compañeros, el director, eso es fundamental. Cuando uno tiene las ideas, siempre son grandes personajes, protagónicos. Pero son personajes tan grandes, tan enormes que necesitás de un buen proyecto. De lo contrario, se trunca.

-Has hecho tanto dramas como comedias…

-En general en teatro siempre hice dramas. En cambio en televisión fue al revés, mucha comedia. He tenido la posibilidad de que la gente me pueda elegir para las dos cosas. No es que elegí yo, sino que me llamaron.

-Y vos tenés versatilidad…

-Bueno, eso es cierto. Pero yo creo que muchos actores la tienen, sólo que siempre los llaman para lo mismo.

-¿Cuál es la satisfacción más grande que te dio ser actor?

-Poder tener un proyecto en la vida. Eso es lo mejor. Haber encontrado algo, que yo no sabía que estaba ahí, porque fue una casualidad que empecé a actuar. Fue un destino, una meca. Es maravilloso sentir que estás metido en algo, donde podés crecer, aprender como ser humano.

-¿Fue un salto en tu carrera hacer el personaje del corrupto con Tato Bores?

-Si, en televisión. Yo arranqué con Tato en el ‘79. Primero hacía un personaje que era el interventor del canal. Estaba Videla todavía. Recién en el ‘88 aparece el corrupto. Era un asesor de políticos, no importaba de qué partido. El chanta argentino. Con Tato denunciábamos corrupción. Te digo esto porque a veces dicen cosas, como que Tato trabajó en el gobierno militar y que se yo. Nada que ver. Había que decir esas cosas.

-¿Pero tuvo problemas alguna vez?

-Si, tenía juicios. Pero Tato nunca hablaba de eso. Una vez le pusieron una bomba en el palier de la casa. Tato llamó a los medios y ahí le pusieron seguridad.

-¿Y qué pensás de los actores que se expresan políticamente en los medios? ¿Te identificas con eso?

-Yo creo que cada uno es dueño de decir lo que le parece. En Estados Unidos, por ejemplo, los actores salen al lado del presidente, hacen la campaña, ¡actores famosos! Yo lo escuchaba el otro día a Deniro (Robert), en los últimos premios Oscar, hablando mal de Trump (Donald), y había gente del público que lo aplaudía y gente que no. Dijo cosas terribles y por eso no deja de trabajar. Es tu trabajo ser actor, pero si después tenés tus ideas, querés expresarte y pertenecer a un partido político, ¿por qué no? Este dilema existió siempre.

-¿Qué mirada tenés vos sobre este momento político?

-Estamos en un momento terrible. No veo de qué manera vamos a salir. A mí me duele, profundamente. La gente que no tiene para morfar, para pagar la luz. Además los conozco, la gente que viene a casa, la peluquera. El otro día mi vecino de enfrente me dijo que le vino 10 mil pesos de agua. No estamos bien. No hay proyecto de país.

-¿Añoras otra época?

-Yo recuerdo cuando era pibe. Había trabajo. En el barrio todo el mundo tenía trabajo.

 


“Las mujeres me cuentan su vida”

Carnaghi declara estar a favor del feminismo y no se asume como un hombre machista: “Siempre me he llevado muy bien con las mujeres. No he sido amante de ellas ni nada por el estilo, pero me cuentan su vida”. En su casa cocina y lava la ropa: “Esto desde que me casé, antes no”.

En relación a la legalización del aborto, sostiene la bandera de la libertad individual: “Cada uno es libre de hacer lo que le parece. En general las mujeres que tienen dinero pueden abortar sin ningún problema. El problema son las que no tienen plata”.

 


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