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PARA QUE SE PREGUNTE POR ÉL

Las horas en Constitución transcurren sin mayores sobresaltos. Una nena con el delantal en la mano baja del colectivo en Solís y Pavón, un grupo de pibes juega al fútbol en la Plaza Garay, un señor sale a hacer las compras. ¿Acaso alguno recuerda a Jorge Julio López? La misma pregunta se hizo, a diez años de su segunda desaparición, el fotógrafo Gerardo Dell’Orto, quien propuso como antídoto al olvido empapelar las calles con el rostro en rompecabezas -aunque con una pieza en blanco- del albañil platense, testigo clave en el juicio al represor Miguel Etchecolatz. La iniciativa fue apoyada por distintos sectores y, también, por un grupo de redactores y fotógrafos del diario Página/12, quienes “pegatinearon” dos retratos de López en las paredes laterales de la redacción.
“Lo hacemos hoy porque es el día que más trabajadores vienen”, comenta Werner Pertot, periodista del diario y uno de los impulsores de la “movida” dentro de la redacción, al tiempo que sostiene una de las gigantografías que pronto será adherida al muro.
lopez12 La primera imagen seleccionada la tomó Helen Zout, hace 16 años. Ella también fue víctima del terrorismo de Estado durante la última dictadura cívico-militar. En la fotografía se lo observa a Julio con el ceño fruncido, como encandilado por el flash de la cámara. Éste es uno de los retratos más conocidos que circulan del emblemático albañil y militante.
El otro gran rompecabezas es autoría de Gerardo, quien retrató a Julio López durante una jornada de reconocimiento en uno de los centros clandestinos de detención por los que paso entre 1976 y 1979.
Durante sus días de cautiverio en el Pozo de Arana, el hombre dos veces desaparecido presenció el asesinato de Patricia Dell´Orto (hermana del fotógrafo) y de su pareja Ambrosio Di Marco. La descripción de los hechos fue hecha por el mismo López en su declaración ante el Tribunal Oral Federal N° 1 de La Plata, que el 19 de septiembre de 2006 condenó a prisión perpetua al represor Etchecolatz.
Las paredes de la redacción sobre la calle Filiberto conocen de luchas sociales, llevan las marcas rojas de un aerosol que simboliza el conflicto salarial existente entre los trabajadores y la patronal desde hace varios meses. “Por ese problema hicimos numerosas protestas en la puerta del diario, pronto retomaremos el reclamo”, comenta mientras observa las marcas en la pared Werner, autor junto a la periodista Luciana Rosende del libro “Los días sin López”.
Sin embargo, esas paredes son el lugar indicado para la intervención. Primero se realiza sobre ella un baño de agua, luego de engrudo y por encima el afiche con el rostro de Julio López. Para que los ciudadanos de a pie, quizás, se pregunten por él.
El desarrollo de la actividad se da en manera colectiva. Todos participan, y los más experimentados aportan consejos sobre el método más acertado para pegar los carteles en la pared marrón.
A pesar de los intentos por instalar un nuevo relato, suavizar el discurso respecto a los responsables de los crímenes cometidos en la dictadura y una avanzada que pretende deslegitimar la lucha encabezada por los organismos de Derechos Humanos, este proyecto se enfrenta, como sostenía otra víctima de Etchecolatz Nilda Eloy, a “las cuatro desapariciones” de López. Una en dictadura, otra en democracia, la tercera en la investigación judicial y una cuarta en los medios de comunicación.
La propuesta de construir la imagen de López en rompecabezas apunta a un público diverso y espontáneo, ya que cualquiera puede acceder a los archivos, imprimirlos en hojas A3 o A4 y ser parte de la performance desde cualquier barrio porteño. Además, desde la red social Twitter los usuarios participan y cuelgan en su muro una foto de la “aficheada” acompañada por el hashtag #APegarPorLopez. Estas actividades se sucederán hasta el domingo, cuando se cumpla el décimo aniversario.
La convocatoria comenzó en las redes sociales y propone inundar la ciudad con la cara de Jorge Julio. El fin es reivindicar las premisas que anuncia la actividad en Facebook : “Ni olvido ni perdón: Juicio y castigo a los genocidas”.

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El acto es coronado con una fotografía del equipo que participó de la actividad, baldes y brochas decoran la postal. Luego, una parte del grupo toma la posta y limpia los restos de engrudo salpicados en la vereda, para que ningún vecino se lastime.
En la redacción de Página/12, ubicada a cinco cuadras de la estación Rod0lfo Walsh de la línea E de subte, el reloj está pronto a marcar las seis de la tarde. Faltan horas para que se cumpla una década de la desaparición en democracia que aún se resiste a ser borrada de la memoria colectiva.
Las calles porteñas siguen con su ritmo habitual, pero con marcas en sus edificios que atentan contra la indiferencia. Casi sobre el final de la jornada “Pájaro”, un fotógrafo del diario, remarca: “Así como está va a durar hasta fin de mes, a menos que venga un ciclón”. Julio López permanecerá allí hasta que las inclemencias climáticas o el olvido lo decidan.

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“La verdad está en lo que se trafica vía la risa”

Del interior del portero eléctrico sale una voz cálida. “Ahí voy”, la misma voz que a través de una sonrisa indica el camino. Sobre la pared, tras la inmensa biblioteca, un gato Ramón mira desde la cómoda silla donde descansa. Su dueña es la psicoanalista y escritora Alexandra Kohan. Con una mirada crítica y un estilo libre de imposturas, presenta su último ensayo El sentido del humor, donde navega por las aguas de los fallidos, los desvíos y las risas.

Del interior del portero eléctrico sale una voz cálida. “Ahí voy”, la misma voz que a través de una sonrisa indica el camino. Sobre la pared, tras la inmensa biblioteca, un gato Ramón mira desde la cómoda silla donde descansa. Su dueña es la psicoanalista y escritora Alexandra Kohan. Con una mirada crítica y un estilo libre de imposturas, presenta su último ensayo El sentido del humor, donde navega por las aguas de los fallidos, los desvíos y las risas.


¿Hay algo de la actualidad que te haya impulsado a escribir sobre el humor?

Hay algo de la actualidad que me interesa destacar en un momento particular. Cuando escribí lo del amor efectivamente había muchísima proliferación de discursos prescriptivos alrededor del amor, eso me incomodaba mucho. Lo del cuerpo surgió más por la pandemia y lo del humor, si bien es un asunto que me importa hace más de 20 años y es un tema al que vuelvo. Los últimos años se han vuelto muy solemnes y entonces me interesaba agarrar eso. Son temas que en la actualidad cobran una forma particular que me interesa discutir.

En tu libro menciónás que para vos no hay transmisión ni práctica del psicoanálisis sin risas. ¿Por qué, cómo pensás el rol de la risa en el análisis? 

La risa, el humor, son una de las cosas más emancipadoras que existen en el sentido incluso de lo instantáneo. En ese instante en el que se produce la risa algo se afloja, algo se alivia y ese alivio, por más que no se pueda constatar de manera duradera, abre y produce que pasen cosas que no pasarían. Sin la risa uno está agarrado a sus ideas, a su imagen, a sus prejuicios, a sus cosas y la risa rompe ¿no? Rompe ese modo en que cada uno de nosotros está agarrado a eso que cree que uno es y me parece que la risa en el consultorio ocurre bastante. 

En el capítulo “Usted me ofende” hablás sobre la ofensa como una reacción de nuestros tiempos. ¿De qué forma crees que nos limita la indignación a la hora de producir reflexiones o de generar debates a través del humor?

La ofensa y la indignación son dos formas del impedimento. Todos nos hemos indignado y nos hemos ofendido pero desde ahí no se puede hacer nada, solo queda detenernos y regocijarnos en la propia ofensa y la propia indignación. Son sentimientos bastante individuales y morales, “yo me ofendo, yo me indigno”, existen y no digo que está mal que existan, lo que digo es ¿qué hacemos con esos sentimientos que son muy morales cuando lo que el humor viene a proponer es otra cosa? Es una salida del impasse el humor, nos saca de esa paz del impedimento porque suspende la moral, no porque es amoral, sino porque la suspende. 

¿Crees que ofendernos y pensar que tenemos razón nos trajo donde estamos ahora?

A lo que nos llevó “me ofendo y yo tengo razón” es primero al aislamiento y a la rotura de los lazos comunitarios, no digo que eso sea lo único obvio, ni tampoco es tan directo causa efecto. Creo que si vos te encerrás en que vos tenés razón, en tu indignación y en quién tiene razón, se vuelve una lucha uno a uno y eso no tiene nada que ver con lo colectivo. Lo colectivo es justamente lo que no segrega las diferencias, lo que admite que tengamos razón vos y yo al mismo tiempo, aunque digamos cosas contrarias, como si dijera “vos tenés tus razones, yo tengo las mías, juntémonos y pensemos qué hacemos”. Para los procesos colectivos no importa quién tiene la razón, importa cuál es la fuerza que podemos obtener para para ir en contra de aquello que nos está destruyendo.

Entendiendo al humor también como ficción ¿Por qué crees que nos empeñamos en leer la ficción como una realidad fáctica?

La crisis del humor está cerca de la crisis de la lectura en el sentido de cómo leemos, cómo nos relacionamos con eso que leemos, cómo leemos todo un acontecimiento político, una ficción, una ciudad. La posibilidad de leer implica también entregarse a lo que no se sabe y sorprenderse. Si vos vas a leer una novela y confundis al autor con el narrador y crees que todo lo que hizo es expresión de lo que piensa el autor ya estás leyendo mal porque una ficción pretende ser leída como ficción no como realidad. La ficción tiene efectos de verdad, por supuesto, pero no de realidad. Mucho menos de la realidad de lo que piensa un autor. Para mí el humor va en la misma línea de la ficción. No sabemos qué verdad se articula en ese humor. La verdad no está en lo explícito del humor, está en lo que se trafica vía el chiste, la risa.

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A 17 años del Bronce de Los Pumas

En la Copa del Mundo de Francia 2007, Los Pumas lograron dos hechos históricos: ganarle dos veces al local y volver con la primera y única medalla de bronce en un mundial. En este informe, revivimos a través de algunos de sus protagonistas cada momento de aquella hazaña. 

En la Copa del Mundo de Francia 2007, Los Pumas lograron dos hechos históricos: ganarle dos veces al local y volver con la primera y única medalla de bronce en un mundial. En este informe, revivimos a través de algunos de sus protagonistas cada momento de aquella hazaña.

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Juan Pablo Buscarini: “Hoy ya no hace falta hipotecar tu casa para filmar una película”

El premiado director argentino dio su perspectiva sobre el estado de la industria del cine, la evolución del medio de la animación y los peligros de la inteligencia artificial.

El premiado director argentino dio su perspectiva sobre el estado de la industria del cine, la evolución del medio de la animación y los peligros de la inteligencia artificial.


A lo largo de sus 24 años como director de cine familiar, Juan Pablo Buscarini ha explorado diferentes propuestas narrativas y lenguajes estéticos; desde adaptaciones literarias, hasta películas que combinan animación 3D con actores de carne y hueso, como fue el caso de “El Ratón Pérez”, ganadora del Goya 2007. 

-¿Cómo aumentó tu interés por contar historias a medida que fuiste evolucionando vos y el mundo audiovisual?

-El interés no viene de mis padres. Mi mamá era profesora de literatura y mi papá fabricaba zapatos y carteras, pero yo desde chico soy fanatico del cine. Sin embargo, en su momento decidí estudiar ingeniería porque tenía facilidad para las matemáticas, e hice la carrera completa, pero con el tiempo empecé a soñar con formar parte de esa industria. Lo veía así; como una industria. Entendía que era un trabajo. Quizá no estaba pensando necesariamente en contar historias. A los 28 años tomé mis ahorros y me fui a hacer un master de animación a Inglaterra.

-Tu filmografía tiene un foco en el cine familiar. ¿Cómo describirías al niño espectador de la época de “El Ratón Pérez” en 2006 respecto a este de 2024? 

-Cuando hice “El Ratón Pérez” llevaba a mis hijas chiquitas al cine para ver qué películas familiares estaban dando y a ver quién iba a tener que fumarse ver. A mí me encantan las películas de Pixar porque venden igual cantidad de entradas para chicos que para adultos. Pero el streaming cambió todo. Hoy el espectador está fragmentado, desconcentrado. Una cosa es tratar de ganarte a los niños en una sala de cine y otra en las casas que pueden distraerse y pausar la película cuando ellos quieran.

-¿Entonces qué motiva ir al cine hoy en día? ¿Y para vos qué valor tiene el streaming?

-Antes las películas funcionaban con el boca en boca. Hoy en las reuniones de producción te dicen que hay que “eventizar”, un megaestreno, porque si no la gente no va. Total, después pueden verla en Netflix. A mí la combinación de streaming con salas de cine, en la que una película se estrena, y luego llega dos meses después a una plataforma, me parece una buena. Ahora los filmes originales de plataformas se piensan activamente para que les guste a todos por igual, independientemente de la región o la visión del realizador, y eso genera que se pierda identidad.

-Tu cine abordó un arte que es tan delicado y tan humano como la animación, incluso llegando a mezclar 3D y Live-Action. ¿Cómo vivís el arrasador avance de la inteligencia artificial? 

-John Lasseter, director de Toy Story, decía que pensar que la animación 3D la hace una computadora sola es como pensar que la stop motion la hace la plastilina sola. La computadora es una herramienta. Respecto de la Inteligencia Artificial, me asusta más que la realización de la animación, que incluso podría traerle oportunidades a artistas independientes, es el tema de la escritura de los guiones, que es la génesis creativa de cualquier proyecto cinematográfico. Detrás de toda decisión creativa hay un montón de reflexión. No quiero que se desvalorice eso. Una Inteligencia Artificial nunca va a poder hacer lo que hace Hayao Miyazaki. 

-Adaptaste al cine la novela infantil “El inventor de juegos”, de Pablo de Santis, con quien co-escribiste el guión, donde el protagonista tiene pasión por los juegos de mesa. ¿Qué te motivaba del proyecto entonces y que cambiaría si lo estuvieses afrontando ahora?

-Al día de hoy, el libro se sigue leyendo en los colegios. Creo que eso pasa con todas las buenas historias. La novela tiene muchos elementos que abren la imaginación y te recuerdan esos momentos agradables e íntimos, en familia, todos concentrados y compartiendo. El libro le hacía tributo a eso y yo quería que la película también lo haga. Creo que si la tratara de hacer hoy me dirían que es raro que no haya pantallas ni celulares por ningún lado.

-¿Creés entonces que hoy habría que poner videojuegos en vez de juegos de mesa?

-Si se hiciera eso, el protagonista ya no se sentaría a jugar con el abuelo, a que él le enseñe cómo jugar. El abuelo estaría en otra habitación. 

-En el ambiente artístico crece la preocupación por el desfinanciamiento del INCAA. ¿Te sucede lo mismo?

-Argentina tiene la característica de la oscilación y de ir de un extremo a otro. Cuando yo terminé el secundario estaban los militares, había un montón de censura en el cine. Después vino la ley de cine 95 y logró que se produjeran muchísimas películas. Más allá de que a veces puede haber un interés un poco personalista en las películas, es clarísimo que el diagnóstico y la decisión del gobierno actual está profundamente errado. 

-¿Qué le dirías a un joven que quiere dedicarse al cine en este país?

-Que deben aprovechar este momento de democratización que trajo la era digital, que es excelente. Se puede filmar una película profesional con un IPhone. Hay una abundancia de recursos como nunca antes. Hoy ya no hace falta hipotecar tu casa para que puedas filmar una película.

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