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Plantas para sanar: hacer de tu jardín un botiquín
Entrevista a la médica naturista, Sara Itkin para conocer y valorar las plantas nativas que sanan nuestro cuerpo y mente.
Oriunda de María Grande, provincia de Entre Ríos, cuenta que desde que era chica recolectaba y comía frutos silvestres de su jardín. Decidió entonces estudiar medicina en la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Rosario, realizó su residencia en Medicina General en la misma ciudad; pero no fue hasta que hizo una pasantía en la zona centro y sur de la provincia de Neuquén que se volvió a encontrar con sus curiosidades pasadas.
En el suroeste del país conoció a las comunidades mapuche y campesinas, y quedó maravillada con la grandeza de la Patagonia y la relación que mantenía su pueblo con la naturaleza.
Más tarde, Sara Itkin volvería de Las Lajas, Neuquén, a Rosario para trabajar en un centro de salud que ya contaba con su propia huerta de plantas medicinales. En esa zona semirural de la ciudad se encontró con personas que habían llegado desde distintas provincias como Corrientes, Santiago del Estero y Chaco con la esperanza de un mejor porvenir. Pero, lamentablemente, vivían en casas de cartón y techos de chapa, sin tener mucho.
Recuerda cómo estas personas al hablar de sus pueblos recordaban alguna planta. Lo que más le gustaba era poder ser partícipe y ver como se les iluminaba el rostro con sus memorias ya que las plantas formaban parte de su identidad y ayudaban -aunque sea por un momento- a reconectarse con su tierra, identidad y fortalecer su autoestima.
Luego, en Villa La Angostura y Villa Traful abrió un taller de revalorización de saberes y haceres en relación con las plantas. Formó en el año 2000 el grupo “Compartiendo Saberes” con mujeres del lugar a quienes les enseñó a hacer preparados herbarios, ungüentos y jarabes con las plantas que acostumbraban a usar.
Hoy en día da charlas en La Patagonia compartiendo sus conocimientos yuyeros a la comunidad y caminatas en el bosque donde enseña las plantas y las propiedades benéficas para la salud. El recorrido se llama “Plantas de la Patagonia para la Salud” y acerca cientos de especies que se encuentran al alcance de nuestra mano como son diente de león, ortiga, core core, quilloy quilloy, sauco, consuelda, menta, amancay, lavanda, pañil (buddleja globosa) y caléndula.
-En medicina, ¿existe una materia dedicada a la enseñanza de las propiedades curativas de las plantas?
-Depende de la currícula. Cuando yo ingresé en 1986 tenía 17 años y no nos enseñaban de plantas, se las desmerecía. Sólo en cuarto año tuve una materia filtro que es Farmacología con un libro gigante Goodman y Gilman. En letra chiquita abajo, en cada droga, te comentaba como se había obtenido esa droga y hablaba de la planta de la cual se hizo una copia sintética.
-Y, ¿por qué elegiste ser médica?
-Muchas y muchos compañeros respondían que por “vocación” y yo no sabía qué era la vocación. Yo solo sabía que quería que las personas estuvieran bien, que la gente de alguna manera satisfaga sus necesidades. Había pensado en estudiar trabajo social, pero pensé que quizá podría estudiar dos años más y hacer una medicina social. Eso fue lo que me impulsó a entrar a la escuela de medicina.
-¿Tenés algún referente en la medicina naturista? ¿Alguna persona de quién te hayas podido guardar algún saber?
-Si, el alquimista Paracelso de fines de la edad media. Era un médico suizo, un que vivió en plena época de “caza de brujas”, época en la cual muchas mujeres sabias, hermosas y con un deseo inmenso de ayudar a la familia, a la comunidad a estar mejor, cayeron en manos del poder eclesiástico.
En esa época existió este médico el cual también fue cuestionado y es del que tomo algunas frases tales como: “Llevo más sabiduría en mis zapatos de viajero que los que encontré en mis libros de la escuela de medicina”; “Los prados y las colinas son nuestras mejores farmacias”; “La mayor sabiduría que llevo se las debo a mis amigas las brujas”.
-¿Tenés algún mensaje para la sociedad sobre la mirada de la medicina?
-Mi mensaje es que nos conectemos con la naturaleza, que podamos ver el cielo, ver volar un pájaro, poder ver cómo se mecen las hojas con el viento, alegrarnos con un nuevo brote, con una flor, sentir con los aromas, abrazar los árboles y sanarnos con las plantas.
Son tiempos complejos. Estamos en un momento del país muy triste y creo que estos pequeños actos sencillos nos van a ayudar a estar mejor, repensar nuestra alimentación. La idea para mí es volver a lo simple, que hagamos huertas, porque casi no nos cuesta dinero y hasta oler cualquier planta aromática nos trae bienestar.
Son actos simples y sencillos que nos ligan a la tierra y no nos vamos a sanar escindiendo de ella; al contrario, es justamente fundiéndonos en la madre naturaleza que vamos a lograr sanar. Y, obviamente, en comunidad con empatía por el otro, con sororidad, con amor. Es justamente en el reino de las plantas donde podemos encontrar todo eso.

-Creo que las personas adoptaron cierto miedo a las plantas, hay cierta lejanía con ellas… ¿cómo lo ves vos?
-Si, yo creo que en realidad la industria farmacomédica tuvo la consecuencia de desmerecer los saberes ancestrales y populares, hacer descreer de las plantas para poder vender sus medicamentos.
Lo lindo de las plantas es que actúan por sumatoria de virtudes y, a su vez, esas virtudes pueden ser selectivas. Por ejemplo, la manzanilla es una planta que es relajante pero también tiene otros efectos: tiene un efecto antialérgico, pero si no tenés alergia no va a actuar sobre nuestro sistema defensivo calmando esa alergia. Esa selectividad que tienen las plantas no la pueden tener los medicamentos sintéticos.
-¿Qué cambiarías como eje central del sistema médico occidental?
-El sistema médico occidental está centralizado en la enfermedad. Trabaja tanto en la enfermedad que, cuando hay salud, termina enfermando igual. Siempre va a buscar la enfermedad. Creo que hay que hacer más hincapié en un sistema de promoción de la salud y de prevención de enfermedades.
-¿Podemos encontrar alguna planta que su consumo diario prevenga, por ejemplo, la formación de células cancerosas?
-Si, yo creo que no solo es una planta, sino que muchas plantas previenen el cáncer pero creo que tiene que ver con un todo. Tiene que ver también con qué otras cosas nos suceden. Hay plantas que pueden evitar el cáncer siempre y cuando yo no coma agrotóxicos. Existen plantas depurativas como el diente de león que, para mí, es una planta maravillosa cosmopolita. Es decir, viven en todo el mundo y sus virtudes depurativas son excelentes.
-¿Entonces cualquier persona podría consumir diente de león?
-Está al alcance de todos y crece en cualquier jardín. Crece de forma silvestre y en abundancia. Es tal su efecto depurador que ayuda a limpiar nuestros intestinos, podríamos decir que es un laxante suave. Otras de sus funciones en beneficio del organismo es que en las personas que tienen problemas en la piel como dermatitis, eccema, psoriasis se van a beneficiar con su ingesta. Se puede beber en té, realizar una tintura madre. Pero la infusión es la forma más sencilla de extraer sus propiedades.
-¿Qué plantas pueden ayudar a las personas que sufren depresión?
-Hay plantas que nos sacan de la tristeza, de la ansiedad, del agobio y tal vez no sea depresión. Y, si hay, también pueden servir. Muchas de ellas son aromáticas y aconsejo que, a través de sentir su aroma, busquen el bienestar. El aroma de los cítricos, el aroma de las cáscaras de naranja, la cáscaras de la bergamota, la hierba melisa.
Sobre todo la melisa para las penas, tristezas y agobio. Tiene un aroma cítrico y en Chile le dicen “toronjil”. Como en “La Jardinera”, la canción de Violeta Parra: “Cogollos de toronjil cuando me aumenten las penas”.
-¿Qué planta mejora la salud de las articulaciones?
–Lo interesante de las plantas es que ayudan a ganar salud a través de una sumatoria de virtudes. Estas virtudes químicas se conocen como principios activos y tienen acción sinérgica. En este caso, para las articulaciones, por el aporte de minerales podría ser el sílice que es tan importante para sostener la estructura, el calcio y ciertos componentes que estimulan la producción del cartílago articular.
Por estos principios es que entonces ayuda a fortalecer los huesos, a regenerar el cartílago que se desgasta junto a las articulaciones y que produce dolor. Incluso tiene una acción inmunológica muy importante que ayuda a frenar el avance de enfermedades autoinmune como la artritis reumatoidea que precisamente genera una inflamación en las articulaciones. También podemos pensar en la ortiga que está en todas partes y tiene todas las propiedades antes mencionadas.
Por otro lado, diversos estudios en personas que transitan enfermedades autoinmune como la artritis reumatoide y la artritis han demostrado que el consumo diario de cúrcuma en ayunas disminuye los dolores en las articulaciones y mejora la condición de los pacientes por sus principios antiinflamatorios y antioxidantes. La curcumina es una propiedad que es investigada por la medicina occidental. Le llaman “leche dorada” y su consumo es milenaria en la India, conciliadora del sueño, mejora la memoria, controlador del azúcar en sangre, reduce la inflamación y refuerza el sistema inmune entre otros.
-¿Qué opinión tenés de las Flores de Bach? ¿Crees que sus aportes contribuyeron al mundo de la salud?
-Creo que Edward Bach fue un gran homeópata, sus estudios aportaron un gran descubrimiento al mundo. Fue una persona con un don especial que tuvo esta capacidad de ver en la simpleza de las flores esa enorme capacidad energética de equilibrar nuestras emociones negativas. Así que las empecé a estudiar, a probar en lo personal y después ya en el ámbito laboral.
Cuando volví a Neuquén tenía que ir a atender emergencias. Recuerdo un accidente donde habían chocado dos autos de frente. De una de las familias había quedado un solo integrante con vida y otras cinco fallecidas. Es entonces que sugerí las Flores de Bach en el sobreviviente y pudimos ver como su presión arterial y su respiración mejoraba, disminuía su quejido y llegaba en un estado más armónico frente a la situación terrible.
Después tengo otro caso donde una señora mayor que estuvo postrada durante dos años, había perdido un hijo y caído en depresión. Recuerdo su mesita de luz llena de antidepresivos, absolutamente desconectada con la mirada hacia el techo. Sugerí a su hija que no le dé más ninguno de esos antidepresivos y que íbamos a empezar con las flores. A los 15 días, esta señora podía sostener la mirada y al cabo de dos meses tuve que enviarla a rehabilitación y a sesiones de kinesiología porque había vuelto a caminar. Y eso fue solo obra y fuerza de las flores.
*Estudiante de la carrera de Periodismo y Producción de contenidos a distancia.
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40 años dedicada a la enfermería en el Hospital Central de Formosa




