A 23 años de su muerte, el pueblo de la provincia de Río Negro lo recuerda aún como ese personaje alegre, bondadoso y respetuoso que deambulaba por las calles junto a sus animales. Hoy tiene sus propias esculturas y pinturas en homenaje.
“¡Ay, yeya!”, lanzaba sonriente mientras acomodaba su sombrero y su pañuelo de cuello imitando a un distinguido caballero, para soltar las primeras frases de algún tango que tienen como destino los oídos de alguna dama o señorita que estaban de paso por la plaza central del pueblo.
La voz rasposa de quién saludaba era la de José Atilio Vázquez, más conocido como “Purrán”: un personaje único e invaluable para la historia de la comunidad de la Ciudad de Centenario, en la Provincia del Neuquén.
Vicente Stagnaro, un coleccionista y fotógrafo histórico de la ciudad comentó que fue una persona muy querida y que lo recuerda como alguien que, “a pesar de sus adversidades, siempre andaba alegre”.
José Atilio Vázquez (“Purrán”). Créditos: Vicente Stagnaro, archivo personal.
Poco se sabe sobre la historia de su vida, y son muchos los mitos que lo rodean. Algunos vecinos dicen que fue un hombre rico, que venía de una acaudalada familia que residía en la vecina localidad de Catriel y que se fue a la ruina cuando su esposa lo engañó y le sacó todos sus bienes. Otros comentan que combatió en la guerra de Malvinas y luego de aquel suceso enloqueció, lo que es totalmente falso, ya que no existen registros que lo vinculen al ejército en el año de la contienda.
Pero, la historia se transmite de boca en boca y hasta los más escépticos a veces eligen creer. Lo cierto es que Purrán tuvo una vida dura, deambulando por la calle y encontrando un refugio para dormir donde pudiera o donde algún vecino le diera asilo.
Corre el año 1993, es el aniversario de la ciudad. La gente comienza a aplaudir cada vez más fuerte, las ovaciones no se hacen esperar, es que ahí viene Purrán. Como si se tratase de una institución más que participa del desfile, la institución de la alegría podríamos decir, él no duda en desfilar junto a su jauría de amigos que nunca lo dejan solo.
La comunidad de Centenario le agradece por su alegría, por su respeto, por su bondad. “Atilio forma parte del patrimonio más querido de la comunidad, los adultos lo recuerdan con cariño y se encargan de que los jóvenes lo conozcan”, menciona Javier Altamirano, encargado del Museo Municipal de Centenario.
Escultura de Purrán. Créditos: Facebook Mercado San Sebastián.
Es el año 1999 y se inaugura un monumento en uno de los accesos al pueblo: un hombre desarreglado y de aspecto algo sucio baila entre la multitud que lo asimila de tal manera que no sorprende a nadie. Todos lo conocen, no es un ebrio buscando problemas, es Purrán haciendo sonreír a su gente.
A más de uno se le escapó un lagrimón cuando en la Fiesta del Pionero 2012, que homenajea a los primeros pobladores de la ciudad, apreció Atilio entre los homenajeados.
La trágica muerte de Vázquez en 2001 causó mucha tristeza, los medios locales difundieron la noticia y fue el tema central de las radios, según informó el Diario Río Negro. A pesar de que ya no se encuentra físicamente la sociedad lo tiene muy presente.
Ese cariño se plasma en diferentes homenajes, como el del comercio San Sebastián en la esquina de las calles El Salvador y Lago Lacar, que expone una escultura en su vereda recordando a uno de los ciudadanos más ilustres.
Los homenajes no quedan ahí: en exposiciones de arte locales pueden observarse obras de diferentes artistas que, con distintas técnicas, han retratado la esencia y el carisma del personaje más querido y famoso que tuvo la comunidad de Centenario. Sin dudas, José Atilio Vázquez será recordado por muchas más generaciones, impulsado por los habitantes más longevos que se niegan a olvidar un pedacito de la historia de su pueblo.
*Estudiante de la carrera de Periodismo y Producción de contenidos a distancia.
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