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PLÁSTICO ERES Y EN PLÁSTICO TE CONVERTIRÁS

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La gloria, ocaso y resurrección del Polietilen Tereftalato (PET) resultan una suerte de justicia poética. Recolectores, acopiadores y recicladores se unen en un círculo virtuoso que tiene por principal beneficiario al medio ambiente.

Por César Aldama

botellas-plasticas

El producto que conecta mucha de nuestras actividades es el PET presente en los envases que manipulamos y en miles de productos más que nos rodean a diario. Su desecho conforma un circuito de recolección y procesamiento que devuelve materia prima reutilizable y reparte dinero a sectores vulnerables con poca calificación laboral.
Desde hace años, la invasión de botellas de gaseosa, aceite, jugos artificiales, agua mineral, artículos limpiadores etc. han sido el dolor de cabeza de las comunidades a la hora de tratar sus residuos por su condición resistente a la degradación con el paso del tiempo. En el término de 10 años, el reciclado de PET en Argentina se triplicó constituyendo un cíclo virtuoso que comienza en la modesta base formada por recolectores y concluye en las industrias que lo reelaboran ahorrando energía y materia prima básica.
El eslabón inicial es un individuo, antes llamado ciruja o cartonero que ahora en algunos casos y localidades se integra a una cooperativa que le da mayor estructura y rentabilidad a sus labores. Formalizado en sus tareas y con uniforme, en el caso de los participantes de cooperativas de la ciudad de Buenos Aires, o como parte de un emprendimiento familiar que convoca a un adulto y a niños o jóvenes que aportan lo suyo. En sus manos, el PET se integra a la cadena de materiales valiosos como el papel, el cartón y ,por supuesto, los metales.
Martín y Víctor son de Ezeiza, de lunes a viernes su geografía laboral es el microcentro porteño, ambos son veinteañeros y la cara de Martín lleva marcas de algún episodio traumático.”El plástico no lo pagan más de uno veinte”, dice Martín a cargo del carrito común. Se refiere al precio que consiguen al entregar el material en un acopiador. “Los de Macri de la propaganda cobran sueldo y el camión de ellos se lleva todo”, agrega refiriéndose a los integrantes de las cooperativas de Ciudad Verde del Gobierno de la ciudad de Buenos Aires. Víctor relata que vienen todos los días a trabajar y que los fines de semana se quedan en Ciudad Evita, “hago contenedores”, explica Martín. “Vendemos en un corralón los materiales, pero preferimos papel y cartón”, observa Víctor, “yo llevo todo, ropa, zapatos, lo que sea, tengo nueve mujeres en casa”, dice mientras sonríe. El trabajo adicional que dan las botellas de aplastarlas para compactarlas no las hace tan atractivas para ellos.
La separación de envases para la venta a las plantas de reciclado le reporta a los actores primarios, recolectores/separadores, un promedio de 3,40 pesos por kilo, y el material reciclado con el que se puede fabricar nuevos envases cuesta lo mismo que el material virgen, pero su producción requiere menor consumo de materia prima y menor cantidad de energía. Así el PET, la estrella de los plásticos dedicados a la industria del envase, ingresó en la teología de la reencarnación.
Un proceso industrial que puede llevar desde el pasado común de gaseosa cola masiva hasta el presente glorioso de aceite de oliva virgen de primera presión, se encarga de no caracterizar al producto por el envase, sino todo lo contrario. Una medida democrática que iguala PET de una y otra procedencia, unidos por el pasado común de botella descartable.
Pero no todas son loas al sistema que une al extremo más humilde de la cadena con la etapa industrial del reciclado. Según fuentes privadas expertas en el mercado del PET reciclado, la presencia del recolector y los acopiadores encarecen la materia prima que llega al reciclador, lo que no beneficia a la sociedad porque paga envases más caros. Las mismas fuentes aducen que deben ser los municipios los que afronten la política de reciclado sin intermediarios, para que el producto llegue en forma directa.
El reemplazo de los recicladores cooperativos por el poder del estado dejaría sin una mínima estructura laboral de supervivencia a muchos recolectores, exceptuando los pocos que pudiesen integrarse al proceso. “Un recolector primario no relaciona un kilo de PET para reciclar con las 20 veces que debe inclinarse para efectuar su recolección” asegura Claudia Pampín responsable de producción de CABELMA, empresa otrora dedicada al reciclado que actualmente fabrica baldes y cajones plásticos.“Cuando un vecino lava un envase para descartarlo limpio según se le indica, consume agua, lo que hace ineficiente el proceso”, dice Claudia. La mano del estado, eliminaría algunos pasos y dejaría a cargo del procesador la disposición total, que lavarìa, trituraría y reconvertiría el material según su utilización posterior.
“Hay una rebaja de costos”, asegura Erwin Auspitz, titular de RECICLAR S.A.. Su empresa realiza compras de material para reciclar a cooperativas de recolectores y a otras empresas. “Nuestro resultado no es apto para elaborar envases de uso medicinal o alimenticio, ya que ese reciclado lleva un proceso adicional que nosotros no realizamos”, dice Auspitz. Su producto, las hojuelas de PET, es adquirido por empresas para distintos tipos de envases de elementos de limpieza o industriales. “ Coca Cola y otras empresas multinacionales tienen política de reciclado, ignoro si es por temas económicos o simplemente cuestiones de marketing”, explica Auspitz. Conoce la práctica del reciclado en Estados Unidos y asegura que las empresas norteamericanas hacen del reciclado un proceso normal en algunas industrias por disposiciones legales que así lo establecen.
Las técnicas que hacen del PET reciclado un material apto para el consumo humano están en manos de, entre otros, la empresa CABELMA PET, propiedad de DAK, un operador multinacional que protege sus procesos por patentes de exclusividad. Alejandro Barna, uno de sus directivos, asegura que tienen capacidad ociosa y que el ideal de producción se alcanzaría con mayor escala si contaran con el material recolectado suficiente.
“Soy la persona indicada para hablar del PET” , se autoreferencia José Pronato, Director Ejecutivo de la Asociación Civil Argentina Pro Reciclado del PET (ARPET). La organización nuclea a productores y recicladores que estimulan su reutilización. Los datos que maneja ARPET señalan que el 87% del reciclado de PET en el mundo va a parar a la fibra textil. “El gran empujón a nuestra industria de PET lo dió China y su demanda”, asegura Pronato, “ahora China además es el principal productor de este material”, agrega.
Pronato resalta el papel social de los trabajos de reciclado y destaca la importancia que reviste para las comunidades. Las exitosas experiencias de algunos municipios donde la iniciativa es sostenida por el gobierno local, marcan un camino de resultados que no siempre pueden medirse en términos monetarios. “El recolector que es organizado y formalizado mejora su vida y la de su grupo familiar”, relata Pronato aludiendo a la experiencia del municipio de Trenque Lauquen. El partido bonaerense gobernado por el recientemente fallecido Dr. Jorge Barrachia comprobó la inmediata mejora en la salud de sus recolectores y familiares ya que descendieron abruptamente las consultas al hospital municipal.
En Argentina se utilizan 220 mil toneladas por año de las cuales se reciclan un 33 por ciento. Japón lidera el porcentaje de reciclado en el mundo con un 77 por ciento, Europa establece un promedio del 48 por ciento y Brasil lidera en Latinoamérica, con el 55 por ciento. EEUU reutiliza un 95 por ciento de sus envases de PET. Pronato advierte que para Europa, Japón y EEUU reciclar es también incinerar, ya que adhieren al concepto de “ Basura a energía” (WTE por sus siglas en inglés) de allí algunos altos porcentajes.
El reciclado de PET vive buenos momentos y tiene mucho por hacer en un mercado que fabrica más de 37 millones de envases diarios.

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“La Catedral de Francisco”

Cientos de fieles dejaron sus oraciones y ofrendas en el templo que vio pasar a Jorge Bergoglio como cardenal primado de Buenos Aires. Cómo fue la despedida al “Papa de los pobres”.

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A esa hora en la que Plaza de Mayo se deja ganar por la noche y los autos iluminan junto al alumbrado público, las escalinatas de la Catedral Metropolitana se convirtieron en un altar urbano. Velas encendidas, otras ya derretidas; ramos de flores frescas apoyados sobre las columnas que tienen pegadas banderas argentinas y papales, rosarios, estampitas, camisetas de San Lorenzo y cartas escritos a mano. Sobre Rivadavia, un retrato en tiza del Papa decora el asfalto como si su figura emergiera desde ese suelo que alguna vez lo vio caminar.

Detrás de las cámaras de TV de los medios nacionales e internacionales, y de los vendedores de recuerdos sobre las escalinatas, hay un murmullo bajo que envuelve. Gente que reza, que conversa en voz baja o que simplemente está. Turistas, creyentes, algunos que no se identifican con ninguna fe. Todos llegaron allí por alguna razón. Edgardo y Jazmín, una pareja peruana que observa en la entrada de la Catedral, comenta que estaban de visita cuando sucedió la muerte del sumo pontífice. “Era muy humilde, incluso ahora, en su despedida. Esperamos que el próximo Papa siga su legado, pero sabemos que en nuestra vida no veremos otro latino”, dice ella.

Unos pasos adentro del templo, un perro callejero duerme justo debajo de la cartelera que anuncia las misas y ceremonias especiales a la ocasión. No estorba el paso. La gente lo rodea, lo mira e incluso le toman fotos como si también él formara parte de esta escena serena y devota.

Adentro, el ambiente se vuelve más íntimo. Los pisos de mármol y las paredes macizas contienen la emoción de quienes ingresan. Aquí ya no hay medios de comunicación ni vendedores ni ruidos molestos. Solo pasos lentos y un murmullo que acoge.

Al final del pasillo de la nave principal, a pocos metros del altar donde Bergogliocelebraba misas, un escritorio exhibe un libro abierto. La gente se acerca a firmarlo, a dejar un mensaje, una oración. Al lado hay un cartel escrito con letras simples: “Francisco. Recibir la vida como viene. Detrás, custodiado por cadetes de la Policía Federal vestidas de gala, un cuadro del Papa con su tradicional túnica blanca y su cruz plateada. Al costado, la mitra y el báculo que él utilizó cuando era cardenal primado de Buenos Aires. Todorodeado de coronas de flores blancas sobreel piso.

Frente a ese altar se detiene Daniel, un joven brasileño que también reflexionó con ETER Digital sobre los desafíos del porvenir: “Francisco fue un hombre del futuro que luchó por los que no tienen voz. No creo que haya otro como él. Quien lo suceda tiene una tarea inmensa: sostener un legado difícil de olvidar”.

Sentada sobre los viejos bancos de madera, una mujer llora hasta con el cuerpo. Se tapa la cara mientras a su lado un hombre la abraza y un niño mira sin entender demasiado. La imagen se repite varias vecesen otros bancos: la del duelo compartido en familia y entre generaciones.

A pocos metros, tres hombres se detienen frente al mausoleo de José de San Martín, que esta vez tiene menos protagonismo que de costumbre. Hoy todos los ojos y gestos parecen estar dirigidos a Francisco.

El reloj se acerca a las 20 cuando los policías que rondaban por los pasillos anuncian el cierre de la Catedral. Pero afuera el recuerdo sigue. Una señora mayor, de pelo corto rojizo y mirada vivaz, camina con paso seguro hacia un móvil de televisión: es conocida como “La Señora de los Velorios”. Pero esta vez no vino exclusivamente por eso. “Yo vine hoy por él. Era una persona muy humilde. En las misas de San Cayetano saludaba uno por uno sin importar la cantidad” de gente que hubiera, recuerda. Orgullosa de que haya sido argentino, Mari reivindica la relación del Papa con su Patria: “No me molestó que no volviera a Argentina. Su misión acá ya estaba cumplida”.

La Catedral Metropolitana, la Catedral del Papa, no parece estar triste sino más bien emocionada, como si supiera que Francisco no se irá del todo. Que lo que deja no cabe en una tumba sino en los gestos, palabras, luchas y convicciones que muchos fielestomarán como bandera. 

Desde la vereda hasta el altar, este lugar que alguna vez fue la casa de Bergoglio hoy vuelve a serlo. Por una noche al menos. O al menos por esta despedida, por la historia que empezó en estas baldosas donde ahora se vuelve a rezar por él.

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Sabe la Tierra: comunidad, sostenibilidad y compromiso 

La feria que tiene como objetivo cuidar la tierra y generar un vínculo entre los pequeños productores y los consumidores “rescatando la relación humana más allá de la compra-venta” está por cumplir 15 años. Conocé cómo se originó el proyecto que tiene en la actualidad mercados semanales en la Ciudad, Vicente López y Necochea.

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La feria que tiene como objetivo cuidar la tierra y generar un vínculo entre los pequeños productores y los consumidores “rescatando la relación humana más allá de la compra-venta” está por cumplir 15 años. Conocé cómo se originó el proyecto que tiene en la actualidad mercados semanales en la Ciudad, Vicente López y Necochea.


Va cayendo el sol en el Parque Las Heras y la primavera se hace notar con su típica brisa de la última hora de la tarde. La esquina de French y Coronel Díaz es una postal de domingo: en el frente se alzan los puestos de la feria de consumo consciente más famosa de Buenos Aires, con sus toldos blancos y sus características mesas forradas de arpillera en las que se lee su emblema: “Sabe la Tierra”. 

De fondo, el atardecer. La calesita que completa el cuadro da sus vueltas finales despidiendo a los niños que ríen y juegan hasta el último minuto antes del cierre. Los feriantes siguen vendiendo. El ambiente huele a fruta, a inciensos, a la vainilla de los postres caseros que ofrece uno de los puestos. Cada sección tiene sus olores, sus colores y sus sabores, según los productos que ofrecen, y son tan intensos que parecen elaborados para que los consumidores puedan llevarse un pedacito de naturaleza a sus hogares citadinos.

Créditos: Gobierno de la Ciudad.

Seguramente cuando Angie Ferrazzini pensó este espacio que uniría a pequeños productores, emprendedores y artesanos para conectarlos con el público, no se imaginó que terminaría gestando toda una propuesta cultural que ofrecería desde mercados itinerantes que recorren la ciudad hasta talleres de cocina y horticultura. 

Hoy, quince años después, la creadora de esta organización cuenta que Sabe la Tierra recibe cada mes alrededor de cincuenta mil personas en los más de cincuenta mercados y festivales que se presentan en diferentes barrios y ciudades. “Somos un equipo de 30 personas que creemos en otra forma de producir y de consumir”, contaba en la Charla TED que presentó en Necochea en 2023.

Y agregó en esa presentación: “Se me ocurrió crear un mercado de productores donde se pudieran encontrar los productores con los consumidores, promover el bien común y generar lazos de confianza. Esta fue la idea inicial para el proyecto hace 20 años”.

Como suele suceder con los grandes soñadores que cambian realidades, Angie comenzó a vivir su sueño en su propio jardín: no contaba con el capital necesario para sostener una gran exposición en un centro de convenciones como habría querido por ese entonces, pero eso no la detuvo. Con el propósito firme y la visión clara, esta exponente de la cultura naturista convirtió su casa en el espacio que sostendría el puente entre las dos puntas del mercado sustentable: productores y consumidores. Hoy, ese mismo puente se extiende a lo largo de trece locaciones distribuidas por todo el país.

“Venimos porque nos gusta comprar productos orgánicos y porque nos encanta el ambiente de la feria”, dice Candela, una joven que pasea con su familia y se detiene en cada stand observando con atención los productos exhibidos. Como ella, muchos de los clientes que visitan el lugar son fieles a la filosofía de la organización, que tiene seguidores desde sus inicios, cuando solo podía encontrarse en su primera locación formal: la estación San Fernando del Tren de La Costa. Desde allí fue expandiéndose como lo hacen los fenómenos culturales cuando saben atender necesidades sociales.

Más de mil puestos de trabajo generados demuestran que Sabe la Tierra no es solo un modelo de consumo responsable, sino también de economía sustentable. Este mercado consciente abre sus puertas para que cualquier emprendedor pueda desarrollarse y ofrecer productos de calidad. Tal es el caso de Luisa, el talento detrás de los mejores tequeños de la zona, que cautivan paladares de todas las edades en la carpa de comida venezolana.

Créditos: Sabe la Tierra

Luisa recibe a las personas que se detienen en su mesa con una amabilidad especial, invitándolos a degustar un bocadito de empanadas típicas de su país. Con una sonrisa amplia acompaña el son caribeño que lleva en el habla. Cuenta que vive en Argentina hace cinco años y que forma parte de la feria hace tres; y que gracias a este espacio es capaz de mantener a su familia y que incluso pudo pagar un viaje de visita a su entrañable Caracas

“La feria nos cambió la vida. Estamos agradecidos por esta fuente de trabajo que nos permitió lograr la anhelada estabilidad económica”, afirma emocionada. Esta emprendedora, que supo sobreponerse a los embates de la expatriación e insertarse en el mercado laboral de nuestro país a través de su vocación en la cocina, es un ejemplo del impacto que tiene en los trabajadores este espacio de comercio justo y consciencia. Para esta comunidad, los valores agroecológicos y el compromiso fueron la clave del crecimiento.


*Estudiante de la carrera de Periodismo y Producción de contenidos a distancia.

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Cómo fue la toma de estudiantes en defensa de la UNTREF

En octubre del año pasado, luego de una resolución del Centro de Estudiantes de la universidad pública, se decidió hacer un plan de lucha en contra del hostigamiento a la comunidad universitaria y las políticas de desfinanciamiento del actual Gobierno.   

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En octubre del año pasado, luego de una resolución del Centro de Estudiantes de la universidad pública, se decidió hacer un plan de lucha en contra del hostigamiento a la comunidad universitaria y las políticas de desfinanciamiento del actual Gobierno.   


“Universidad tomada” advierte una bandera en la puerta de la Sede Lynch de la Universidad Nacional de Tres de Febrero (UNTREF). Son las ocho de la noche de un miércoles de octubre  en el barrio de Sáenz Peña y la vereda de la sede abunda de información. 

Una clase abierta donde los alumnos sentados en ronda en pupitres azules escuchan atentamente al docente. A metros, estudiantes se reúnen distendidamente algunos de ellos con sus mochilas, mientras otros cargan bolsas con acolchados y sábanas para pasar la noche en su casa de estudios. 

La UNTREF se encuentra tomada con vigilia hace exactamente siete días luego de la Resolución Interclaustro -realizada el 10 de octubre de 2024- donde participaron docentes, no docentes, estudiantes y graduados

La decisión fue una toma organizada que garantice la continuidad de las clases y que incluya un plan de lucha para visibilizar el reclamo presupuestario por las universidades nacionales. “Estuvimos todo el fin de semana organizando el cronograma, nos acostamos a las 4 de la madrugada para levantarnos a las 7”, comenta Lucho Borzatto, estudiante de la Licenciatura en Logística e integrante del centro de estudiantes. 

A lo lejos se escuchan los murmullos de otra clase abierta que sucede en el sum del edificio, donde se encuentran el buffet y la fotocopiadora. Las luces son tenues porque el docente proyecta diapositivas para el desarrollo de la clase. En simultáneo, alumnos salen de sus aulas, algunos vuelven a sus hogares, otros se reúnen en allí o en la vereda para pasar parte a sus compañeros sobre su desempeño en los parciales. Las paredes del establecimiento aún conservan afiches pegados de otras cátedras y no faltan los carteles con consignas como “No caímos en la universidad pública, la elegimos”

“La gente camina como un caballo por acá, no habitamos la universidad, muchos venimos a cumplir, siento que eso está cambiando”, comenta Lena Blanco, estudiante de la Licenciatura en Gestión del Arte y la Cultura mientras toma el último sorbo de mate. Está sentada delante de la bandera de su carrera que pintaron para la Marcha Federal Universitaria de abril. Además, expresa su sorpresa al ver la cantidad de carteles pegados en las paredes: “Antes no se podía poner nada, no encontrabas ninguna expresión más que las típicas que hay en los baños”. 

Alrededor de 200 alumnos de la UNTREF se organizaron y formaron comandos divididos en distintas áreas. “Tomar la universidad no es joda”, indica Lucho y agrega: “Requiere de mucho trabajo y sacrificio”. Y así es, los comandos se dividen por área: prevención y logística, agenda cultural, documentación audiovisual, comidas y alimentos, higiene, prensa y comunicación, entre muchas más. De esta forma, se suman a los cientos de miles de estudiantes involucrados en el plan de lucha a lo largo y ancho de todo el país.

A partir del veto del Presidente Javier Milei a la Ley de Financiamiento Universitario, las tomas en las facultades brotaron como pasto después de la lluvia. Un relevamiento de la FUA (Federación Universitaria Argentina) indicaba en ese entonces que ya eran más de 30 edificios tomados, mientras que asociaciones civiles como Argentinos por la Educación afirmaban más de 80. 

Incluso fue un momento donde algunas universidades fueron tomadas por primera vez, como fue el caso de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM). La amenaza por el desmantelamiento de las universidades nacionales puso en alerta a todos los estudiantes en cada rincón del país y los convocó a organizarse para defender su futuro. 


*Estudiante de la carrera de Periodismo y Producción de contenidos a distancia.

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Marcha universitaria: una multitud contra el veto de Milei

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