En los Estados Unidos de 1979 se lleva a cabo un negocio de venta ilegal de armas, sin dar demasiados detalles. Un galpón abandonado y miembros del Ejército Republicano Irlandés (IRA) se encuentran con los particulares traficantes de armas para cerrar el negocio. Todo es tensión y suspicacia, hasta que el detalle menos esperado detona una situación destinada a salir mal. De allí en más, tirar y esconderse. El espacio es cerrado y nadie puede moverse sin ser alcanzado por una bala, dirigida o perdida.
Todo tiene un motivo. Su director dice que “muchas películas se fueron de control, con efectos en los que uno puede volar el mundo o chocar contra el sol en una nave enorme y cosas por el estilo. Las ves y te resbalan” y agrega refiriéndose a Free Fire: “Las películas que me gustan son bastante chicas. Creo que tienen que ver con la escala humana y con que la acción se entienda. (…) Cuanto más pequeña se mantenga esa historia, mas atrapante es”. Y si algo es Free Fire es atrapante. Pero también tensa, salvaje, cómica y trágica. La peor serie de eventos desafortunados, pero con un cargamento de rifles de asalto a manos de cualquiera.Tiene varias particularidades, pero en primer lugar, el sonido y el espacio son tan o más protagonistas que los actores. Es una película difícil de definir en términos clásicos –por suerte- ya que mezcla acción, suspenso, humor negro y drama. El espacio es lo que da lugar a la trama, y la trama se ve condicionada todo el tiempo por este espacio. Es una retroalimentación perfecta, en la que no da lo mismo subir una escalera, esconderse atrás de una caja o una plancha de metal, o estar tumbado y levantarse. Casi que es un film “al ras del piso”.
Otro detalle importante es el sonido. Los disparos tienen en esta película un protagonismo clave, por momento los protagonistas parecen dialogar más con disparos que con palabras. Y las balas zumban, rebotan, impactan. No da igual escuchar con un sonido mediocre que con uno bueno. Y los diálogos terminan adquiriendo la lógica de los disparos, rápidos, concisos, concretos e hirientes. Actuaciones magistrales de todo el elenco. Personajes logrados a la altura de las circunstancias.
Ben Wheatley apostó fuerte con Free Fire, pero queda claro que es uno de los autores ingleses más talentosos de los últimos tiempos. Ojalá siga apostando así de fuerte.
Todo tiene un motivo. Su director dice que “muchas películas se fueron de control, con efectos en los que uno puede volar el mundo o chocar contra el sol en una nave enorme y cosas por el estilo. Las ves y te resbalan” y agrega refiriéndose a Free Fire: “Las películas que me gustan son bastante chicas. Creo que tienen que ver con la escala humana y con que la acción se entienda. (…) Cuanto más pequeña se mantenga esa historia, mas atrapante es”. Y si algo es Free Fire es atrapante. Pero también tensa, salvaje, cómica y trágica. La peor serie de eventos desafortunados, pero con un cargamento de rifles de asalto a manos de cualquiera.Tiene varias particularidades, pero en primer lugar, el sonido y el espacio son tan o más protagonistas que los actores. Es una película difícil de definir en términos clásicos –por suerte- ya que mezcla acción, suspenso, humor negro y drama. El espacio es lo que da lugar a la trama, y la trama se ve condicionada todo el tiempo por este espacio. Es una retroalimentación perfecta, en la que no da lo mismo subir una escalera, esconderse atrás de una caja o una plancha de metal, o estar tumbado y levantarse. Casi que es un film “al ras del piso”.
Otro detalle importante es el sonido. Los disparos tienen en esta película un protagonismo clave, por momento los protagonistas parecen dialogar más con disparos que con palabras. Y las balas zumban, rebotan, impactan. No da igual escuchar con un sonido mediocre que con uno bueno. Y los diálogos terminan adquiriendo la lógica de los disparos, rápidos, concisos, concretos e hirientes. Actuaciones magistrales de todo el elenco. Personajes logrados a la altura de las circunstancias.
Ben Wheatley apostó fuerte con Free Fire, pero queda claro que es uno de los autores ingleses más talentosos de los últimos tiempos. Ojalá siga apostando así de fuerte.
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