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RIESGO DE CONTINUIDAD EN LAS UNIVERSIDADES BONAERENSES


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Tras un relevamiento en las distintas unidades académicas, varios indicadores hacen sospechar que la educación universitaria no es prioridad para el Gobierno. La falta de fondos pone en peligro el funcionamiento.

Por Rocío Román Diyarian y Sol Rossi

¿Por qué asistimos al crecimiento en algunas universidades y a la crisis en otras? ¿Por qué los dos extremos? Es amplia la diferencia entre las instituciones afectadas por el bajo presupuesto y las que se encuentran en al menos aparentes buenas condiciones.

En el gran Buenos Aires existen 23 universidades nacionales, fueron creadas con el objetivo de dar respuestas y acciones a situaciones particulares de la población, acceso a los sectores populares a una educación superior de calidad, y la política, romper la centralidad de las universidades tradicionales. En la década del ‘90 se crearon por ley nacional de Congreso las universidades de La Matanza (1989), Quilmes (1989), General Sarmiento (1993), General San Martín (1992), Tres de Febrero (1995) y Lanús (1995). En 2009 comenzaron a funcionar la de Avellaneda, Arturo Jauretche, José C. Paz, Moreno, del Oeste. Y en 2014 se creó la de Hurlingham (UnaHur), entre otras.

Algunas de las carreras que ofrecen son tradicionales como Ingeniería, Kinesiología, Administración de empresas y otras son novedosas como Tecnicatura en Prótesis Dentales en la universidad de Avellaneda, y Diseño para impresión digital 3D, en la de Hurlingham.

Las propuestas académicas apuntan a la generación, distribución del conocimiento e inserción en el mercado laboral, para ofrecer nuevos profesionales a las localidades de origen.

La población estudiantil en estas casas de estudios tiene “grises” en la composición social, según cada región. Por ejemplo, teniendo en cuenta el nivel educativo de origen, un relevamiento de 2014 en la Untref dio cuenta de que el 30,5 por ciento de los padres no habían alcanzado el nivel secundario completo. Mientras que en la Universidad Nacional Arturo Jauretche (UNAJ) el 70 por ciento de los padres tiene nivel secundario incompleto.

A pesar de extender la accesibilidad de los estudios universitarios, las instituciones se enfrentan a nuevos problemas. Uno de ellos es que no cuentan con una partida presupuestaria suficiente. Otro es la demanda de los alumnos del acompañamiento del Estado, tanto en el plan PROGRESAR, como en el boleto estudiantil o en los materiales de estudio. Estos son los indicadores de tiempos de cambio:

A principios de 2016, con el cambio de gobierno, miles de jóvenes dejaron de recibir el plan social PROGRESAR, que les permitía sostener sus estudios. La Anses informó que el programa tenía dificultades técnicas y que estaban trabajando junto con el Ministerio de Educación de la Nación para que continuara su desarrollo y funcionara con regularidad. Aunque los alumnos tenían dudas sobre su continuidad, el programa está vigente y les pagaron lo adeudado. Pero las políticas sociales y educativas tienen otras prioridades antes que la educación universitaria, es por ello que son las primeras en resentirse ante el cambio de contexto político y económico. Tanto los jóvenes que no cobraban su ingreso mensual como las universidades que no cuentan con una partida presupuestaria suficiente muestran el cambio en la actualidad.

“Nuestros estudiantes son los que más están sufriendo”, expresó el rector de la Universidad Nacional de Quilmes (UNQui), Mario Lozano, porque, según explicó, sobre ellos se descarga el peso del aumento desproporcionado de la inflación, las tarifas, el costo de los pasajes y se ven limitadas sus posibilidades de desarrollarse adecuadamente en la economía nacional. Aparte, destacó que los alumnos no han perdido su condición de universitarios pero se lentificaron: “Si antes cursaban tres o cuatro asignaturas, ahora están cursando dos y eso es una señal de mucha precaución”.

“Cuando los gobiernos neoliberales ajustan, lo primero que reducen es el presupuesto de las universidades públicas porque no consideran a la educación como un derecho humano y universal”, dijo, por su parte, el rector de la Universidad Nacional de Avellaneda, Jorge Calzoni. El 26 de septiembre de este año, la UNDAV declaró el “estado de emergencia” económica, presupuestaria y financiera, por lo que en diciembre ésta sería inoperable y dejaría sin sueldos ni aguinaldo a sus trabajadores. El rector sostuvo que manifiestan esta situación desde mayo, pero que todavía no obtuvieron respuesta del Ministerio de Educación.

Ernesto Villanueva, rector de la UNAJ, aseguró que la cantidad de alumnos supera al presupuesto dado y, como si fuera poco, recién en julio el gobierno nacional les envió fondos para gastos generales. Esa postergación, agregó, los “ahogó mucho” económicamente. Tienen un déficit estructural que prácticamente los lleva a invertir todo el presupuesto en libros y equipamiento para el laboratorio, ya que el 75 por ciento de sus carreras son costosas. “A pesar de que no nos alcanzan las aulas, tenemos que usar un aula grande como biblioteca para veinte mil alumnos”, afirmó.
Debido al crecimiento de la universidad en estos últimos años, la problemática es aún mayor, ya que para el año que viene tendrán que incorporar nuevos docentes para ocho carreras que todavía no están en funcionamiento.

“El porcentaje que se toma es hipócrita porque no podemos tener el mismo incremento de las universidades que ya están armadas”, declaró Calzoni y agregó: “En este Gobierno hay una gran desconfianza a todo el sistema público universitario”. Mario Lozano dijo que por este año la UNQui no va a declarar emergencia presupuestaria y habló de las universidades más nuevas como las más afectadas, ya que cuentan con un menor “colchón financiero” en comparación con las que funcionan desde hace más tiempo.

A pesar de las malas condiciones financieras, no todas transitan la problemática. La Universidad Nacional del Oeste (UNO) reconoció ser una de las casas de
estudios a las que el cambio político no les afectó, y que su funcionamiento sigue siendo óptimo desde sus inicios en 2009.

Por su parte, la secretaria administrativa Sandra Romeo de la Universidad Tecnológica Nacional (UTN), aseguró que “planes sociales acá no hubo, ni siquiera de esos que te entregan las computadoras y todo eso”, y agregó que si bien cuentan con los fondos del Estado, generan sus propios ingresos con cursos de extensión o vinculaciones tecnológicas para promover un intercambio de capacidades científicas.

La UnaHur está en pleno crecimiento, ya que comenzó a funcionar este año con siete carreras y no presenta dificultades financieras. Con 2500 alumnos, espera duplicar tanto la cantidad de cursantes como la de carreras por lo que implica un aumento del presupuesto para 2017.

El rector de la UNQui, Mario Lozano, distinguió y tomó como ejemplo el proyecto político de las Presidencias kirchneristas con respecto a la educación superior. Destacó que las gestiones de entre 2003 y 2015 “fueron las que más aportaron en la historia de nuestro país, en particular a las universidades”. También hizo referencia a la gestión de Mauricio Macri y dijo que el pueblo votó a un gobierno que no tiene como prioridad programas de igualdad. “Néstor y Cristina financiaron todas las universidades como nunca en la historia”, insistió y agregó que los valores de participación presupuestaria a los que se había llegado en ese tiempo fueron los más grandes del país.

Tal como lo cuenta cada rector, para la gestión de Cambiemos “no es prioridad” la educación superior y eso se ve reflejado en los presupuestos. Si bien por el momento no se vieron afectadas ni las carreras ni los alumnos, ¿a qué están esperando llegar? Hasta la UNDAV tiene esperanzas de que todo esto sea “solo un mal momento” y la política de Estad repunte en los próximos meses.


MADRE, TRABAJADORA Y UNIVERSITARIA

“Tenía una idea romántica de querer cambiar el mundo”, dijo Alicia Segobia, estudiante de la Untref y mamá de dos hijos. Con 40 años es primera universitaria en la familia y le falta un año y medio para recibirse. Cuando sus hijos tenían nueve y cuatro años, comenzó a estudiar en 2011 Licenciatura en Administración Pública con ganas de avanzar en su carrera docente y por ambición personal. Si bien afirmó que no es una tarea sencilla tratar de coordinar todas las actividades del día con los requerimientos de los chicos, de la escuela y de su trabajo, cuenta con la ayuda de su esposo y su mamá. Eligió la universidad en que cursa por la carrera y por la cercanía, ya que vive en Villa Tesei, Hurlingham, y está a cuarenta minutos de la facultad.


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