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SALIR A COMER EN CASA


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Mientras en Buenos Aires algunos gastan fortunas para comer en los lugares más elegantes, quienes estén atentos pueden comer aún mejor directamente en la casa de algún chef o cocinero. Eso es lo que propone el proyecto de Cookapp.

Por Manuel Migdalek

Terraza-@Cookapp

“No hay como la comida casera”, celebra el saber popular, pero no aclara en casa de quién. En lugar de ir a comer a un restaurante, cuando llega el viernes por la noche, en Buenos Aires existe la posibilidad de ir a la casa de algún cocinero y tener una atención personalizada. La opción es utilizar Cookapp, una aplicación que conecta a cocineros con usuarios que buscan una experiencia gastronómica por fuera de lo común. El anfitrión fija una fecha, un menú y un precio que va desde los 120 hasta 350 pesos, y las personas realizan su reserva por Internet.
La experiencia comienza después de tocar el timbre y entrar a una casa en el barrio porteño de Belgrano. Son las diez de la noche, la hora pautada en la reserva, y dos de los ocho comensales ya se encuentran adentro. María y Manuel, los anfitriones, reciben a los invitados y advierten sobre la presencia de seis gatos que tienen como mascotas.
La casa es antigua, hay que subir una escalera para llegar a la mesa donde se servirá la comida. Es un espacio acogedor que no intenta parecerse en nada a un restaurante. Tiene sillas cada una distinta de la anterior y vajilla dispar. Los platos poseen forma de vinilo y tazas de té simulan copas de vino. El énfasis está puesto en la conversación, la comida y la calidez con que se atiende a los invitados.

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La búsqueda de los comensales apunta a encontrarse con una propuesta gastronomía auténtica. Eso explica, el jefe de operaciones de Cookapp a través de una experiencia del co-creador Tomás Bermúdez: “Él vivía en San Pablo y quería ir a comer a la casa de los brasileros. Lo que buscaba era que un brasileño le sirviera y le dijera esta es la feijoada que hacemos todos los domingos en nuestra casa”.
En ningún momento falta el agua ni el vino, que ya están incluidos en el precio, y para atenuar la espera de la entrada llega a la mesa un pan casero con una mayonesa, hecha con una receta especial de María, para acompañar unos frutos secos. A las 22:15, mientras suena “This boots are made for walking” de Nancy Sinatra, llega un arquitecto llamado Pablo junto con un amigo que no develó su ocupación o más bien se refirió a sí mismo como un padre de tiempo casi completo.
Cuando el reloj dio las 22:30, sólo faltaban dos personas que estaban retrasadas por sus estudios universitarios y las reglas de la casa marcan que tienen que estar todos para poder comenzar. Cerca de las 23:00 cuando los estómagos ya emitían sonidos contundentes y las bandejas de pan habían sido vaciadas sin dejar ni siquiera las migas, llegaron Florencia, que trabaja para Wikipedia, acompañada de su amiga Sofía, una estudiante de teatro.
Se escuchan los pasos por las escaleras y el olor es señal de que llegan los langostinos cacha, según Manuel un secreto familiar guardado durante siglos. El marisco cocinado a la plancha con sal gruesa se sirve entero y no se puede pelar sin usar las manos. El trabajo que demanda llegar al alimento dentro del marisco y la ansiedad que genera, hacen aún más sabroso el primer bocado, con una condimentación simple que entiende que el sabor lo tiene el bicho del mar.
“¿Es el primer Cookapp al que vas?”, “¿A qué te dedicás?”, son las preguntas que inevitablemente se dan en un grupo de personas que a fin de cuenta, más allá de haber asistido acompañados, no tienen más remedio que interactuar con los desconocidos que están a su lado en la mesa. La conversación sin embargo es fluida. Wikipedia genera gran interés y la conversación se torna por momentos en un interrogatorio del que Florencia no tiene escapatoria.
En medio de la charla, Manuel hizo la diferenciación entre la experiencia que ellos ofrecen respecto de otros cocineros y señaló: “No ponemos mesas individuales porque aquí tienes que venir a darlo todo tienes que ser tú mismo y a romperla”.
Para las 23:30 y con el apetito abierto por los langostinos llega la paella, plato originario de España, que como no podía ser de otra manera es traído en cazuelas y servido directamente en la mesa. Con Caetano Veloso de fondo y las botellas de vino que se van acumulando, la conversación abraca anécdotas, historias de vida y no hay una voz que no se escuche en la mesa.
En la misma línea de lo que comentaba Manuel sobre el clima que se genera, El jefe de operaciones de Cookapp dice: “La gracia es que no se cobre el descorche porque tiene que ser como comer en la casa de un amigo. Y agregó sobre los números que crecen mes a mes; “son 50 los chefs que abren las puertas de su casa cada semana para alimentar entre 500 y 600 personas”.
El paso del tiempo no se percibe en la mesa cuando ya pasada la medianoche se retiran los platos de la mesa para dar paso al postre. Finalmente llega traída por la artista que la creó una cheesecake con la combinación perfecta de masa, queso crema y frutos rojos que por suerte para los comensales se podía repetir aunque desgraciadamente no sobraba para llevarse al hogar.
Ya son más de las dos de la mañana, hay más de cinco botellas de vino vacías y con el café de por medio parecería que a la noche le queda un largo camino con las nuevas amistades.


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