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UN ANTES Y UN DESPUÉS


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Así es el título de una de sus nuevas canciones y así se podría definir el presente musical de Marcelo Ezquiaga que acaba de lanzar su nuevo disco Todo lo que nos une.

Por Andrés Esteban Zapata

“Todo, menos que Marcelo cante”, decía en broma un compañero de la escuela primaria de Marcelo Ezquiaga cuando, al finalizar la jornada escolar, planificaban el recorrido para volver a sus respectivos hogares. Y es que la música estuvo presente en su vida desde muy pequeño, como cuando a los 10 años de edad fue de manera solitaria a buscar la planilla de inscripción al Conservatorio Nacional con la intención de iniciar la carrera para convertirse en músico. “Busqué los papeles, se los llevé a mi mamá y le dije que quería estudiar piano y ella me dijo que no”, recuerda entre risas el cantautor.

Ahora, a sus 42 años, Ezquiaga edita Todo lo que nos une, su octavo álbum de estudio. Un disco pop que recorre los distintos estados del amor en ocho canciones. “Son distintos estados del amor porque son distintos momentos de relaciones amorosas en los últimos tres años”, describe el músico y cuenta cómo fue el momento de comenzar con la composición de su reciente obra: “Ahora estoy en una relación estable, pero en ese momento no, e Imán fue la primera canción que compuse y a partir de esa hice el resto”. Las otras canciones que integran el álbum son: Linda; Se feliz; Un antes y un después; Bailarina; La vida es una sola; Dame una palabra y Un planeta. El disco será presentado en formato acústico el 8 de septiembre en Congo Bar.

Aunque siempre fue un cantautor solista, cuando editó su primer disco allá por el año 2002, Ezquiaga simuló tener una banda. Mi tortuga montreux fue el seudónimo que utilizó para editar Mar del Plata en invierno, un álbum grabado en plena crisis del 2001. “Cuando estaba grabando Mar del Plata en invierno fue en medio del estallido social. Estábamos a dos cuadras de la Avenida Callao así que pasaban por ahí con los cacerolazos. En medio de ese quilombo grabé el primer disco”, recuerda el músico porteño.

“Es un artista que sabe mucho de composición, eso se nota en sus temas, tanto en lo musical como en las letras. Sabe manejar bastante bien el balance de la sensibilidad, la poesía, y las melodías pegadizas”, dice Lucas Herbin que es baterista y participó en la grabación del primer disco de Marcelo Ezquiaga y ahora se prepara para tocar en vivo en la presentación de Todo lo que nos une. “Creo que hoy por hoy, después de 17 años, ya hay una personalidad más constituida”, describe Herbin a quien es su compañero de aventuras musicales desde la pubertad.

María Ezquiaga es hermana del músico y vocalista de la banda pop Rosal. Pudo observar el crecimiento musical de su hermano desde muy cerca y así lo describe: “Siempre tuvo mucha facilidad con lo corporal; para bailar, para moverse; y esa facilidad también la tiene con los instrumentos. Le resulta muy fácil pasar del piano a la guitarra y después ponerse a estudiar batería y que le salga muy rápido”. Marcelo fue el productor de Educación sentimental, primer álbum de Rosal. “La grabación del primer disco de mi banda, del cual mi hermano fue el productor, se grabó en su casa”, cuenta María y agrega: “Se grabó con muy pocos recursos, pero con mucha atención y mucha sensibilidad de su parte, por eso, para mí, ese disco tiene una magia que tiene que ver con esa curiosidad que tiene mi hermano”.

Con el lanzamiento de Todo lo que une, su discografía se completa con los siguientes álbumes: Mar del Plata invierno (2002); Mapa (2005); Mi Tortuga montreux (2006); Un buen pescador (2009); Hombre Golpe (2011); Caleidoscopio (2014); Morocho – Homenaje a Carlos Gardel (2016) y Bestiaga (2017).

El presente musical de Marcelo Ezquiaga tiene mucho de eso que habla el título de la nota: Un presente que está sostenido en un antes y un después, porque su música siempre suena actual: canciones pop apoyadas en acordes sencillos de piano y guitarras pero que logran melodías armoniosas al oído de quien las escuche. Sus canciones hacen un buen manejo de las palabras logrando letras que pueden contener tanto una metáfora poética como así también frases sencillas de comprensión. Supo entender desde pequeño cómo tejer los hilos musicales que iba descubriendo en cada instrumento que se propuso aprender. Supo recorrer un camino prodigioso y da claras muestras de que su aventura musical está lejos de terminar.

“Mi hermano siempre fue muy osado, muy tenaz y con una escucha muy sensible de la música. Osado porque siempre que tuvo ganas de hacer algo lo hizo sin darle muchas vueltas”, lo describe de manera admirada su hermana María y cuenta una anécdota del despertar artístico de su hermano músico: “Cuando éramos chicos íbamos a la colonia de vacaciones y en la hora del almuerzo, los que querían, podían subir al escenario y cantar algo. Y un día mi hermano, sin decirle nada a nadie, subió y cantó Seminare de Serú Girán, porque tuvo ganas y lo hizo”. Y porque todavía tiene ganas sigue subiendo a los escenarios, pero a cantar sus propias canciones.


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