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UN DÍA DE PERROS


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Las plazas y veredas de Buenos Aires dejaron de ser los lugares preferidos para las mascotas (y sus dueños). Según el tiempo y el dinero que quieran invertir, las clases de educación y peluquerías caninas no son las únicas excentricidades. Bikinis para el verano, masajes descontracturantes, restaurantes “pet friendly” y spa son algunas de las opciones que cada vez ganan más fanáticos.

Por Andrea Blumtritt, Paula Amatista (@PaulaAmatista), Úrsula Asta (@ursuasta), Sandra Acosta (@sandraleda) y Erika Silva ( @7Erika)

Suena el despertador a las 8 y Fita es la primera en levantarse. Finalmente llegó el sábado, el día más esperado. Al grito de “¡buen día!”, su dueño la invita a la cama para comenzar el ritual de cada mañana: el saludo a lengüetazos. Hoy no hay desayuno, ya que es día de entrenamiento y si va con la panza llena, después los ejercicios se complican. Desde lejos ve cómo su “papá” prepara la mochila, en la que no puede faltar agua, un platito, la pelota, el carnet de socia de “Patita Patita” y, lo más importante, el tupper con pedazos de pollo y huevo que luego obtendrá si responde a órdenes como “sentate”, “quieta”, “aquí” o “down”. Después de casi 20 cuadras Fita y Nicolás llegan a los bosques de Palermo, donde los esperan su entrenadora Marisol y algunos de sus amigos, como Mateo, Olivia, Kobu y Jagger.

Perro entrenamiento

Además de ser la directora de “Patita Patita”, Marisol Rey es adiestradora canina recibida en la UBA. Su pasión siempre fueron los perros y desde hace cuatro años pudo cumplir su sueño: trabajar profesionalmente con ellos. “Es más difícil enseñarle a las personas que a los perros. Lo más complicado es modificar la rutina del dueño, el perro es así por que su dueño tiene una manera ser, entonces hay que romper con eso”, sostiene la entrenadora. Los cursos que brinda la escuela rondan los 650 pesos mensuales. No sólo son de educación y obediencia, sino que hay otros que promueven y refuerzan el vínculo entre las personas y sus mascotas, como “dog dancing” o “Agility”. La primera es una disciplina en la que el perro va repitiendo secuencia de trucos al ritmo de una canción y la segunda es una actividad en la que la mascota va pasando diferentes obstáculos con la guía de su dueño.

Después de casi una hora y media de ejercicios, Fita se despide de su entrenadora y sus amigos. Se terminó la clase y está preparada para volver a casa a dormir una siesta. Pero antes del descanso, hay una parada obligada en el “Museo Evita”, donde los espera un buen y merecido desayuno. El restaurante de Palermo es uno de los tantos lugares de Buenos Aires que se subieron a la movida de bares “pet friendly”. En una mesa al aire libre, Nicolás se relaja tomando un café mientas Fita espera al mozo. Sabe que viene con agua y alimento balanceado.

 La boutique canina

Buscando ropa de verano para su perra Lola, Erika se encontró con la casa de diseño canino “Amores Perros” ubicada en Recoleta. La tienda tiene uno de sus tantos negocios en Arenales 2108. “El local está bien iluminado y tiene una atención cálida y personalizada, aunque los precios son un poco elevados”, dice Erika y cuenta que según la raza, color y edad, el vendedor  orienta con los tonos y los diseños para que las mascotas se lleven la mejor prenda.

Afortunadamente, es un día tranquilo en la tienda y puede dedicarse con tiempo a decidir lo que Lola lucirá en el verano. “Entre tanta ropa, los vestidos logran una particularidad de diseño y son muy coloridos. Cuestan entre 190 y 220 pesos”, relata Erika. Unas de las originalidades que encontró, fue una falda de tul con diseños especiales. Los precios van de 120 a 160 pesos. También hay ropa interior, como una bombacha que puede costar entre 50 y 150 pesos. “Claro que los diseños y la tela son de calidad insuperable”, aseguran las vendedoras. Erika se limita a elegir entre la ropa que necesita Lola y lo que su bolsillo puede gastar. Para los machos todo es mucho más fácil: se pueden encontrar remeras de fútbol, musculosas con menos cantidad de colores para elegir. Aunque no varían tanto, los precios son por los menos un diez por ciento más baratos”, sentencia Erika.

La  perrita es una caniche de dos años, con lo cual es sencillo conseguir el atuendo ideal para el verano y las futuras vacaciones. “Como es blanca y tiene mucho pelo enrulado le elegimos junto a Daniela, la vendedora, un vestido rosa con rayas violetas y negras que costó 190 pesos”, cuenta contenta. Como el descanso será en pleno mes de enero en la playa no podía faltar la compra de una bikini de lycra con combinación de colores salmón y rosa que costó 200 pesos, y tres bombachas que salieron 100 cada una.

Perro bikini

“Te aconsejo que gastes 90 pesos más y le compres un sombrero, el sol es un calvario para los perros”, -dice la vendedora. Así que un lindo sombrero blanco va a adornar la cabeza de Lola y protegerla del sol. Para terminar con la compra el último de los dilemas es la renovación del collar. Una gargantilla de perlas rosadas termina siendo la mejor opción, aunque cuesta otros 88 pesos.

Una vez en su casa, la caniche tiene que probarse todo por si hay que hacer cambios. “Parece que Lola sabe cuando recibe regalos, se deja poner cada una de las prendas”, asegura Erika. En total, invirtió 868 pesos en su mascota. Según la dueña, valió la pena para las dos.

Belleza Animal

Alfonso es una mezcla de Border Collie y Dálmata que Gabriela, una ocupadísima cirujana del hospital Bancario, adoptó hace siete meses cuando alguien lo dejó abandonado, y en un estado de salud deplorable, dentro de una caja sobre el capó de su auto. Como corresponde al gen que llevan en su familia de médicos, la doctora metió la caja y su contenido en el auto sin pensarlo, para presentar al día siguiente en la casa paterna, al nuevo integrante de la familia.

Como el cachorro llegó en tan mal estado, lo primero que hizo su “madre” fue llevarlo al veterinario. Gustavo Presotto, el médico de cabecera de todos los integrantes peludos de la familia, le dio los medicamentos correspondientes para curarlo y sentenció: “Este bicho va a necesitar tratamientos especiales toda su vida”. Desde esa tarde Alfonso pasa dos días a la semana en un Spa.

Perro spa

El sábado es día de guardia para la doctora, pero esta vez toda la familia debe ir a un congreso. Menos Verónica, la hermana mayor y la única no médica de la casa. La encargada de llevar a Alfonso a su día de Spa.

El lugar, creado y atendido por Liliana Rainer, se llama “Knino” y queda en la calle Boyacá al 1900, entre Paternal y Villa del Parque. El local no es muy grande y por eso los perritos asisten con turno, pero se ve bastante prolijo. En su primera visita al local, Verónica pierde la mirada en un cartel con los precios: Baño y Tratamiento capilar: 75; Baño, corte de uñas y limpieza de oídos: 135; Baño de espuma y peinado: 115; Corte de pelo y baño de luz: 105; Masajes relajantes: 150; Masajes Jiatzu: 175; Circuito de spa de 2 horas: 250.

El “tratamiento” del perrito ya tiene un costo fijo: 385 pesos por las tres horas y media de spa, que consta de masajes, un circuito de aguas, un restregado especial del pelaje (masajes con guantes especiales y un medicamento), baño, secado y perfume. Así Alfonso se desestresa y queda impecable para volver a casa.

En “Knino” uno puede consentir a su mascota con las opciones más simples. Pero nunca falta un Alfonso, con necesidades especiales, para quien la solicitada dueña tendrá que armar su propio día de spa.


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