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UN PUEBLO SIN SALIDA


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Jáchal es unos de los pueblos más afectados por la mina de Veladero. La escasez del agua y la contaminación les arruinó la cosecha y les generó problemas de salud. No poseen servicios ni ayuda de parte del gobierno.

Por Nilda Villagra (@nildalacolo) y Myrian Quintana (@myrquintana)

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“Saben que Jáchal no tiene futuro”, dice con dolor José Cabanay, ex empleado de la mina de Veladero. Jáchal es un pueblo agropecuario y su nombre significa “río de las arboledas” o “tierra de metal”, pero tras el derrame de cianuro de la empresa minera Barrick Gold, en septiembre del 2015, la contaminación de su cuenca afectó directamente los cultivos y la salud de sus habitantes. “De a poco no va quedando nada en pie”, dice Miriam Corso, que lucha junto con otros vecinos por el cierre de la mega minería de Veladero.
Desde el mes siguiente del vertido de cianuro en el río Las Taguas, un grupo de vecinos jachalleros realizan un acampe pacífico frente al municipio, bajo el lema “Jáchal no se toca” para reclamar la prohibición de la minería a cielo abierto. Ellos solicitan una “consulta popular” a través de un proyecto del concejal Jorge Morales, pero el gobernador de San Juan, Sergio Uñac, señaló que los recursos mineros son jurisdicción provincial y dijo que el reclamo del pueblo jachallero deberá “expedirse en las elecciones”.
“Es de esperar que el gobierno reaccione así dado que ellos tienen una política muy agresiva minera. Se niegan a toda costa a esta consulta”, señala Miriam, quien eligió hace 30 años vivir y criar a sus hijos en Jáchal. Además, considera que la empresa minera es la culpable de la escasez de agua: “Desviaron el curso del río Jáchal y se asentaron sobre el cauce natural para usar millones de litros de agua para trabajar, y lo hacen de forma muy económica”.
La mina de Veladero se encuentra en el departamento de Iglesias, a 4.000 metros de altura en la cordillera de los Andes. Con diseño a cielo abierto para realizar la extracción de oro y plata, utilizan 110 litro de agua por segundo por lo que pagan un impuesto mensual de 140.000 pesos. El mega emprendimiento lleva 12 años de vida, no para nunca, se trabaja todos los días las 24 horas del día.
La contaminación del agua afectó la actividad económica de Jáchal, que siempre se caracterizó por la cosecha de hortalizas (cebolla y tomate) y olivos, que ahora es escasa y, en ciertos casos, hasta nula. “Ojalá se den cuenta en qué situación quedó este pueblo: no tenemos gas ni internet. Tenemos un parque industrial que nunca funcionó. De una producción de oliva de primera calidad que había, sólo quedó kilómetros de campo con árboles secos”, cuenta Miriam.

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Jésica tiene 40 años, también es acampante y asambleísta de “Jáchal No se toca”. Contó que suelen amenazarlos y perseguirlos por denunciar la contaminación que provoca la mina. Relató: “El 25 de Mayo nos detuvimos frente a la casa del intendente Miguel Vega y pegamos un papel con cinta en la puerta que decía El agua es Vida y cuando nos fuimos nos denunció en la comisaría. Dijo que queríamos prenderle fuego la casa”.
En cambio, los representantes de la cámara de mineros de San Juan y de la cámara de prestadores mineros, al igual que el gobierno, se oponen al cierre de Veladero argumentando que es una fuente de trabajo para 3.000 personas y consideran que emplean los métodos más seguros para cuidar el medio ambiente.
Sin embargo, no son más de 35 personas las que emplea de Jáchal, según asegura Jésica. Por el contrario, dice Miriam: “La minera hace desaparecer materialmente las comunidades: primero ofrecen trabajo y después quedan un montón de despedidos y enfermos como tenemos”.
El oro a cualquier precio
El gobierno de San Juan aplicó a la empresa Barrick Gold una multa de 145 millones de pesos por la negligencia que provocó el derrame de cianuro de septiembre del 2015 y exigió medidas de adecuación que están en curso de ejecución. Parte ese dinero lo usaría para resarcir los daños a las comunidades afectadas. “Pero acá en Jáchal no ha llegado nada”, denuncia José Cabanay, ex empleado de Barrick Gold.

“Hace años que estamos con las cañerías rotas. Nunca terminan de hacer las cloacas, tenemos un hospital que se está cayendo, tampoco tenemos sala de emergencias”, dice Miriam que junto a su familia vive a diario las faltas que tiene la ciudad. Y con la voz quebrada agrega: “Estamos en una situación de abandono tal que todavía no se pudo lograr que venga una entidad pública o reconocida por el estado que nos haga una evaluación de la cantidad de metal en sangre”.

Un mail oficial de la Presidencia de la Nación, enviado en mayo a quienes firmaron una carta de petición por el cierre de la mina de Veladero, relata que “la ciudad de Jáchal no consume agua de la cuenca del Río Jáchal, porque éste se encuentra históricamente contaminado de forma natural, con boro, arsénico y sulfatos y, además, el cierre afectaría a miles de familias que hoy cuentan con un trabajo”.
Lo que no cuenta el correo es que, según consta en un informe que realizó la Dirección de Residuos Peligrosos que figura en la Secretaría de Ambiente (hoy Ministerio), al derrame del 13 de septiembre del 2015 le antecedieron por lo menos tres vertidos que no se hicieron públicos en su momento. Dos en julio y noviembre del 2011 y otro en marzo del 2012.

A Cabanay, que trabajó 12 años en Veladero, lo despidieron por tener EPOC (una enfermedad pulmonar crónica). Cuenta que ser minero es muy duro porque son jornadas de 12 horas y, a tanta altura, las temperaturas pueden llegar hasta veinte grados bajo cero. Con sólo 47 años dice: “Ahora me siento un inútil”. En su caso estaba bajo el gremio de los mineros aunque aclara: “La mayoría de los trabajadores de la mina son contratados bajo el convenio de empleados de comercio y los sueldo son bastantes reducidos”.

Los pueblos no suelen tener muchas opciones, si no se trabaja en la mina o en el agro, los que resta es, si se tiene la suerte, trabajar en organismos públicos como la municipalidad, donde el sueldo promedio es de $2200. A pesar de que la localidad de Jáchal no supera los 20 mil habitantes, el nivel de desocupación es el más grande de la provincia.

Sólo por los dos primeros años de la puesta en marcha de Veladero, según Barrick, dejó 47 millones de pesos de regalías a la provincia de San Juan. Esto no se condice con lo que denuncian los jachaleros quienes sienten, como dice José, que están “condenados por estas empresas en las que el ser humano es descartable”.


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