Desde 2014, los vecinos de Balvanera conviven con un enorme baldío entre Jujuy, Moreno, Belgrano y Catamarca. Los 10.000 metros cuadrados pertenecen a una empresa que demolió para construir un microestadio. Reunidos en asamblea, la gente logró parar la mega obra. Desde entonces, pelean porque el lugar sea comprado por el Estado y convertido en un espacio verde y de uso educativo o cultural. Varios legisladores apoyan la idea. Pero el Gobierno de la Ciudad la rechaza de plano: “Nosotros no apoyamos las expropiaciones”, explica el presidente de la Comuna 3.
Por Patricia Fortino
Antoine Saint-Exupéry nunca estuvo en el Barrio de Balvanera. Lo invisible para El Principito no es lo mismo que para los vecinos de la Manzana 66. Por más esencial que parezca, las necesidades de los ciudadanos de la Ciudad de Buenos Aires se ven, se sienten, se huelen y molestan. Cuando las topadoras se llevaron por delante un pedazo de la historia del barrio, todos los que miraban creyeron en la importancia de la visibilidad de sus problemas y en la posibilidad, aunque remota, de alguna solución.
El disparador que movilizó a la gente del barrio fue organizarse en oposición a la “supuesta construcción de un micro estadio para dieciocho mil personas”, puntualiza Alberto Aruilera, coordinador de la Asamblea Manzana 66. “Luego surgió la idea de presentar en la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires un proyecto propiciado por particulares, sin intervención de ningún bloque político –amplía-. Allí desarrollamos la propuesta de expropiación del baldío y designar ese espacio a la construcción de un polideportivo, un conservatorio para los chicos del Manuel de Falla (Escuela Superior de Música que se encuentra en la Comuna 3 y carece de edificio propio para su funcionamiento), un espacio verde, una escuela de nivel inicial y un centro de jubilados”.
Primero reducidos a escombros y luego como un gran baldío, los 10 mil metros cuadrados de la manzana comprendida entre las Avenidas Jujuy y Belgrano y las calles Catamarca y Moreno, de tanto llamar la atención, pasaron a ser invisibles. Aun cuando la Comuna 3 podría utilizarlas para mejorar la situación del barrio: hoy tiene apenas 0,4 metros cuadrados por habitante de espacios verdes, cuando lo recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) es de 10 metros.
“Yo adherí al proyecto de la Manzana 66 por entender que planteaba la defensa de un espacio público allí donde se pretendía una nueva privatización”, dice Marcelo Ramal, legislador de la Ciudad de Buenos Aires por el Frente de Izquierda y los Trabajadores (FIT). Los veinticinco legisladores que hoy apoyan el proyecto de los vecinos de Balvanera fueron sumándose a la iniciativa a medida que los integrantes de la Asamblea los visitaron cada uno de los bloques de Perú 130, despacho a despacho, sin pausa y con la insistencia de los desposeídos..
“En lo legislativo lo que nos falta es convencer al PRO”, asegura Aguilera. No le pesa, en su manera de plantearlo, las numerosas reuniones, concretadas y fallidas con el Presidente de la Junta Comunal Cristian Etchezuri. El comunero oficialista, representante de Mauricio Macri en el barrio, manifiesta que “no es política del Gobierno de la Ciudad expropiar terrenos. Ese es un espacio privado, y su dueño no quiere venderlo”, justifica. Y agrega convencido: “Debe costar una fortuna, tampoco íbamos a pagar esa plata para una plaza”.
La Manzana 66 tiene cuatro calles en su catastro y las diversas aristas que condicionan el destino de ese predio pueden dar varias vueltas a su alrededor: Proyecto Privado, presencia del Estado, Plaza Pública, expropiación, negocios inmobiliarios, Código de Planeamiento Urbano, Centros Culturales, escuelas, canchas de fútbol, Microestadio, hotel 5 estrellas, playas de estacionamiento, comercios y/o viviendas populares.
Los asambleístas comenzaron con su proyecto de “Verde y Pública” en abril de 2014, cuando, por una publicación periodística, se dieron por enterados del mega emprendimiento privado que Micrisol S.A. -en su mayoría integrantes de la familia Miguens, vinculada con la Sociedad Rural Argentina- tenía intención de construir allí. El empresario que estaba detrás de la ingeniería económica para edificar esa obra es Aquiles Sojo, de Ake Music. “Va a llevar una construcción de gran categoría al barrio. No es un Luna Park, es un concepto diferente para el país. Se trata de un estadio que diseñará uno de los estudios de arquitectura más importantes del mundo, especialista en este tipo de obras. Uno podrá pasar caminando por la puerta y no saber que adentro está tocando una banda porque será insonorizado y sin vibraciones”, señaló cuando se inició el conflicto.
El PRO tiene 28 legisladores. Ninguno de ellos ha considerado el problema de los vecinos de Balvanera como un tema del que deban ocuparse. “Ellos quieren hacer una plaza en un terreno que tiene dueño”, es la manera como justifica Etchezuri la no intervención del Estado en el conflicto de la Manzana 66.
Al conocido encuentro en las calles y plazas, la tecnología le sumó herramientas a la causa de la asamblea. Hoy, los “atentos y vigilantes” vecinos autoconvocados tienen líneas de comunicación abierta todo el día, todos los días. La Manzana 66 está en Facebook, Twitter y varios blogs. También hay un grupo de correo electrónico donde a diario se informan sobre las distintas actividades, noticias o alertas comunes. “Quiero pedirles a los vecinos que rodean la M66 que estén atentos: arrancaron la faja de clausura y sacaron el cartel de la demolición que tenían en Moreno. Si ven movimiento avisen o miren si pusieron carteles de la obra. Tiene que decir ‘complejo deportivo al aire libre, cantina y estacionamiento’ y un número de expediente. Sin carteles en la calle no pueden trabajar adentro”, advierte un mensaje enviado a todo el grupo.
Para Gabriel Zicolillo, comunero electo en julio por la lista de Mariano Recalde (Frente para la Victoria), lo que se generó allí socialmente es valorable por el simple hecho de buscar entre todos un “bien común”. La propuesta de ese espacio político, para el destino del predio, es la expropiación y planificación, junto a los vecinos, de una zona verde. El joven camporista afirma: “Lo más importante es poner en funcionamiento el Consejo Consultivo, lugar donde se deben escuchar las necesidades del barrio y las propuestas de los vecinos”.
“La opinión de los legisladores del FpV, en el comienzo del reclamo, – apunta Zicolillo – fue ver en qué condiciones se estaba planeando la idea de hacer un microestadio, si eso iba o no a afectar el buen vivir de los vecinos”. El planteo político de uno de los representantes de la izquierda porteña es más radical en sus declaraciones: “Los intereses que están en disputa en esta cuestión son los mismos que aparecen en otros conflictos de la ciudad. De un lado el capital inmobiliario, a veces alimentado por el lavado de dinero, que eleva el costo del suelo y la vivienda y agrava todos los desequilibrios urbanos y, del otro, los intereses de los vecinos de Buenos Aires”, sostiene Ramal.
Horacio Rodríguez Larreta, el próximo Jefe de Gobierno porteño, apenas unos días antes de su elección declaró: “Si bien existen casos donde creamos nuevos espacios verdes mediante la adquisición de lotes, como en Boedo o Villa Real, nuestra Ciudad también presenta otras oportunidades para incrementar los espacios verdes como los entornos de las vías ferroviarias y otros terrenos en desuso. Por otra parte, lo que hicimos por ejemplo en el Microcentro, demuestra que se puede incrementar el verde urbano que acompaña las obras de peatonalización, que aumentan el espacio público ganando espacio a los autos particulares. Otra de las formas de generar mayores superficies verdes es la creación de muros, techos o terrazas verdes que se han estado realizando en distintos puntos de la Ciudad”.
Un ejemplo de parcialidad a la hora de aplicar la normativa vigente sobre expropiaciones en la Ciudad de Buenos Aires (Ley 238/99) es la compra del inmueble que hoy ocupa la cadena de supermercados Carrefour en Avenida La Plata 1624. La aplicación de la figura de “utilidad pública” habilitó al ejecutivo porteño a la expropiación imprescindible para que el predio vuelva a San Lorenzo de Almagro, en respuesta a un reclamo de los socios y simpatizantes del centenario club de fútbol. En esa ocasión (noviembre de 2012) la presión en las calles, de los reclamantes y la presencia de empresarios influyentes como el Vicepresidente del club, Marcelo Tinelli, actuaron de bisagra entre el reclamo de la comunidad sanlorencista y los poderes políticos porteños (Ejecutivo y Legislativo). Los recursos de los ciudadanos, que se desembolsarán para la expropiación, se justificaron en la contraprestación escolar (“construir en el predio un polideportivo municipal destinado a natatorio y un establecimiento educativo modelo de nivel inicial , primario y secundario de gestión estatal, y otras actividades deportivas y recreativas al aire libre.”) que quedó establecida en el texto de la ley. Además, se sancionó un fideicomiso entre el Banco de la Ciudad de Buenos Aires y el Club Atlético San Lorenzo de Almagro para afrontar los costos de indemnización al propietario actual.
En la manzana 66 no pasó lo mismo. Al parecer, la vara para acutar ante un problema similar, fue muy distinta. “Lo que se comentaba, al comienzo, era que se iba a construir un hipermercado, luego se agregó la marca de ese comercio, después que el predio había sido adquirido por el gremio de camioneros con el objetivo de construir torres habitacionales para sus afiliados. Esos trascendidos circulaban por el barrio mientras se hacía la demolición en la manzana. Ante la publicación periodística del proyecto del mega estadio de un emprendedor privado, con el aval del Gobierno de la Ciudad, los vecinos empezamos a movilizarnos y organizarnos en Asamblea y así seguiremos hasta tener una respuesta que nos satisfaga”, grafica Marta Marucco, una de las tantas vecinas que entre la ropa colgada en su lavadero, controla a diario los movimientos que se hacen en la Manzana 66.
Hay un viejo dicho popular que se suele escuchar en los pasillos políticos: “En un cajón hay 10 manzanas. Si el gobierno es peronista, se queda con 4 y reparte 6. Si el gobierno es radical, se le pudren las 10”. La homorada tuvo varias actualizaciones con el paso de los años y los distintos vaivenes políticos. Hoy, tal vez, se tendría que reformular agregando una tercera fuerza política al refrán: “Si el gobierno es macrista, vende las manzanas y se saca el problema de encima”.
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