Al ir a votar por primera vez con sus dos hijos, el autor de la nota recordó su primer sufragio, hace 40 años.
Por: José De Rosa
Son las once de la mañana y me salgo de la vaina por llamar. Ya leí el diario completo, tomé el segundo termo de mate, estoy listo. Por otra parte me pregunto ¿cuál es el apuro?
Aquel día el viejo me llamó temprano pero yo ya estaba despierto. Sobre la mesa tenía listo el mate y su libreta de enrolamiento 4.031.640, enorme, marrón y con una protección de cuero. De chico me gustaba mirarla: tenía el himno, la bandera, los presidentes.
Ahora son las doce y acabo de llamarlos, ya agarré el DNI nuevo, el de plástico, el que saqué en la estación de Once hace apenas dos meses. Llevo el otro por las dudas. Una, dos, tres…veintinueve, son veintinueve las veces que voté.
El viejo sube al auto, manejo yo, mira por el parabrisas y con voz pausada, que siempre tuvo, desliza: “Es un día peronista, vamos”. Es el 11 de marzo del 73 y voy a votar por primera vez. Votamos en la escuela de Lope de Vega, en el barrio del viejo. Los dos tenemos la dirección del abuelo, la del Pasaje Ranqueles.
Es la una y ya voy en camino, cuando hablé con ellos ya estaban levantados, me atendió Felipe que vota por primera vez. Lleva su DNI celeste, cumplió 18 hace menos de un mes. Juan ya había votado en las anteriores, los tres votamos en la escuela de Carranza y El Salvador, yo figuro todavía con la dirección de Palermo.
Papá nunca me pregunto por quién iba a votar, aunque sabía perfectamente por donde andábamos mis compañeros y yo en los 70. Hacía nada más que dos años que me había mostrado un carnecito marrón de cuero, como el de un club, era el de afiliación al PJ, lo había escondido desde el 55.
Son las dos, hay 20 personas adelante, seguramente la dinámica se hizo más lenta por los troqueles, la firma del padrón y por la hora.
A papá le gustaba votar temprano, casi abrir la mesa y yo siempre lo hice así, incluso las veces que fui fiscal pedía hacerlo primero. Ya hay gente en la puerta esperando que el cabo de aeronáutica dejase entrar. Pregunta uno por uno la letra del apellido y le dice la mesa.
Felipe está ansioso, nos busca en el padrón, Juan ya desde atrás vio el número de mesa, 36. Hay mucha gente en la escuela, la nuestra es en el primer piso. Está bueno ver a mujeres y hombres juntos haciendo la cola y chicos corriendo de acá para allá.
Aquel día eran en su mayoría hombres mayores, somos pocos los que tenemos el DNI libretita. Mi abuelo no vota, es italiano. El viejo me hace pasar primero. Es un aula enorme, las mesitas están en L, todas las boletas son blanco y negro veo la de Allende -Sueldo, la de Chamizo, la de Balbin, la de Ghioldi. ¡Me estaré demorando mucho! Está ahí la lista 2, la del Frejuli, Cámpora -Solano Lima. Es enorme y hay que doblarla en cuatro. Voy saliendo mientras mojo el sobre con la lengua para pegarlo. Es asqueroso, me parece que estuve una eternidad ahí adentro.
Ahora la mesa se demoró porque tuvieron que bajar la urna para un discapacitado. El tipo que está adelante nuestro se fastidió y habla por celular, no sé con quién. Le dice que va a poner cualquiera que ya se pudrió. Juan me mira mordiéndose el labio inferior y ladeando levemente las cejas. Creo entender que piensa que el tipo es un boludo. Felipe camina, va y viene, lee los pizarrones que las maestras durante toda la semana, les hicieron llenar a los chicos con consignas sobre derechos humanos, solidaridad y democracia.
Aquella vez, después de votar volvimos a Caseros, el viejo iba a hacer un asado, tempranito le pedí, le dije que me tenía que ir que nos íbamos a juntar con mis compañeros para esperar el escrutinio. Cruzamos la General Paz por el Puente de Francisco Beiró, llegamos a la esquina de la cancha de Almagro, se ve una enorme pintada “Cámpora al gobierno, Perón al Poder”, papá la mira mientras doblamos y desliza: “Va a arrasar”.
Lo dejamos votar a Felipe primero. Juan le dice “Te vamos a contar el tiempo 30 segundos no más”. Yo por lo bajo le digo -”Dejá que vote tranquilo”-. Sale y antes de meter el voto en la urna me pide que le saque una foto con el celular, el hermano me hace un gesto parecido al que hizo hace un rato. La señora que está atrás nuestro se ríe y me pegunta si es la primera vez .Cuenta que ella fue fiscal en el 73. ¡Coincidencia!.
Juan ya votó me toca a mí. Estoy entrando al aula y ahora que lo pienso a mis hijos nunca les pregunté por quién iban a votar. Ya vi la boleta, la doblé en dos, voy saliendo mientras mojo el sobre con la lengua para pegarlo, sigue siendo asqueroso.
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