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Avances y retrocesos en las escuelas EIB de Formosa


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La Educación Intercultural Bilingüe para comunidades originarias tiene sus inicios en el 2006 bajo la Ley Nacional de Educación. Al día de hoy, en esa provincia, existen al menos 316 instituciones para la comunidad. 


Hoy es un día de sol en Potrillo, un pequeño pueblo rural a 600 kilómetros de la capital de Formosa y a menos de 40 kilómetros del Trópico de Capricornio, la línea imaginaria que indica una zona con climas y vegetación subtropical. 

En el lugar, el calor es tan agobiante que los recién llegados sienten como bienvenida los 50 grados de sensación térmica como si se cocinaran en un horno. Pero, para los habitantes del lugar, las actividades cotidianas se desarrollan con normalidad. 

Como si se tratara de una alucinación por la temperatura se pueden ver pequeñas figuras blancas corriendo y riendo como duendecillos en el ardor de las 13 horas: son alumnos de primaria que, al igual que en cualquier rutina urbana, van rumbo a la escuela.

Desde sus inicios en 1983 hasta la fecha, la Educación Intercultural Bilingüe (EIB) ha sufrido avances y retrocesos en la provincia de Formosa. En una escuela de estas características se encuentran representadas el encuentro de culturas, lenguas y  formas de ver el mundo. 

Según datos aportados por el Ministerio de Cultura y Educación de la provincia de Formosa existen 316 unidades educativas de EIB. La matrícula que reciben estas instituciones es cercana a los 20 mil estudiantes divididos en los cuatros niveles del sistema educativo (Inicial, Primario, Secundario y Superior). 

Los edificios escolares construidos en este árido territorio parecen verdaderos oasis, vistos desde arriba, el color azul de los techos se asemeja a lagos en el monte.

E.I.B. en el Sistema Educativo Formoseño

En  Formosa, como lo indica la Ley nacional de Educación de 2006, estas instituciones  representan un “sistema educativo de los niveles de Educación Inicial, Primaria y Secundaria que garantiza el derecho constitucional de los pueblos indígenas, conforme al artículo 75 inciso 17 de la Constitución Nacional, a recibir una educación que contribuya a preservar y fortalecer sus pautas culturales, su lengua, su cosmovisión e identidad étnica; a desempeñarse activamente en un mundo multicultural y a mejorar su calidad de vida”. 

Valencio Segovia, miembro de la comunidad wichí y ejemplo de los beneficios de la educación en las comunidades indígenas, transitó todas las etapas del sistema educativo en escuelas EIB: desde el jardín de infantes al nivel superior y actualmente se desempeña como docente. Al ser consultado sobre las EIB considera: “La situación con la implementación de EIB aún está en un proceso de avanzar y retroceder, debido a que no han implementado en las prácticas de las instituciones lo que está plasmado en los documentos marcos que establece el ministerio”.

Del mismo modo, Carmen González, profesora de educación especial, reflexiona en que “ampliar los niveles y ámbitos de inclusión en alumnos pertenecientes a culturas originarias resulta una labor compleja ya que culturalmente al niño discapacitado se lo oculta para protegerlo”.

Y, en relación a su especialidad, si bien cree que “se han producido avances” manifiesta: “Tenemos siempre el mismo problema: la familia y los alumnos no quieren ir al colegio ya que creen que no van a poder aprender”.

El informe “Lectura y desigualdad. Comparaciones entre Argentina y América Latina” del Observatorio de Argentinos por la Educación consideró que “el 61,5% de los alumnos más vulnerables, es decir, seis de cada 10 chicos, no alcanza niveles básicos de lectura y comprensión de lo que se lee hasta tercer grado”. “Esta problemática se hace más tangible en comunidades originarias las cuales padecen décadas de pobreza estructural y desigualdad”, continúa el documento. 

El bilingüismo de las escuelas de la zona –los alumnos tienen como lengua materna el wichí y como segunda lengua, el español– complejiza la situación. En relación con este aspecto, Valencio dice: “Los chicos de hoy creo que están aprendiendo solamente por su esfuerzo. Los de las familias más humildes terminan abandonando muchas veces la escuela y nadie los busca a pesar de existir tantas políticas educativas. Hay  casos de chicos que no saben leer ni escribir correctamente al terminar la primaria”.

Si bien la participación del Estado en la construcción de escuelas y en el aporte del servicio educativo se incrementó desde la vuelta de la democracia en 1983, todavía existen serias deficiencias a resolver como son la poca participación de los docentes indígenas en la toma de las decisiones educativas. 

“Creo que para mejorar tendrían que dar lugar a que los docentes indígenas sean parte de cada proyecto pedagógico, ya que hoy ya hay docentes con nivel superior completo”, expresa el docente formoseño.

Según relatan los habitantes del lugar, al volver la democracia al país, los antiguos caciques y referentes wichís realizaron marchas solicitando a las autoridades políticas mejoras para las comunidades, entre las cuales estuvo presente la educación como herramienta de cambio y progreso. Cuarenta años después, esa visión todavía no se concreta a pesar de estar bajo el sol del trópico.


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