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CEMENTO REVIVE EN EL RECUERDO


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En el Centro Cultural Matienzo se repasa la historia del mítico boliche. Exponen fotos, proyectan videos y referentes del ambiente del rock dan charlas que recuerdan los años en que Cemento fue el templo del rock.

Por Brian Ríos y Federico Sereno

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Es lógico que alguien extrañe a un familiar fallecido, un restorán al que iba con su ex novia o algún viaje hecho con amigos. Pero muy rara vez un boliche generó esto. A casi doce años del cierre de Cemento, músicos, personas que asistieron al boliche y hasta jóvenes que no tuvieron la oportunidad de conocerlo se juntan en un mismo espacio para compartir historias, anécdotas y recuerdos de lo que fue el refugio del arte en los ‘80 y los ‘90.
La idea de la exposición nace por Nicolás Igarzabal, periodista de rock y autor del libro “Cemento, el semillero del rock”. Las actividades elegidas fueron charlas con referentes al boliche que se llevan a cabo los días martes en el auditorio del Centro Cultural Matienzo. Los jueves se realizan conciertos en el escenario del lugar. Y en el primer piso se encuentra un salón con fotografías, cuadros, videos en VHS, recortes de diarios y entradas de Cemento.
“Cemento ahora es un estacionamiento, lo pienso y me dan ganas de balearme en un rincón”, frasea en su nueva canción Eduardo Schmidt, ex líder de “Árbol”, que cuando tuvo 17 años se dio el lujo de tocar en el ex local gerenciado por Omar Chabán, que según dice “siempre buscaba protegerte”.

Cemento, hoy
Cemento, hoy

Muchos no saben que Cemento abrió como una discoteca en 1985, un día de lluvia, tanto afuera como adentro. Eran dos ambientes. El sector de adelante que no había música y la de parte de atrás donde estaba la discoteca que era un cubo de cemento cerrado que se ingresaba por un túnel. También había gradas para sentarse. “La incomodidad era algo común del lugar, los camarines fríos y el pasillo angosto, donde pasaban los músicos; todo era imperfecto. La cabina donde estaba no tenía una escalera fija, solo había una improvisada”, relata Daniel Nijensohn, primer DJ del boliche. Además, en la cabina estaba el iluminador, que utilizaba las manos para mover cinco luces, y así darle un toque de color a la noche. El resto lo ponía la música que fue siempre interesante. Chaban exigía, para tener contenta a la gente, música de radio. En general Stevie Wonder, Bauhause, The Smith, The Cure. Y también había una cuota de rock nacional: Virus y Soda Stereo.

Cemento_AYER

Cemento fue mucho más que un boliche, fue un refugio para aquellos jóvenes que no fueron incluidos en las políticas neoliberales de los años ‘90. Era el punto de encuentro de todas las “ondas” del momento. Rolingas, punks y metaleros encontraron un sitio donde coincidir, un lugar que comenzó siendo espacio de exposiciones de “arte bizarro” y terminó siendo escenario de diferentes bandas. “Cemento era un boliche que no discriminaba, entraba cualquiera y de la forma que quería vestido”, relata Katja Alemman, co-creadora del recinto.


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