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CERCAS VERSUS CERCAS


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¿Existe una frontera entre literatura y periodismo? Javier Cercas, periodista y escritor, y una charla donde cuenta cómo conviven en sus novelas la realidad y la ficción.

Por Julián Mocoroa

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Ese español sentado al costado del chileno Cristian Alarcón, director de la revista digital Anfibia, se llama Javier Cercas, periodista y escritor. Él es la figura destacada que convoca a unas treinta personas en una mañana lluviosa. Están en la redacción de Anfibia, en una charla que promete recorrer las fronteras de la literatura y el periodismo, ese sitio no poco complejo en el cual se ubican los libros del español, que una vez lanzado a hablar, no deja resquicio para ser interrumpido.
“Yo no soy periodista. Algunas personas creen que sí porque uno de mis personajes lleva mi nombre y sí lo es, pero yo no lo soy”, es la primera declaración de Cercas que resuena ni bien arrancada la charla. Quedará inconclusa una explicación que justifique por qué un tipo que escribe seguido artículos para el diario El País y que ha publicado varios libros formados a base de entrevistas, no se considera tal. Será esa la excusa perfecta que obligue a recorrer sus libros, intentando entender su oficio, eso que los anfitriones de Anfibia titulan como Narrativa de lo Real y lo expresan en banners y volantes que decoran el salón.
“No creo que existan géneros mayores y menores, sí hay formas mayores o menores de usar los géneros. Es el escritor el que hace mayor a un género”, postula el español, hermanando a los concurrentes, a quienes él expresamente los imagina en su casi totalidad periodistas y escritores. Cercas hizo una carrera poco convencional, poco clásica. A diferencia del reconocido escritor colombiano García Márquez, quien se inició como periodista y luego se consagró como escritor, inició su carrera como profesor universitario de Literatura, un académico. Era un novelista que se ganaba la vida en la universidad. Interesado en la escritura de los periódicos, comenzó a cambiar su forma de escribir. Ahí estaba el germen del que sería el libro que lo convirtió en escritor de renombre, Soldados de Salamina (2001). Él era un profesor que se interesaba mucho por la Guerra Civil Española, incluso había escrito algunos ensayos académicos, “tampoco tantos”, se sonríe al contar. Hasta que un día se hizo una pregunta, y la repite para los presentes en Anfibia: ¿Cómo carajo escribo sobre la guerra civil, si ya está todo dicho?
Impenetrable en su oratoria, en seguida se responde: “Soldados es un libro distinto. Sobre la guerra civil pero escrito por un tipo que tiene unos instrumentos literarios que vienen del posmodernismo”. Y comienza a comparar sus trabajos, sus libros, y los presentes van encontrando respuestas, conociendo esas fronteras entre lo real y la ficción, entre la literatura y el periodismo.
En el 2000, Cercas publicó “Relatos reales”, textos cocidos a la realidad, donde no hay ficción. Dice que son crónicas que empezó a escribir para El País. Que lo obligaron a salir a la calle, a contrastar la escritura con la realidad. “Hablar con gente, ver lo que hace”, explica con elocuente fascinación en sus ojos, abiertos al máximo. Y en seguida lo relaciona con el libro que ahora está presentando, su última obra, “El impostor”. Asegura que sin toda esa experiencia este último habría sido imposible. Tan imposible como la tarea de no mezclar en la charla mañanera de Anfibia, todas las experiencias vividas en sus obras. Javier Cercas, mirado por un Cristian Alarcón rendido a no preguntar, se dice a cada momento por dónde va la charla, se recuerda de qué está hablando, trata de seguir un camino que se entiende no lo tiene planeado, lo va descubriendo como a sus obras, mientras las hace.
“El periodismo te obliga a decir las cosas más complejas, con la mejor claridad y mayor rapidez. Es un desafío permanente”, dice como si nada, al pasar, una idea que quizás explica la razón, el por qué se volvió periodista, aunque asegure no serlo.
“Soldados es una novela convencional, una mezcla de ficción literaria”, explica el autor. Y se descubre esa frontera un poco más. Allí cuenta hechos reales, que ocurrieron de verdad, el narrador dice que es una historia real, sí, pero no significa que lo sea. Compara Cercas su trabajo con el de Cervantes: “En su obra Don Quijote, el autor dice que no la invento él, sino que está traduciéndola de un manuscrito arábigo. ¡Falso! Es un engaño, un truco para contar lo que quiere contar”.
Entonces, ¿qué es lo real y qué lo ficticio en Soldados? Su autor lo explica así: “Como en la novela histórica, los grandes hechos son reales, pero los hechos particulares, los personales, no. Hay una batalla entre la realidad y la ficción”. Concretamente en Soldados de Salamina, su obra más premiada, ahonda un hecho oscuro, el fusilamiento del fascista Rafael Sánchez de Masas, un episodio olvidado. En ella, el autor Javier Cercas inventa al periodista Javier Cercas que investiga la historia. El Cercas real va a las fuentes, las entrevista, conoce los hechos. Llega un momento en que encuentra una pared, oscuridad. Los datos son insuficientes. Ahí aparece la literatura, ahí crea al Javier Cercas periodista, su personaje. Con su luz ilumina ese episodio oscuro. Ese es el debate en Soldados, solo así, asegura Cercas de carne y hueso, llega a la verdad.
Anatomía de un Instante (2009), sigue infalible Cercas, “es el reverso perfecto, mucho más parecido a El Impostor”. Mientras en Soldados de Salamina se llega a un punto donde es necesaria la ficción para conocer la realidad, en este otro se busca llegar a la verdad a través de la realidad. El libro se centra en un hecho histórico, el 23 de febrero del 81, en España, 6 años después de la muerte de Franco, en el parlamento español, cuando un grupo armado del ejército irrumpe obligando a que todos se arrojen al suelo en un intento de golpe de Estado. “Es el primer y único, que yo sepa, golpe de Estado grabado en directo en televisión”, dice con poco orgullo. Para este otro libro, Cercas se pregunta: “¿Por qué estos tíos se quedaron en su sitio? Porque lo normal es tirarse al suelo. ¿Por qué? ¿Tiene algún sentido? ¿Es azaroso?”. Ese es el disparador de su obra, que indaga en la razón que lleva a tres actores históricos a no arrojarse al suelo cuando se les es pedido con armas en la mano, incluso con disparos efectuados al aire.

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“¿Qué es un español? Es un tío que tiene una teoría sobre el 23 de febrero”, dice Cercas y todos los asistentes a la charla se ríen fuerte. Lo dice para meterse en “El impostor”, su último trabajo, el que lo trae a este continente a presentarlo. Este nuevo libro, en boca de su autor, trata sobre “El Maradona de la impostura”. Este sería Enric Marco, presidente de la asociación de deportados españoles a campos nazis. Para Vargas Llosa, es el mayor impostor de la historia, quien pronunció centenares de conferencias sobre su supuesto paso por un campo de concentración. Dio entrevistas, obtuvo todos los galardones civiles posibles, fue considerado un héroe, hasta llegó a dar un discurso conmovedor en el primer homenaje a los españoles deportados al campo nazi Mauthausen, en el Congreso de los Diputados. Todo hasta que un historiador, Benito Bermejo, descubrió que había mentido.
Por eso la figura del periodista, a Cercas, le cierra más todavía, porque le permite indagar, meterse donde nadie se anima. Nadie hoza poner en duda al testigo víctima. Y ahí penetra “El Impostor”. El autor se pregunta cómo es posible que haya engañado a todo el mundo. Juzga la conversión de las víctimas en héroes, la sacralización de las víctimas. Javier Cercas, con claro cuidado, tratando de no herir susceptibilidades, explica: “Una víctima lo merece todo, las de la dictadura en Argentina, las del franquismo, todas. Merecen apoyo, solidaridad, ser resarcidos, etcétera, pero no necesariamente son héroes. Un héroe es una cosa distinta, es aquel tipo que es capaz de decir no cuando todo dicen Si. Como en Soldados de Salamina, cuando el soldado dice no. Marco era testigo y víctima, un héroe, ¿Cómo carajo ibas a poner en duda su testimonio?”. Para Cercas la respuesta es el periodismo.
Apremiado por Alarcón, que consigue meter bocadillo y anuncia el fin de la velada, Cercas intenta meter mil conceptos más en unos últimos minutos: “La verdad es la búsqueda de la verdad. Lo esencial se nos escapa. Las novelas que yo he escrito hablan de eso. No sabemos por qué el soldado salvó la vida de Sánchez Masas. Eso no significa que no podamos reconstruir parcelas de verdad, pero lo último se nos escapa. La experiencia del hombre que muere en Auswitch se nos escapa, no podemos estar ahí. Yo escribo novelas de aventuras sobre la aventura de escribir novelas”.


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