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SÓLO FALTABA MARTA MINUJÍN


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Los happenings fueron una expresión artística de vanguardia. Sus características principales estaban vinculadas a la falta de un guion, la participación del público y la indeterminación de una técnica. Acuñados en los años 50 y 60 los happenings o sucesos se centraron en irrumpir con lo establecido para improvisar e incluir al público presente en la acción.

Por Flor Cortés

La grande

Los martes se puede asistir a un lugar donde el tiempo no corre y el happening sucede: Santos 4040. Un espacio que está programado por Pablo Bendov, músico de La Bomba de Tiempo, Miss Bolivia y La Grande. Este sitio está escondido en Chacharita y es una joya digna de conocer. Funciona como un núcleo multicultural en el que se puede asistir a diferentes ofertas artísticas, pero puntualmente los martes La Grande le hace honor a su nombre e invita de la mano de Santiago Vázquez a una total experiencia.

Al entrar al lugar una especie de sacerdotiso les da la bienvenida a los recién llegados. Él usa una túnica beige con cuello clerical y todo, tiene los ojos maquillados como un odalisco y se dedica a flotar por el lugar. Una vez adentro el espectador-actor tiene que comenzar a procesar toda la información que le es brindada desordenadamente. Así se ve pasar gente con choripanes gourmet, tragos exóticos, croquetas y todo tipo de estímulos gustativos. El galpón está decorado con un sutil equilibrio entre lo retro y lo moderno, así los sillones de palets están acompañados de lámparas de acero e iluminación de punta.

El corazón del lugar lo ocupa La Grande, una banda mini orquesta, ellos crean a través del lenguaje de señas ideado por su director Santiago Vázquez. Nunca una noche suena igual a la otra porque la improvisación es el sello de fábrica. Lentamente la gente comienza a bailar y una hora después, sin quererlo, se transforma en una cool rave. En paralelo dos artistas plásticos pintan impulsivamente al ritmo de la música, ellos modifican su obra por horas y la llaman pintura en vivo, apropiándose del término musical. Como si le faltara estímulo a la cuestión, una pantalla proyecta su laboratorio de visuales, más allá hay mesas de ping pong, puffs y metegol.

Los personajes son los que le dan vida a esta intervención: allí se hace presente el hombre tronco, un clásico de La Bomba de Tiempo que sigue el ritmo hasta Santos. El hombre es viejo, viste siempre un enterito negro y baila girando sobre su eje con los brazos en alto. Los giros de ese cuerpo tieso lo hicieron acreedor de su apodo. Entre la gente bailan dos chicas muy sensibles, transpiran y se revuelcan sobre sí al son de la música, ellas hacen contact.

Una vez atravesada la pista y el patio de juegos allá al fondo hay una pecera de humanos. Un espacio vidriado forrado de plantas tropicales, dotado de sillas y ceniceros. La pecera no parece un fumadero, allí la gente rebalsa de buenas vibras y sociabilidad.

Hay algunas cosas que hacen la diferencia entre un espacio multidisciplinario cualquiera y Santos, una de ellas es la acústica. Las placas de sonido cuelgan del techo y se nota, los paños rodean el escenario y la iluminación es de Primera A. La DJ residente Deniz Kazma llega de Turquía para tocar entre los descansos de la banda y te mueve aunque no quieras. Santos 4040 es un grato descubrimiento, un huequito en el que uno puede atravesar las normas espacio temporales y vivir un happening así como así, un martes tempra, para cortar la semana.


¿Quién es Santiago Vázquez?

El director de la banda La Grande es Santiago Vázquez músico, multi-instrumentista, compositor, director, productor y creador del lenguaje de señas para componer en vivo. Su primer trabajo empleando este método fue con la Bomba de Tiempo. Hoy dirige su instituto CERPS (Centro de Estudios de Ritmo y Percusión con Señas) en el que se divulga este lenguaje. Además de colaborar con La Grande, Santiago Vázquez tiene varios proyectos, como Puente Celeste, Colectivo Eterofónico de improvisación, Será una Noche, entre otros.   


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