Generalmente la producción de una película requiere de mucho dinero. Pero hay productores que generan contenidos de gran calidad con un presupuesto muy por debajo de lo deseado. A este tipo de cine se lo clasifica como Clase B.
Por Juan Pablo Banchi (@JPBanchi), Vanesa Cukier (@VaneCukier) Joaquín Vilaplana (@JoacoVilaplana)
Si bien el cine nacional goza de prestigio internacional con varios premios en festivales conocidos en todo el mundo, la realidad de la mayoría de los directores no se condice con esos reconocimientos. La mayoría de las producciones argentinas tiene la característica de ser de “clase B”, un subgénero audiovisual que comenzó en Hollywood en la década del 30 como consecuencia de la crisis de Wall Street. Las producciones de ciencia ficción y de género fantástico no contaban con la tecnología ni el presupuesto para lograr efectos verosímiles, pero estos impedimentos no fueron motivo suficiente para dejar de filmarlas. De esta pasión por las historias fantásticas y las ganas de llevarlas a la pantalla, surgió lo que hoy conocemos como cine “Clase B”.
En nuestro país, este género se desarrolla por detrás del circuito comercial, y se caracteriza por la tenacidad y empeño que ponen sus realizadores, que llegan a abarcar múltiples funciones. “Si haces cine independiente no te queda otra opción que desempeñar varios roles, por ejemplo yo hago cámara, dirección y además actúo, porque si no, no te dan los números”, aclaró Pablo Parés, unos de los realizadores que se convirtió en un referente del género fantástico en nuestro país por su película “Plaga Zombie”, que se estrenó en el año1997 y se reestrenó este año en el Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente (BAFICi).
El principal impedimento para filmar las películas es el presupuesto aunque siempre se necesita contar con algo de dinero. “La financiación pasa porque siempre tenés que tener dinero, para asegurar aunque sea el catering, pero siempre lo recomendable es buscar a un padrino, que puede ser un productor, una marca o una pequeña productora, que tenga un poco de dinero para financiar el proyecto”, explicó Ramiro San Honorio, guionista del cortometraje “El Oso Roberto”, ganador del festival de Mar del Plata.
“A nivel independiente se pueden realizar películas por $ 20 mil, $ 50 mil o $ 100 mil de aproximadamente 100 minutos, bien hecha, y con actores medianamente conocidos”, informó San Honorio, en contraposición con películas del circuito comercial, como “Metegol”, que tuvo un costo de 21 millones de dólares. Pero a pesar de estas cifras, Pablo Soria, guionista, director, interprete y fundador de Farsa Producciones sostiene: “Si hablamos del presupuesto que se maneja en Argentina, todo el cine es Clase B, exceptuando una que otra, todas las películas se hacen con muy poca plata comparadas con la industria de Hollywood”.
Una vez que se filmó y se terminó de editar la película se deben buscar mercados donde puedan circular. San Honorio dijo que el género zombie es el que tiene más futuro porque tiene un público fanático que le interesa ver este tipo de cine. Por esto es que existen salas alternativas a las de cine convencional que tienen un costo promedio de $ 45. En las salas donde se proyecta clase B como “Cretin Movies” (Scalabrini Ortiz 666) o el “Monumental Lavalle” (Lavalle 780) las entradas son un poco más caras y rondan los $ 60. Sin embargo Paulo Soria explica: “Intentamos generar circuitos alternativos que te puedan dar algo mas que la proyección de la película. La idea es que puedas ir, tomar algo, que toque una banda y al final tener un contacto con los realizadores para intercambiar opiniones”.
Desde la llegada de Internet, se abrió una nueva salida para que los productos audiovisuales sean vistos por gran cantidad de gente. Por ejemplo, “Plaga Zombie”, de Parés, obtuvo más de un millón de visitas en Youtube. “Las ventajas que tenés es que con un clicks podes ver cualquier película, o sea nos salteamos al distribuidor”, comentó. En esta plataforma virtual se puede obtener un rédito económico a partir de las publicidades que las empresas publican. “Youtube tiene un departamento comercial con el que podes negociar, pero a pesar de que el video tenga muchas visitas a los directores le dan poca plata”, reprochó Ramiro San Honorio. Por otro lado, Soria explicó que “por cada vista de los video que subís, te dan unos centavos de dólar, y con esos ingresos producimos cosas más chiquitas”
El mercado del cine argentino tuvo un crecimiento progresivo durante los últimos 10 años a partir de la explosión de Internet. No obstante, aún no existe una ley que regule las cuestiones económicas que les den la posibilidad a los realizadores de obtener un beneficio económico para poder seguir generando contenidos.
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