Diego Gentile protagoniza junto a Erica Rivas el casamiento del año en “Relatos Salvajes”, el film líder de taquilla con mayor convocatoria del año que hoy superó los tres millones de espectadores. A dos meses del estreno y de la mano de Damián Szifron recibió su nominación a “Mejor Actor de Reparto” en el Festival de Cannes y los Premios Sur. Si formas parte de quienes no dejaron de hablar de la pareja al salir de la sala, no te pierdas esta nota donde Diego, con su sonrisa simpática y la templanza que lo caracteriza, cuenta cómo vive este momento de gloria.
Por Luciana Calbosa
“No me creo el tema del éxito, es un cliché de afuera. El éxito pasa por acostarme y estar feliz con lo que hago, nada más”, asegura. Comenzó su carrera a los 13 años y la publicidad fue su fuente de ingreso para hacer teatro independiente, al que define como “un semillero de grandes cabezas”. Nunca quiso dedicarse a otra cosa porque la actuación es un constante juego de roles donde, sostiene, “Sos como un nene que está en Disney las 24 horas”, sonríe mientras con las manos hace la mímica de las orejas del ratón Mickey Mouse.
Si tiene que elegir entre Chávez y Darin, prefiere a Ricardo porque le cree todo como si no estuviera actuando. “No le veo los hilos, me emociona su trabajo, me divierte. Nos conocimos el día del estreno pero, lamentablemente, no lo crucé en el rodaje. Quisiera trabajar con él”, anhela y cuenta que Alfredo Alcón fue un referente en su carrera “Me hubiese gustado conocerlo. Era un genio. Tenía una personalidad que trascienden los trabajos”, afirma.
Su humildad lo caracteriza y en el verano volverá al teatro Picadero de la mano de Santiago Loza con quien trabajó en la obra “Matar Cansa”. Hoy disfruta junto a sus compañeros de elenco el boom de “Relatos Salvajes” pero también de la cuarta temporada teatral consecutiva de “Toc-Toc” y la serie “Señores Papis” en la pantalla chica de Telefe. Sin embargo, la propuesta cinematográfica la filmó hace un año y medio. “Fueron diez días de grabación con 12 horas de jornada”, recuerda y continúa “Nunca sabes cómo ni cuándo va a reaccionar el público. Para ver los frutos de la profesión hay que ser paciente y perseverante”. Celebra que las nuevas generaciones se interesen por ver productos culturales y le cuenten lo que les pasa con su trabajo por las redes sociales. “En la sala hacen catarsis. Aplauden, festejan y hasta opinan en voz alta lo que el personaje tiene que decir. Está buenísimo lo que pasa”, asegura y cuenta que el día del estreno al terminar la proyección, se encendieron las luces, y cuando el público descubrió que él estaba dentro de la sala querían decirle qué les había dejado su personaje. “Fue muy loco”, ríe.
No tiene antecedentes de relatos salvajes porque admite que cuando tiene mal carácter reprime sus impulsos, “Trato que nadie se fume mi mal humor” asegura. De haber podido cambiar de protagónico no lo hubiese hecho porque es la única historia trágica con final feliz donde los personajes vuelven a mirarse a los ojos. “Es un conflicto de vínculos, las otras son indignación”, cuenta. “Me gustó que pase algo en el medio que descoloca el relato inicial. La furia baja de la mente y no sabes para dónde van. Pivotea la relación entre ellos hasta que paran la pelota, se miran, y se reencuentran. Seria mas practico editar las peleas, que no son productivas, decís cosas hirientes y el otro no te escucha, pero son parte de la vida”, confiesa. Aunque asume que si lo extrapola a su vida personal “Si me pasa a mí: Besito grande y bajo persiana. Soy escorpiano en eso”, ríe.
La mentira lo irrita, la impuntualidad también y lo que realmente dice que no tolera es el abuso de poder. “Creo que estamos en un momento social donde actuamos medio sacados y necesitamos ponernos un poco más en el lugar del otro para entendernos más”, reflexiona. Para Diego la clave del éxito del film es que el público puede identificarse con los personajes y reírse del horror de las historias.
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