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El Tren de las Sierras: entre la devastación y la esperanza


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Córdoba lamenta que, aún hoy, a pesar de la recuperación del tren que conecta la ciudad con Valle Hermoso, todavía no recobra el esplendor previo a su privatización de los 90. El “trochita serrano” funciona en gran medida por los turistas que lo toman para movilizarse, pero lo cierto es que permanece sin ser redituable para la provincia.


Pasa el tren por Villa Rivera Indarte y una nena lo saluda como si estuviera vivo. El silbato responde más por seguridad que por buenos modales. Ella sonríe cuando se le pasa el susto por el ruido. Los trenes tienen algo animista que los chicos reconocen aunque nunca lo hayan abordado. Por eso, en la zona de la estación Tristán Narvaja, nadie sabe a qué hora pasa el micro, pero sí conocen el derrotero del “trochita serrano”. 

El Tren de las Sierras une Córdoba con Valle Hermoso, parte desde la estación Mitre, cerca del centro de ‘La Docta’ y es uno de los atractivos turísticos más importantes de la provincia. Sin embargo, aún no ha logrado su máximo potencial. Más allá de las mejoras que la empresa estatal Trenes Argentinos realizó entre 2007 y 2015, estaba tan abandonado que fue imposible recobrar el esplendor de los 60. 

Desde la última butaca pegada a la máquina, el periodista Adrián Fernández, ex trabajador ferroviario lamenta: “Todavía no se puede recuperar del fatídico ‘ramal que para ramal que cierra’, de la década del 90”. 

La entrevista se realiza en viaje por los paisajes de Sierras Chicas y Valle de Punilla, serpenteando por los rieles que siguen la guía del Río Suquía. La formación de dos vagones y 117 butacas recorre la capital provincial, Saldán y La Calera, en dirección al paredón del Dique San Roque para cruzar un túnel bajo la montaña, pero el tren se queda. El motor suena desinflado y no tiene fuerza para subir la cuesta hacia el murallón.

El guarda avisa que hay que buscar otra alternativa de transporte, a 100 metros de la ruta cruzando por un puente peatonal, angosto y titubeante. No hay señal de celulares para pedir auxilio, los 30 pasajeros del convoy van en busca del colectivo que los lleve al destino final. 

Algunos van a Cosquín y otros a punta de línea. La mayoría son turistas, unos pocos los usan como medio de transporte habitual. Fernández cruza la ruta para volver a Córdoba y hace dedo a un Volkswagen Polo que lo devuelve a la metrópoli. La anécdota de seguro le servirá para otro cuento o le dará otra razón para la melancolía, más cercana a la devastación que a la esperanza.

“Este tren integró el Ramal A 1 del Ferrocarril Belgrano y en la década de los 90 fue privatizado”, cuenta el periodista y agrega: “En 1993 la provincia de Córdoba se lo concesiona a la Empresa Ferrocarril Córdoba Central, del Grupo Alcázar. Esta Sociedad Anónima de capitales cordobeses explotaba además, el zoológico de la ciudad y el Autódromo Óscar Cabalén”. El dato es demoledor y elocuente porque en 2004, el Gobierno cordobés le quita la concesión luego de tres años de no prestar servicios. En 2007, el ramal vuelve al Estado Nacional con quimeras de redención.

A pesar de la gran inversión de Trenes Argentinos, el tren va despacio por el estado de las máquinas y las vías. Las necesidades de reparación y mantenimiento son demasiadas para cubrir un recorrido turístico con grandes variantes estacionales. En temporada alta va lleno con gente parada y en baja, la formación va completamente vacía.

En 2019, la Secretaría de Transporte de la Municipalidad de Córdoba realizó el proyecto “Herradura”, un recorrido ferroviario para mejorar el transporte público de la capital. “Lo que se hizo hasta ahora no le sirve a nadie”, cuenta el ex secretario de Transporte, Marcelo Mansilla. “Nuestro proyecto contaba con tres etapas, pero necesitaba obras complementarias como by pass, barreras automáticas y liberación de trazas”, amplía.

“Herradura” fue una de las propuestas de campaña del Intendente, Martín Llaryora quién asumió su mandato el 10 de diciembre de 2019, pero no prosperó. En dos de sus tres etapas comprendía el recorrido del Tren de las Sierras para unir estaciones en la capital, más un circuito metropolitano que incluyera ciudades dormitorio como La Calera, Malagueño, Saldán y Villa Allende. Según Mansilla, el proyecto era “viable y sustentable” pero “la Nación hizo cualquier cosa”.   

“El Gobierno ha puesto un dineral para recuperarlo, pero falta un montón. El sistema no ayuda, comprar los boletos online es imposible y en ventanilla una experiencia horrible”, comenta Fernanda Cassinelli, usuaria habitual del servicio. “Sólo reciben efectivo y, es tan barato, que si pagás con mil pesos no tienen para darte el cambio”, dice. 

El tramo Córdoba – Cosquín cuesta 39 pesos. La voluntad política del Estado Nacional depende del palo que gobierna, los privados lo vaciaron sin escrúpulos y la Municipalidad de Córdoba no puede hacerse cargo bajo las condiciones de la empresa estatal. 

Para el funcionario, la Herradura y el Tren de las Sierras es “una frustración más de tantas que lo alejaron del cargo”; para el periodista ferroviario, “algo tristemente esperable”. Para la niña que ignora el peligro de extinción es “el milagro de cada mañana”. 

Ese gusano metálico que viaja por una larga escalera al horizonte. Como le pasa con el caballo plateado de la calesita, desconoce la magia que lo hace girar y girar, subir y bajar, pero se aferra a la esperanza de embocar una sortija que prolongue su marcha y la haga eterna. 


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