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CULTURA

“EN VIEJAS LOCAS ME DIERON DE PROBAR UNA PIZZA COMPLETA Y CON LOS BÁSICOS LA TENGO QUE HACER YO”

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Con un primer disco recién editado, y alejado del mundo stone del rock nacional, Adrián “Burbujas” Pérez, ex Viejas Locas e Intoxicados, reinventa su música con un trabajo orientado al pop y letras que hablan de amor. Su carrera, sus grupos anteriores y su presente musical.

Por Agustín Guillén

Burbujas ensayo

Adrián “Burbujas” Pérez, ex tecladista de Viejas Locas e Intoxicados hoy tiene un proyecto totalmente nuevo y diferente. “Burbuja & Los Básicos” es el nombre de su grupo actual. “Hay Más Que Eso” es el nombre de su primer disco de estudio.  Alejado del mundo del Rock-Stone argentino y sumergido en el under nacional, Burbujas cuenta como está viviendo el momento con su nueva banda, hace una comparación con su pasado y cuáles son sus deseos para con “Los Básicos”.
—Estuviste en lo más alto con Viejas Locas y después con Intoxicados. ¿Cómo sentís el arrancar de cero junto a “Los Básicos”?
¿Cómo te lo puedo explicar? Yo siento que me dieron de probar una pizza, con jamón, morrón, tomate, huevo rallado, doble mozzarela, atún y después: “¡Tomá comela! ¿Viste que rica que es? Bueno ahora hacela vos (risas)”. Una cosa así. Siento que me faltó vivir esto.  Viejas Locas, cuando yo entré en el ’95 ya llenaba Cemento. Me metí en algo que ya estaba funcionando, que ya estaba andando. Con Los Básicos aprendí a ser el motor. Entonces creo que me faltó toda esa parte de arrancar de cero. Pero estoy muy feliz, muy contento, me siento en el camino que elijo estar.  Si tengo que hacer un paralelismo, yo creo que es como una parte que me faltaba vivir, por decirlo de una manera. Me faltaba aprender toda esta parte.

—Una vez que terminaste “Hay más que eso”, ¿Te sentiste conforme o creés que le faltó algo?
Yo creo que di el máximo de todo lo que sentía en ese momento. Después lo podés escuchar y podés tener alguna diferencia. Pero estoy súper conforme con el disco, superó mis expectativas. Una canción puede ir por un lado o para el otro, por los músicos que con quienes tocás o las influencias de cada uno, pero yo creo que buscamos una relación entre todos y priorizamos la canción.
—¿Te quedaron canciones afuera del disco?
Sí, hay varias que considere, bah, que consideramos todos (el resto de la banda), que no iban con el disco o por el contenido de la letra que no nos cerraban. Pero quién te dice, capaz que las retomamos en otro momento. Igual están surgiendo canciones nuevas de todos. Es más, ya tenemos todo el segundo disco, en el verano entramos a grabar la primera parte. También van a salir dos videos más. Tenemos dos rotando y van a salir dos para el verano.
—En el primer disco las letras fueron todas de tu autoría, ¿para lo que viene cambiaron la dinámica de la banda?
En “Hay más que eso” se dio que tenía casi todo el disco armado. En un principio no tenía la idea de armar una banda y salir a tocar, yo sólo quería grabar un disco con las canciones que tenía. Y bueno a raíz de eso empezamos a hacer una amistad y los chicos (Los Básicos) me dijeron: “Esto hay que salir a tocarlo”. Y así se dio el formato de la banda. Todos queríamos lo mismo. Con esta segunda tanda de grabación, las letras, la música, están más compartidas. Componemos todos. En este disco que viene, una o dos canciones son mías; las demás son todas de los chicos. Hoy compartimos todo, es una regla casi, más que nada para mantener los egos bien dormidos.
—¿Entonces domina la democracia en la banda?
Sí, es que si no, no sería una banda. Más allá de que el nombre sea “Burbuja y Los Básicos” por una cuestión de autoría o de registro, es una banda. Lo toman muy solista lo de “Burbuja”. Pero es una banda, laburamos como banda, componemos todos, cantamos todos. Más allá de que por ahí a la prensa le sirva agarrarse un poco más de “Burbuja de Viejas Locas, de Intoxicados”.
—Es normal, es tu pasado.
Claro, es normal, es mi pasado, hay que hacerse cargo.

Adrián entró a Viejas Locas en el año 1995. Burbujas tocaba en una banda llamada “Los Pieces”. El guitarrista era el primo de Abel Meyer (ex baterista de Viejas Locas). Una vez Viejas Locas fue a ver a Los Pieces y le ofrecieron probarse como tecladista a Burbujas y así terminó en la banda. En el año 2000, luego de la ruptura, junto a Pity Álvarez formaron Intoxicados, grupo que abandonó en 2009. Luego formaría junto a Jorge Rossi (ex Intoxicados), Carlos “el Negro” García López y Fernando Samalea (Baterista de Gustavo Cerati) entre otros, la agrupación “Manto”, que editó un disco de estudio llamado “De velocidad de tiempo y espacio” (2009). Burbujas abandonó la agrupación un año después.
—¿Hay algo que extrañes de tus grupos anteriores?
Extraño la vorágine de las giras, de que llegue el fin de semana y salir a tocar. Se extraña el movimiento. Igual ya estoy prontamente a volverlo a cumplir con Los Básicos. Está bueno todo este “bachecito” para extrañar las giras y volver a vivirlo con otro grupo. Pero sí, se extraña, no todo, pero uno extraña. Principalmente las giras, era  como un viaje de egresados eterno, estás haciendo lo que a vos te gusta hacer y encima te pagan. ¿Qué más querés?
—¿Seguís en contacto con alguno de los chicos de Viejas Locas o Intoxicados?
Muy de vez en cuando tengo noticias. Hace poquito llamó Pity, vino a grabar acá (“El Cuzco”, estudio de grabación). Igual buena onda con todos, pero la verdad es que hoy en día elijo no estar muy cerca de toda esa movida, por una cuestión de que no comparto un montón de cosas, que son obvias.
—Va por una cuestión de vicios.
Claro. Pity ya es popular por su adicción. Si tengo que compartir algo con alguien, prefiero con otras personas. Pero esta no quita que este todo bien con ellos.
—¿Volverías a grabar con Pity o con el resto?

Sí, vía internet sí (risas). Grabaría si se juntan para hacer un disco, participaría, pero habría que ver bien las cláusulas, habría que ver bien la letra chiquita. Pero sí, ¿por qué no? No hay que estar cerrado.

“Hay Más Que Eso” se editó en 2014 con 11 temas. También ya están para ver dos videoclips de la banda, “Sin Su Mar” y “La Forma”. A diferencia de otros músicos del under, Burbujas sostiene que no tiene en mente dar el “salto” inmediato. Prefiere recorrer el camino para luego llegar a donde llegó.
—Además de la presentación del disco, ¿qué tienen planeado para el futuro?

Fechas por ahora no, nos abocamos solo al show de la presentación del disco. En el verano vamos a hacer alguna fecha, a ver si tocamos en la Costa. Estamos ahí, hablándolo. Vamos a empezar a grabar los 5 temas del nuevo disco y hay dos nuevos videos que están a punto caramelo. Aparte estamos laburando con prensa, eso también es una inversión, te consiguen muchas notas en la semana, se me complica también con el laburo pero estoy cubriendo estos baches porque estamos invirtiendo en algo que queremos. Ojalá que toquemos en la Costa. Tengo ganas de salir a girar con los chicos.
—¿De qué canciones van a rodar estos nuevos videos?  
De “Crece” y “Nada más”.
—¿No te quedaron contactos para nuevas fechas en festivales u otros shows?
Sí pero no. Yo creo que tenemos que recorrer un camino. No es mágico que pase el “tocá acá y vas a llevar gente”, primero hay que recorrer. Sí tocar en fiestas, que ahí hay gente, en una fiesta o en un boliche, que tocas en el medio de todos. Pero ya aparecerá, hay que hacer ruido con el disco antes.
—No querés ir tan lejos, tan rápido.
No quiero ir ni lento ni rápido, primero hay que caminar. Ojo, también los contactos son parte. Es importante generar contacto. En Viejas Locas es algo que yo no hacía. En ese momento no me daba cuenta porque yo estaba en una banda popular, sólo me llamaban y tocaba.
—No hablabas con nadie, solo ibas a tocar.
No sé si no hablaba con nadie, estaba en otra sintonía, no estaba con las antenas paradas. Entonces sí, puedo hacerle llegar el disco por ahí a gente, ¿pero de qué sirve? ¿O hasta qué punto me sirve ahora? Yo siento que tengo que salir a tocar y obviamente promocionar el disco lo más que se pueda. Pero primero hay que disfrutarlo, si no, no sirve de nada. La gente me pregunta: “Burbu, ¿vos no tenés contactos? Porque tocaste en el luna, o en tal lugar”. Pero en realidad no somos nadie todavía.
—Estás con la cabeza en eso, en recorrer y disfrutar.
Totalmente. En disfrutarlo porque, si te enfocas en el resultado nada más, no lo podes disfrutar. La gente de otras bandas me dice: “Quiero llegar, quiero llegar”. ¿A dónde querés llegar? No disfrutas de ensayar, de laburar las canciones, de arreglarlas, armonizarlas, hay un montón de cosas que si no las disfrutás, dedicate a otra cosa. Están todo el tiempo pensando en pegarla o pegarla. ¿Pegar qué? ¿Qué querés pegar? Yo ya la pegué y eso es un hecho.
—El hecho de tener hijos, para muchos músicos es como un plus extra a la hora de componer, de tocar o de proyectar. ¿Vos lo sentís así?
Les debo un par de canciones a mis hijos. Pero a la hora de poner los pies en la tierra, tener dos hijos es toda una responsabilidad.

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CULTURA

Todas las fuerzas: una denuncia social a través del género fantástico

El film, galardonado como mejor película de la Competencia Argentina, se estrenará en salas argentinas el 15 de mayo. La segunda película de Luciana Piantanida pone foco a través de lo fantástico en la vida de mujeres migrantes trabajadoras del barrio de Once.

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El film, galardonado como mejor película de la Competencia Argentina, se estrenará en salas argentinas el 15 de mayo. La segunda película de Luciana Piantanida pone foco a través de lo fantástico en la vida de mujeres migrantes trabajadoras del barrio de Once.

En el actual contexto argentino, que “Todas las fuerzas” haya ganado la Competencia Argentina del BAFICI se muestra como un acto de resistencia frente a los discursos del Gobierno de Javier Milei. El film, premiado como Mejor Largometraje de la Competencia Argentina, recurre a elementos del relato fantástico y a géneros clásicos como el policial para narrar una historia con una fuerte mirada social, ambientada en un universo de mujeres poderosas, cuyos dones las fortalecen y las unen.

Lo que inicialmente se presenta como el retrato de una mujer migrante en Buenos Aires evoluciona rápidamente hacia un policial: Marleen, la protagonista, vive en el barrio de Once, trabaja cuidando a una mujer mayor con demencia y, tras la desaparición de una amiga, debe recorrer la ciudad en su búsqueda.

El interés de Luciana Piantanida por filmar el barrio de Once nació de la curiosidad por conocer más el lugar donde vive. “Lo primero que me llamó la atención cuando me mudé fue la diversidad de personas y comunidades que hay en el barrio”, comentó. Al escribir el guión, tuvo muy presente el movimiento migratorio que, durante los años noventa, trajo a Buenos Aires a chicas muy jóvenes provenientes de Bolivia y Paraguay.

A partir de esas historias, Piantanida imagina un universo de mujeres migrantes que no solo sobreviven, sino que resisten y se conectan a través de poderes sobrenaturales. Marleen se comunica con palomas, mientras otras mueven objetos con la mente o manipulan la energía. Ellas se reconocen y cuidan entre sí, formando una red donde la dimensión política y afectiva está siempre presente.

No fue una decisión deliberada la decisión de partir desde el género fantástico. Había una escena que ahora no está en la película, pero que era una persecución por las azoteas de Once. Cuando estaba escribiendo, en un momento de la persecución, la protagonista llegaba a la esquina y tenía que dar un salto un poco más largo de lo humanamente posible cuenta Luciana y agrega–.  Nos quedamos pensando con los productores de la peli y enseguida dijimos: ‘Ah, la protagonista aprende a volar en el transcurso de la película’. Y entonces a partir de ahí pensé: ‘Ah, tiene superpoderes’. Empezamos a indagar cómo podía ser este universo y surgió también esta idea del lado B de la ciudad, de la noche y de las partes de atrás de los lugares que vemos como consumidores”. 

Una de las primeras imágenes de la película muestra palomas sobrevolando la Plaza Once, una postal que sintetiza el espíritu del barrio. “Haciendo la película me di cuenta de la poca relación que tenemos con el barrio y con los vecinos. Empecé a ir mucho a las plazas, que tienen poco verde y mucho cemento. Lo que hacían las palomas me pareció espectacular: un vuelo hermoso en el cielo; una imagen que no tenemos porque no estamos mirando hacia arriba”, relató Piantanida.

Para construir el elenco, un equipo de casting entrevistó a más de 150 mujeres. En una primera instancia, se las invitó a contar sobre su vida cotidiana y su trabajo. Celia, quien terminaría interpretando a Marleen, se destacó desde el comienzo. “Ella es muy creyente y contaba una historia relacionada a una enfermedad que se revirtió gracias a esa fe”, recordó Piantanida. En la segunda o tercera prueba, se le propuso representar una escena de videncia: “Relatando una visión, lo que hacía con la mirada era muy fuerte. Tiene una intuición enorme para la actuación. Es un talento enorme que ella misma desconocía”.

En cuanto al futuro del cine argentino, en un contexto de desfinanciamiento de la cultura y ataques al INCAA por parte del actual gobierno, la directora expresó su preocupación: “Hay una sensación terrible de fin de época por el enorme daño que está haciendo esta gestión sobre el INCAA y sobre la cultura en general”, manifestó Luciana. Y agregó: “Parece un chiste, pero tenemos que seguir demostrando que el cine argentino es recontra rico y diverso, e interesa tanto acá en el país como afuera”.

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La Zurda: una película con tonada cordobesa 

El film explora la vida de dos jóvenes marginales en la provincia de Córdoba. En medio de un crímen y la búsqueda de la fama a través del crecimiento de su banda de cuarteto, la película logra tejer entre la amistad y el drama social, acompañados de La Monada, como soundtrack principal.

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El film explora la vida de dos jóvenes marginales en la provincia de Córdoba. En medio de un crímen y la búsqueda de la fama a través del crecimiento de su banda de cuarteto, la película logra tejer entre la amistad y el drama social, acompañados de La Monada, como soundtrack principal.


Con rasgos propios del thriller policial, La Zurda se construye como una historia de amistad, traición y drama social. Más de una década después de De Caravana, el nuevo filme de Rosendo Ruiz encabeza los estrenos de la semana y reafirma la potencia del cine hecho en las provincias, esta vez con el cuarteto como protagonista.

El suspenso, la acción, las persecuciones, son los recursos cinematográficos de los que se sirve la película. Rosendo define a La Zurda como una película de género: “Me gustan las buenas películas de género, me encantan, La Zurda está hecha en Córdoba con muy pocos recursos, sin una tradición previa”. 

La trama sigue a “La Zurda” (Juan Cruz “El Gáname”) y Yonatan (Marcio Ramsés Salas Ortuay), dos jóvenes de clase trabajadora que sueñan con alcanzar el éxito con su banda de cuarteto. Pero una noche quedan atrapados en un crimen que no cometieron y deben huir, convencidos de que su condición social los condenará irremediablemente. 

Así comienza su descenso en una espiral de corrupción y relaciones turbias, que deberán exponer si quieren salvarse. Paralelamente y en el momento más inoportuno, al protagonista se le abre un camino para triunfar como cantante. 

Rosendo logra poner sobre la mesa una realidad social empapada de la identidad barrial, en gran parte por la actuación de sus actores. “Los dos protagonistas empezaron a ir al comedor comunitario conmigo durante los dos meses previos al rodaje. El trabajo que hicimos no fue para que imitaran a alguien, sino para que buscaran dentro de sí mismos quiénes serían si les hubieran tocado esas condiciones”, explica Ruiz.

El acento cordobés de los personajes también permite sentir la esencia local: “Cuando presenté la película en el Gaumont se sorprendían, como nos pasó con De Caravana, de ver una película hablada en cordobés. Así tendría que ser, no tendría que ser excepción, tendrían que haber muchas películas de otras provincias”.

Uno de los desafíos más grandes para él fue el montaje. Rosendo comentó que uno de los criterios que guió la puesta en escena fue apostar por el plano secuencia siempre que la acción pudiera sostenerse en un solo encuadre. La decisión respondió tanto a una búsqueda estética como a la necesidad de ofrecer a los actores un terreno con mayor libertad para su interpretación. “Para ellos es mucho mejor poder actuar sin cortes. Aman el plano secuencia porque son ellos respirando el plano”, señaló.

Sin dudas, la incorporación de La Monada como banda sonora fue una de las decisiones más acertadas. “Para muchos es muy acertado de que el universo musical sea cuartetero”, aseguró el director, no solo transportan al espectador al universo cuartetero con sus propias canciones, sino que también compusieron la música extradiegética usando instrumentos característicos del género.

“Si me preguntan los momentos de mayor felicidad es sumar la semana de rodaje De Caravana, de Casa Propia, de La Zurda de todas las pelis porque estando de rodaje la adrenalina está muy alta. Somos un montón de gente, la mayoría amigos en búsqueda de lo mismo, trabajar en conjunto, coordinado, ir superando problemas porque filmar una peli es superar un problema detrás de otro. Eso es dirigir una película, resolver problemas y hacer eso en conjunto. Siempre hay situaciones difíciles y hay que sortearlas y seguir adelante”.

“No sé qué va a pasar con el cine argentino”

A un año del inicio de la gestión de Carlos Pirovano al frente del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (Incaa), el Espacio Nacional Audiovisual presentó un informe desolador para la industria. “Presentamos un guión al Inca, en enero iban a dar los resultados, y nunca los dieron. Está desfinanciado y paralizado el Inca, lo quieren realmente destruir. El INCAA debería ser el órgano en el cual nos sentimos apoyados”, señaló Rosendo Ruiz.

“Hace 15 años que Córdoba saca varias pelis, no paramos desde el 2010”, comentó sobre la producción en la provincia. La eliminación de los instrumentos de fomento a la producción, el retiro del apoyo a la difusión y comercialización del cine nacional como la pérdida de presencia en el ámbito internacional, son los factores, que según el balance, a lo largo del 2024 no se aprobó la producción de ninguna película argentina. En el caso de Córdoba, Rosendo resaltó que “había tres pelis Incas que se iban a filmar y no se filmaron. Necesitamos nuestro cine, el mismo Córdoba no puede creer de ir al cine y ver su ciudad”. 


A futuro, proyectan la posibilidad de la continuidad de La Zurda, aunque sea la primera vez que piensa en la segunda parte de una sus película, Rosendo cree que le quedaron algunos cabos sueltos “que tienen que ver con cómo fue la transa que hizo La Tana, el comisario, el papá de Sol, que es un empresario político con poder”.

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CULTURA

Por qué debemos mirar la vida como Agnès Varda

El viernes 11 de octubre, el Barrio del Raval se transformó para homenajear a la directora de cine, actriz, fotógrafa y artista belga. Cómo fue la acción que realizaron dos cineastas en Barcelona.

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El viernes 11 de octubre, el Barrio del Raval se transformó para homenajear a la directora de cine, actriz, fotógrafa y artista belga. Cómo fue la acción que realizaron dos cineastas en Barcelona. 


¿Será que se heredan las ganas de que las cosas no terminen? Atreverse a heredar algo puede verse como un deseo de conservación pero, ¿qué conviene perpetuar de lo que se recibe? En las calles estrechas del casco histórico de Barcelona no parece haber mucho espacio para las ideas conservadoras, ¿o sí? En octubre de 2024, la Bienal del Pensamiento reapareció pero no para darle entidad a lo limitante del pasado, sino mostrar ideas visionarias e inundar la ciudad con mentes de vanguardia. 

Cuando un público permanece completamente callado en un acto póstumo se impone a gritos una sensación colectiva de respeto y nostalgia. Así como en las películas de Agnès Varda, el patio trasero del Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (MACBA) suele ser un espacio de juego y experimentación, pero ese día -el 11 de octubre- fue un juego de memoria y silencio inusual. 

El otoño regaló una última noche veraniega, las hojas ya tostadas se resistieron a caer y la gente se empeñó en no abrigarse. Las ganas de aferrarse a algo que supuestamente ya terminó invadieron el evento, una emoción muda pero comprendida por todos los presentes. 

Agnès nació en Bélgica en 1928 y murió en París en 2019 dejando una estela de creaciones que inundaron la mente de generaciones de cineastas y artistas de todo tipo. Fue directora, actriz y, a su vez, guionista y artista plástica. Su forma de retratar la condición humana, de invocar pausas contemplativas en quienes ven sus películas y de poner un foco honesto en lo cotidiano, marcó el movimiento artístico de la Nouvelle Vague.

Aunque aquella corriente de cineastas franceses comenzó hace más de 50 años, el siglo XXI se nutre activamente de sus formas de dar a conocer historias. La tan característica mirada juguetona de Agnès fue fuertemente atravesada por claves de género, problemáticas sociales y existencialismo sin censuras. En esa confluencia de vivencias contradictorias (enternecerse con la nostalgia o reírse de lo efímero, por ejemplo) es que se gestó un nuevo idioma fílmico: el “vardiano”.

Audrey Diwan, Carla Simón y Mariana Borull en “Herederas de Varda”. Créditos: Luna Bereciartua

Sentir admiración ante la creación de los demás puede ser una de las formas más intensas de heredar una mirada en el cine. Carla Simón fue la cineasta catalana invitada a “Herederas de Varda”, la charla en el Patio de las Mujeres del Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona. Una de las primeras cosas que Carla destacó de Agnès fue haber decidido que la libertad sería su estilo artístico. Admitió que, incluso para una cineasta consagrada, es algo muy complejo de encontrar. 

“Varda rompió la idea de genio”, respondió la francesa Audrey Diwan, la otra directora citada al evento. Luego, la conductora Mariana Borull llevó el debate hacia los confines de la vida sosteniendo que la homenajeada le recuerda a “una niña y una abuela a la misma vez”. Puede que ahí, donde los extremos se tocan, es que resida el legado y el amor por esta cineasta. 

Collage cortesía de @millslemons y foto de Luna Bereciartua de la exposición Agnès Varda en el CCCB.

Agnès documentó historias desde 1956 hasta 2019. Entre filmar entrevistas a gente que recolecta comida desechada (“Los espigadores y la espigadora”, 2000) y retratar la vida de una joven francesa en la década del 60 (“Cleo de 5 a 7”, 1961), hay un interés de por medio: las ganas de jugar con el retrato, conservar las esencias de la gente y los lugares.

En su filmografía se siente la importancia del paso del tiempo. Ella grabó y fotografió todo lo que el tiempo quiso que pase desapercibido: las fotos de las papas de una cosecha que no fueron seleccionadas para ser vendidas por su forma inusual (“Corazón de Papa”, 1953), las gigantografías de vecinos de pueblos muy pequeños (“Caras y Lugares”, 2017), sus propias manos envejeciendo año tras año.

Collage cortesía de @millslemons y fotos de Luna Bereciartua de la exposición Agnès Varda en el CCCB.

El afán por jugar con lo actual y el vértigo de percibir que todo es efímero conviven en paz en la obra de Agnès. Sin embargo, sus dos “herederas” resaltaron que ser una mujer reconocida en el cine no es nada fácil. Hasta la propia Varda sufría el recibimiento social de sus películas. 

“Agnès no te dice qué tienes que ver, sino que te comparte lo que ella percibió”, explicó Audrey. Esa noche, la Bienal del Pensamiento homenajeó a las miradas que invitan a la reflexión personal, la herencia artística que no dicta o delimita, sino que invita al juego y a la libertad y, por lo tanto, jamás perece.


*Estudiante de la carrera de Periodismo y Producción de contenidos a distancia.

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