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ESCRIBIR TERROR EN ARGENTINA


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Contra una tradición editorial que la desprecia y la condena a un circuito fuera de la lógica comercial, la literatura de horror renació y amenaza con volverse masiva.

Por Julián Mocoroa y Martín Riano

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El terror en la literatura argentina es un género que se resiste a morir o a permanecer en un nicho alejado de la lectura masiva. Luchando contra el desinterés que tradicionalmente ha sufrido por parte del mundo académico y a pesar del relegamiento del mercado editorial, una nueva generación de escritores se levanta con una fuerza sin precedentes para decir que los muertos de sus textos gozan de buena salud.

Pelos_de_punta

Celso Lunghi, autor de Me verás volver, novela ganadora de la edición 2012 del Premio Página 12, sostiene: “En la actualidad el terror está en plena expansión”. Para la visibilidad del género “fue determinante la publicación de Los peligros de fumar en la cama, de Mariana Enríquez, en 2006, además del surgimiento de algunas editoriales especializadas como Muerde Muertos”. Además, opina que hubo otros factores que contribuyeron desde afuera de lo estrictamente literario, como el ciclo Cuentos de terror, de Alberto Laiseca en el canal I-Sat durante 2001.
Otras puertas que encuentra el género son la editorial cordobesa Llanto de Mudo, que publica anualmente la antología de cuentos PALP; la editorial Thelema, que publica libros de autores independientes y autogestivos; y el grupo de escritores autodenominados La Abadía de Carfax, presidido por Marcelo di Marco, que ya publicó cuatro antologías de cuentos de terror con el sello PasoBorgo.

Lunghi

Entre las editoriales especializadas se destaca la novedosa Pelos De Punta, que a un ritmo vertiginoso publicó este año ya tres volúmenes de la colección homónima de trece antologías de cuentos en las que hay muchos autores jóvenes e inéditos. Su editor, el escritor Narciso Rossi, afirma: “Desde hace algunos años, muchos escritores argentinos están dejando un tinte oscuro sobre sus relatos. Es justamente eso que sucede lo que se empezó a denominar el boom de la literatura de terror argentina. Este espacio está en crecimiento”. Rossi también reconoce a Muerde Muertos como el faro que iluminó el sendero de la oscuridad: “Es la madre del terror argentino contemporáneo. Es increíble lo que hicieron ahí los editores Fernando Figueras y los hermanos Marcos”.
Jorge Luis Cáceres es un escritor ecuatoriano y compilador de la antología de cuentos “King, Tributo al Rey del Terror”, recientemente publicada en nuestro país por Interzona, en la que hay autores de varias nacionalidades, entre ellos los argentinos Mariana Enríquez y Juan Terranova. Cáceres avisa que éstos tienen mucho que aportar al género: “La narrativa argentina tiene una fuerte tradición heredada de escritores como Borges y Cortázar, quienes escribieron cuentos afines a lo fantástico muy cercanos al horror, seguramente porque fueron lectores de Edgar Allan Poe, H. P. Lovecraft y el rioplatense Horacio Quiroga, que es un puntal del género. Esa herencia (o carga, pues la mochila es muy grande para los nuevos autores), es lo que diferencia a los narradores argentinos de los demás”.
Sobre el lugar que ocupa el terror, Cáceres señala: “Creo que son la academia y la crítica quienes crean el canon según su lectura elitista que tiende a relegar a ciertas literaturas”. Pero rápidamente aclara: “El género no define al escritor, sino su obra. Ejemplos existen de sobra en la literatura que desmitifican las fronteras de las categorías literarias”.

Rossi sostiene que los que manejan el mercado no miran con buenos ojos a la literatura de terror nacional: “No es fácil asustar y mucho menos desde las letras. ¿Cómo vas a convencer a alguien de que lea terror?”. De todos modos, a él no lo asustan los monstruos editoriales y se muestra esperanzado con la actualidad y el futuro del género en el país: “Está tomando fuerza como no se dio antes. Es un momento que vamos a recordar más adelante. La mirada editorial sobre el género va a ser impensada en unos años porque ya está en plena metamorfosis”. Y agrega que “hoy el terror está dejando de ocultarse, está saliendo de ese lugar que se mira con desprecio y diciendo ‘llegué para quedarme’”.
Lunghi, por su parte, asegura: “No creo que en la tradición argentina haya habido desprecio hacia el terror, pero sí fueron pocos los autores que se animaron a escribirlo. Quizás sí habría que plantearse por qué no se lo ha pensado de manera sistemática desde la academia”. Señaló como contraejemplo al género policial, sobre el cual “hay muchísimas publicaciones teóricas”.

King
El surgimiento constante de escritores abocados al terror, y editoriales pequeñas que los publican, son el termómetro de un género que sale de la oscuridad. Será cuestión de que el mercado editorial y el mundo académico enfrenten sus miedos y rompan los prejuicios, para que este género crezca a la altura de otros enaltecidos por la pluma nacional.


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