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“HOY LOS MEDIOS SON FIERROS”


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Zapatos, jean, camisa y bufanda negra. Los codos sobre la mesa. La mirada perdida y la sonrisa orgullosa, como la del artista que ve su obra recién terminada o, más aún, la de un padre que mira a su hijo. Luis Majul está sentado en una mesa del Café de los Periodistas y pareciera estar en el patio de su casa. No es sólo su trayectoria en la profesión lo que lo hace local en este bar, sino el estar a su cargo, junto con todo el resto de la muestra “De Walsh a Lanata, 40 años de periodismo argentino”. La exhibición, que se desarrolla en el espacio Margen del Mundo, recibió el pasado jueves la visita de alumnos de primer año de ETER y el conductor de La Cornisa compartió un café periodístico con ETER digital.

Por Pablo Duer

majul

—¿Cómo creés que afecta la historia de los medios en la formación del periodista?
Nadie que quiera dedicarse a esto puede dejar de analizar por qué Jorge Lanata empezó fundando el diario Página/12 y terminó trabajando para Clarín. Le guste o no, es imprescindible aproximarse a la historia del contexto de lo que sucedió. Cualquier periodista que se precie de tal debe sumergirse en lo que significó como documento histórico la ‘Carta abierta’ de Rodolfo Walsh a la Junta Militar. Esta exhibición debe servir como disparador para meterse en la vida de estos tipos y la época en la que trabajaron.

—¿Pensás que el ejercicio de la profesión varió mucho en los últimos 40 años?
Hay una línea común que es que los medios de comunicación, tanto en 1974 como ahora, siempre estuvieron cruzados por intereses políticos, económicos y sociales. Lo que sucede es que ahora hay cada vez más grupos periodísticos comandados por empresarios que ni siquiera son empresarios periodísticos. Grupos de medios que son comprados o adquiridos por grandes magnates como una especie de seguro para que no los critiquen, para protegerse y atacar a sus competidores. Un claro ejemplo es el caso de Cristobal López. Esto en los años ‘70 no estaba tan claro. Ahora los medios son fierros, los periodistas son intercambiables y utilizables.

—¿La polarización afecta a la calidad del periodismo?
A mí me parece muy saludable que haya una profunda autocritica y que se muestre la cocina de los medios para ver con qué salsa hacemos los fideos, para que la gente no crea que somos carmelitas descalzas ni los dueños de la verdad. Pero no creo que eso se deba plantear desde el estado, y en los últimos años fue así. Creo, y es una opinión muy personal, que hay algunos medios que hacen periodismo y otros que hacen propaganda. Programas como 678 y Duro de Domar no hacen periodismo. Clarín y La Nación también se bandean pero son más profesionales.

—¿Cómo aconsejarías a los estudiantes que anhelan insertarse al medio actual?
Mi viejo, que murió el año pasado, me enseñó que uno, trabajando en una organización, sea en la universidad o en el medio, siempre tiene presiones, exigencias y directivas. No siempre se puede hacer lo que se quiere, pero sí se debe reservar un margen para decir que no. Yo en cada medio donde trabajé pude y de hecho dije que no a cosas que no quería hacer. Porque no estaba de acuerdo, porque me parecían una inmoralidad, porque no las sabia hacer o porque me parecía que eran operaciones. Esa es mi primera sugerencia. La otra es que uno siempre tiene que estar dispuesto a cruzar una raya más, el ‘no se puede’ tiene que estar muy lejos. ¿Por qué no se puede publicar esto? ¿Por qué no puedo conseguir una entrevista con la presidenta?

—¿Qué rol ocupan los medios en esta sociedad?
Hoy la tarea del periodista es informar, mostrar lo que otros quieren ocultar y ayudar a entender. Cada vez es más difícil para los medios masivos agarrar al lector de las narices y decirle ‘vamos para allá’, esto no sucede. Está el que informa y no opina, que requiere un gran esfuerzo. Creo que eso no existe, es una hipocresía. Porque aún informando algo y no informando otra cosa, estás editorializando. Yo soy periodista porque aunque sea voy a aportar un granito de arena de verdad a la vida y a la sociedad.


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